“Cuando entendí que todo era una farsa, pude ponerme la primera pollera. Cuando comprendí que no valía un comino quedar bien con nadie, me animé a maquillarme. Cuando supe que el deseo era insalvable, besé al primer hombre, pero antes de besarlo, me aseguré de que la imagen de mí también lo enamorara tanto como para protegerla, porque nosotras no aspiramos a lo bello sino más bien a lo seguro”, dice Galaxia, la protagonista del libro homónimo, el último que publicó Juan Solá en el 2020 por Editorial Sudestada.
A lo largo del libro emerge una multiplicidad de voces en busca del origen auténtico, la aparición con vida de la Chaco, lxs ángeles del pasado y justicia por Galaxia, la protagonista. Se teje desde ahí una matriz de historias de amor, lealtades y amistad. Mientras tanto se afianzan conexiones entre mariposas que nacen en el lugar incorrecto pero pueden renacer cuando dejan morir aquello que no les pertenece, parafraseando al autor.
El miedo es una constante que acompaña a los personajes. Se asoma cuando la oscuridad hace su nido y las lentejuelas no irradian destellos de luz. Galaxia pone la carne por lxs suyxs y nunca está a salvo. Se escinde en presencias y ausencias para poder soportar los golpes. “No tengas miedo por mí, aquí ya no queda nada que coser: decidí tirarme al fuego con la ropa puesta”.
Solá refleja, con la misma dosis de denuncia que de poesía, la red podrida de manos, armas y policías que pretenden rebajar a las travestis a una condena perpetua. Como si a ellos —los machos, los que llevan el apellido, los que cargan a cuestas el nombre de una institución de ‘seguridad’— les correspondiera recordarles a las chicas el no-lugar que ‘les pertenece’: la calle, la impropiedad de sus propios cuerpos, la violencia y el calabozo. Si no es por ‘maricones’, es por travas transrebeldes o por pobres.
¿”Que alguien me explique” cómo se crece cuando la familia te desecha, te encierra y te olvida, pero antes te enseña con la palma de la mano? ¿Cómo levantarse del suelo cuando “ser” es suficiente para cobrar con desprecio ajeno? ¿Por qué, entonces, para ser aceptadx hay que negarse? ¿Qué hacer cuando lo que unx mama, vive y evoca, es puro dolor? ¿Dónde detenerse cuando llueve y cuando unx llora? ¿En qué brazos buscar consuelo cuando pesan las penas?
Galaxia se divide en carne y alma, en travesti y varón —cuando este traje es el que menos golpes le garantiza—, en amiga, sexo y pareja para salvar a quienes ama. Y aunque salvarlxs necesita de su desapego, de su dureza y de su urgencia, de adicciones y golpes y secretos, la protagonista va hasta los confines del pasado y de un futuro que pareciera ser también causa, en busca de aquello que supo ser refugio. Refugio sin techo, refugio sin lugar, refugio en abrazos y bondades o en la parte honda del río, donde dejan de arder las heridas.
Juan Solá habla de lugares y de no lugares, de exilios y de pueblos, de rincones y cuartos sin ventanas que permitan proyectar un amparo en medio de la tormenta. El afuera y el adentro coexisten entre secretos y riesgos; entre amores urgentes, empatía que se siente hasta en las tripas, olvidar por un rato y descansar donde haya gente festejando. Lxs protagonistas desafían todo y se salen de sí mismxs para brindar justicia a lo colectivo luchando por quienes aún no están acá, para sanar y coser lo que ya estaba roto. Galaxia sabe que la vida travesti es corta y peligrosa, llena de lobos con resentimientos y, sin embargo, no calla y no deja de dar batalla.
”Es en la fragilidad de la muerte inminente cuando más muerden las bestias: porque qué fácil es rehuirle a la batalla cuando se tiene el cuerpo entero e intacto el pánico al dolor; pero cuando los barrotes de esta jaula de carne y sangre se tuercen y ya no hay quien pueda enderezarlos