Foto de portada: Télam
El retorno a las clases presenciales para los niveles educativos obligatorios en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires es un hecho desde febrero. Tras un período de breve calma mediático-institucional, pero no al interior de la cotidianidad de la comunidad educativa, la decisión vuelve a ubicarse en el centro de la escena y la agenda ante el aumento de casos de Covid-19 en el AMBA. Los días se suceden y las declaraciones cruzadas entre gestiones de gobierno, Decretos de Necesidad y Urgencia y fallos judiciales desfilan frente a los ojos de estudiantes, docentes, directivxs y familias que deben adaptarse a nuevas disposiciones, algunas anunciadas apenas horas antes. La desprolijidad, la improvisación, la verticalidad en la toma de decisiones y la desvalorización del enorme esfuerzo docente parecen ser la norma.
El clima de tensión y agotamiento en el ámbito educativo continúa en firme ascenso desde diciembre del 2020 y para quienes ejercemos la docencia parece no tener fin. Según una declaración reciente del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, el mundo está a punto de tocar el pico máximo de contagios por covid-19. La “segunda ola” de la pandemia por covid-19 ya llegó a la Argentina y la necesidad de tomar decisiones apremia. Sin embargo, ¿cuál es el debate que se prioriza respecto a la educación de niñxs y jóvenes? El foco parece centrarse en la dicotomía “clases sí – clases no” (como si la virtualidad implicara una suspensión de la actividad escolar), y no en un mensaje de reforzar políticas de cuidado sanitario, y propuestas para efectivamente garantizar el derecho a la conectividad de alumnxs y docentes.
“Estamos sentados como espectadores de una pelea que nos tiene como protagonistas pero sin incluir nuestra voz”, afirma en diálogo con Feminacida Cecilia, directora de una escuela pública del barrio de Flores.
¿Qué voces sí son incluidas? ¿En dónde está puesto el foco del debate? ¿Cómo y bajo qué condiciones funciona esta supuesta perfecta modalidad presencial que se defiende a capa y espada?
Crónica de una tormenta anunciada
El miércoles 14 de abril, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, anunció de manera inesperada la firma del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) nº 241/2021 que ordenaba la suspensión de clases presenciales entre el 19 y el 30 de abril en todo el país por la situación epidemiológica.
El viernes 16, el Jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, presentó una demanda ante la Corte por inconstitucionalidad del artículo 2 del DNU. La Sala IV de la Cámara de Apelaciones de la Ciudad de Buenos Aires dictaminó a favor de mantener las clases presenciales en las escuelas porteñas. Quienes trabajamos en educación y/o acompañamos a niñxs y jóvenes nos enteramos el domingo a la medianoche.
“A lo que juega la derecha en CABA es a desprestigiar la política como herramienta de resolución de conflictos”, declaró a Feminacida María Bielli, legisladora del Frente de Todos. “Que estemos todxs esperando que salga un fallo judicial de otra cámara para que contrarreste otro es un problema muy grave porque la política es la mejor herramienta que tenemos y el gobierno ha decidido abandonar el diálogo en pos de una carrera electoral que evidentemente ha decidido iniciar”, afirmó.
¿Cómo se desarrollan las clases presenciales en CABA?
En todas las escuelas de CABA, el manejo de la situación queda librado a las decisiones de cada institución y los recursos con los que cuentan, brecha que es aún más notoria al interior del ámbito privado. Mientras que en algunos colegios con población de alto poder adquisitivo los recursos materiales abundan e incluso pueden permitir la asistencia completa del grado todos los días, otras instituciones optaron por dividir grados o años en grupos más reducidos o alternar asistencia presencial y virtual.
Florencia es docente de una escuela pública del barrio de Flores. “Tengo a cargo cinco grados divididos en dos grupos, por lo cual doy clases en 10 burbujas”, sostuvo en diálogo con Feminacida. “Con mis compañerxs empezamos a organizarnos para poder sostener la virtualidad con nuestros grupos y preparamos material en formato papel para entregarles a aquellxs que no tienen conectividad o dispositivos en sus casas”, agregó. Consultada acerca de la disputa Nación - GCBA, contó que la escuela decidió acatar el pasaje a la virtualidad. “Muchas familias estuvieron de acuerdo e incluso pidieron respetar el DNU presidencial y firmaron una autorización para no enviar a lxs chicxs a la escuela y que se les garantice la virtualidad. Con toda esta incertidumbre y el enorme pisoteo del gobierno porteño, continuamos sosteniendo la virtualidad pero no sabemos cómo vamos a seguir y nos genera mucho malestar y angustia”, puntualizó.
Lucía es profesora de Historia de nivel secundario en una escuela de educación especial de gestión privada en el barrio de Almagro. “Cada grupo se dividió en dos burbujas: una asiste una semana en el turno mañana y la otra en el turno tarde y a la semana siguiente se invierten. Hay un porcentaje de estudiantes exentos de asistir presencialmente por pertenecer o convivir con alguien que pertenezca a un grupo de riesgo. Para esos chicos, se puso una computadora en cada aula y se conectan a la clase vía Zoom”, explicó.
Respecto a la dinámica de las clases comentó: “Es muy complicado poder ayudar a los que trabajan de manera virtual cuando tienen una duda: no puedo ver lo que escribieron, me cuesta indicarles sobre el material”. Para la docente, todas estas dificultades se superponen con sus maneras de aprendizaje. Acerca del cumplimiento de los protocolos, sostiene que cuentan con material de higiene y el espacio es suficiente para respetar el distanciamiento, pero también advierte: “En el caso de nuestra población esas cosas a veces cuestan mucho más: niñxs que se niegan al uso del tapabocas o se niegan al lavado de manos, otrxs que se ponen muy mal con el tema de las ventanas abiertas y las cierran”.
Cecilia Darriba, directora de una escuela primaria de gestión pública en Flores, agregó: “Si bien contamos con todos los insumos y ventilación, la mayor dificultad la representa mantener el distanciamiento social y termómetros que nos enviaron que no siempre funcionan bien. Los barbijos y mascarillas hacen que se complique la comunicación y se resientan mucho las cuerdas vocales, que son la herramienta principal de nuestro trabajo. Por otro lado, coincide con Lucía acerca del trabajo con exceptuadxs: “Es trabajo extra porque a veces se los integra a una clase híbrida, en los casos de chicos que cuentan con dispositivos y conectividad (que no es lo más frecuente). Por lo tanto se preparan cuadernillos en formato papel que lxs docentes deben corregir cuando los alumnos los envían o por foto o por mail”.
Cecilia puntualizó la situación hogareña de maestras y profesoras desde una perspectiva de género: “Muchas docentes tienen hijxs a cargo y trabajan con una carga mental mayor porque lxs dejan solos en casa si ese día no les toca concurrir a clases presenciales. Y son sostén del hogar: no pueden pedir licencia sin goce de haberes. Sería macabro tener que llegar a eso para atender a lxs hijxs”. Además, comentó que se trabaja bajo mucha tensión por temor al contagio: de 37 docentes en su escuela sólo están vacunadxs 11.
Myrna Tamer es directora de la Escuela de Educación Media (EEM) nº 6 “Padre Carlos Mugica”, que alberga dos turnos matutinos y dos vespertinos. Allí asisten, en su mayoría, adolescentes de las villas 31 y 31 bis de Retiro. Compartió, en diálogo con este medio, que reacomodaron a hermanxs o familiares convivientes en el mismo curso para aislar al grupo familiar en caso de ser necesario “y tratar de aligerar el impacto de contagios posibles”. También contó: “Este año hubo que habilitar muchas más burbujas al tener que dividir los grupos, pero no nos dieron los recursos económicos: tuvimos que destinar y sobrecargar a los docentes de la escuela que a su vez debían orientar a lxs chicxs que habían quedado en proceso desde el 2020”. Además, relató que hay docentes exceptuadxs sin suplentes, “así que lxs pibes que hacen el esfuerzo de ir con colectivo y combis del barrio o caminan hasta la escuela no tienen la totalidad de las horas de clase que les corresponde”.
La educación ¿es prioridad?
“Los funcionarios del GCBA siguen hablando de lo esencial de la presencialidad, cuando ellxs mismxs son lxs que bajaron el presupuesto para educación, dejaron de entregar las computadoras a nuestrxs alumnxs, no garantizan la conectividad en los barrios, dejan a pibxs sin vacantes o salen a decir que lxs docentes somos fracasadxs”, comentó Florencia.
Cecilia destacó que la escuela se mantuvo presente gracias a la entrega de las docentes que corregían tareas en fotos enviadas por Whatsapp a su número personal y siguieron trabajando con lxs chicxs a través de encuentros por Zoom y videollamadas.
Según la Dirección Nacional de Estadística y Censo del GCBA, para el 2021 el presupuesto de la Ciudad destinado al área de Educación es de 17,8 por ciento sobre el total, lo cual implica la cifra más baja en los últimos 10 años. Si la educación es esencial, es “el futuro”, ¿por qué el presupuesto asignado no lo refleja?
“La continuidad pedagógica no se puede reducir a la dicotomía presencialidad - no presencialidad porque ni una ni otra la garantiza”, afirmó Bielli. “Hay que entender que el sistema requiere una mayor inversión pública. Hace un año se votó una ley de educación a distancia que indicaba claramente que para poder garantizar la educación remota y virtual se necesita invertir lo suficiente en dispositivos, conectividad y personal docente”, añadió. “El presupuesto es algo que no se quiere discutir y por eso se corre el eje del debate”.
Sergio tiene 19 años, vive en la villa 31-Barrio Padre Carlos Mugica y cursa quinto año del nivel secundario en una escuela pública del barrio porteño de Núñez. Asiste una semana a clases presenciales y otra a clases virtuales y en diálogo con este medio, expresa: “Esto es muy complicado: en lo virtual, la mayor parte del contenido no lo entiendo, como también le pasa a varios de mis compañerxs y amigxs. Me cuesta conectarme, no solo por la conexión a internet (cuento con una computadora y teléfono, pero no con wi-fi), sino porque son más estresantes las clases”. Por otro lado, destacó que en su escuela cuentan con los elementos básicos de higiene. “Es grande y tiene ventilación, los protocolos se cumplen perfectamente, pero la virtualidad completa a mi me afectaría mucho: siento que sería tonto estar enfrente de una pantalla sin aprender nada”.
Myrna agregó que “la mayor parte de los chicos no tienen computadoras y las entregadas por el Plan Sarmiento ya no tienen conectividad gratis como antes o no funcionan ni te explican dónde repararlas”. La única forma efectiva de comunicación actualmente, para la directora, “es el whatsapp particular de lxs docentes: la conectividad y los datos salen del bolsillo propio”.
Sergio afirmó que “nuestros políticxs deberían dejar de lado sus posturas y pensar realmente en la salud y en la educación”. Lo prudente, desde su punto de vista, sería suspender la presencialidad. “Pero para eso el gobierno debería garantizarles a lxs alumnxs las condiciones para conectarse a clases virtuales, como corresponde. Lxs más humildes son lxs más afectados por la falta de atención de parte del Estado.”
Luego del anuncio del presidente Alberto Fernández, el Ministro de Educación, Nicolás Trotta, pareció ausentarse voluntariamente de la discusión, y volvió al ruedo esta semana al enviar el pasado miércoles una carta a la Confederación Argentina de Instituciones de Enseñanza Privada (CAIEP) para cumplir con lo dispuesto por el DNU. Soledad Acuña, su par en CABA, declaró en una entrevista con Radio con vos: “Venimos planificando en función a la evidencia, y creemos que la presencialidad es necesaria en la educación. Las escuelas no son lugares de contagios”.
Los criterios epidemiológicos
Sandra Goñi, biotecnóloga y viróloga, docente investigadora de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ) y directora del Laboratorio de virus emergentes y unidad COVID de la UNQ, explicó en diálogo con Feminacida que la situación epidemiológica hoy en el AMBA es muy diferente a cualquier otro momento transitado en la pandemia. “Hoy se proporcionan vacunas a muchas personas y eso hace que sea muy difícil la comparación con otro momento previo”, dijo.
Sin embargo, afirmó que hay un indicador que es el número de casos por día y el porcentaje de positividad en las distintas regiones. En base a ellos es cuando se prende alerta. Esa es la principal clave para leer este momento: “Hay muchos casos de Covid-19 y por eso debemos reanudar restricciones para frenar el contagio y que no se colapse el sistema sanitario, que ya está empezando a ocurrir”.
Goñi sostiene que todos los países europeos entraron en períodos intermitentes de cuarentena estricta según el contexto epidemiológico. En este sentido, las clases presenciales, debido a la alta movilidad y circulación de personas que involucran, cobran un rol central. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades elaboraron una tabla que sugiere cuál es el momento en el que la presencialidad tiene que suspenderse y pasar al modo virtual. “A partir de 200 casos cada 100.000 infectados es necesario hacerlo, es un indicador de escalada de casos que se torna incontrolable. Hay que ver qué ocurre en estos 15 días para ver cómo corresponde seguir”, explicó la viróloga.
El Sistema Argentino de Pediatría (SAP) elaboró y publicó un documento de posicionamiento en el que expresan que los datos más recientes sugieren que lxs niñxs mayores de 10 años pueden transmitir el SARSCoV-2 tan eficientemente como lxs adultxs. Esta información debe ser parte de las consideraciones tomadas para determinar cómo abrir escuelas de manera segura y efectiva. Goñi explica: “No es que lxs niñxs no se contagien, sino que cursan generalmente la enfermedad de manera más leve. El tema es que viven con otras personas de mayor edad y a medida que aparecen nuevas variantes del virus todo se hace más grave a nivel sanitario”. Y concluyó: “Las medidas para evitar el contagio siguen siendo las mismas, pero renovando ese compromiso de usar barbijo, distancia social, ventilar ambiente e higienizar manos y ahora se le suma la campaña de vacunación”.
Hacia una sociedad crítica y empática
Sin una comunicación clara y ordenada, fundamental para facilitar la organización de escuelas y familias, la comunidad educativa vio desfilar en una semana un DNU nacional anunciando dos semanas de clases virtuales, una demanda del gobierno porteño para continuar con la presencialidad, una posterior medida cautelar que autorizó dicho reclamo del GCBA y un fallo de la justicia federal que lo contradijo. Todo tamizado, además, por una alta cobertura mediática polarizada y algunas protestas al son de ollas que sonaron fuerte en barrios de alto poder adquisitivo.
“No me gusta la virtualidad, pero me parece que es mezquino pensar que esta presencialidad mentirosa es más importante que cuidar la salud”, compartió Myrna. “La educación es un derecho, pero a lxs que lo proclaman les importa muy poco: es un derecho cuando se trata de sus propios hijxs, no de los ajenxs”, sinterizó.
“Lxs docentes somos los primeros que queremos la presencialidad, pero no a costa de nuestra vida y la de nuestras familias, comunidad y estudiantes. Hay que poner en la balanza esta situación que estamos atravesando ahora. Desde que comenzó este año, empezamos a preparar un posible retorno a la virtualidad de cara a la segunda ola”, compartió Cecilia e ilustró un temor generalizado: “Ayer una docente tuvo que pedir una cama por redes sociales para que la internen en terapia intensiva. Estos últimos 3 días no nos sentimos respetados”.
A un año de la propagación de la frase “la pandemia nos hará mejores”, es evidente que la premisa está lejos del clima social real. Aún es necesario aclarar que la suspensión de la escuela presencial no implica una suspensión de clases y que lxs docentes seguimos trabajando. El derecho a huelga es históricamente mal visto por sectores conservadores y motivo de despido o censura en instituciones privadas. Bajo el lente de ciertos grupos, parecería que lxs docentes son súperpoderosxs o vagxs según sus posicionamientos en un contexto extremadamente complejo. Con poca o nula inversión económica real y palpable en el área educativa y el foco puesto siempre en otro lado, ¿para quién es esencial la educación?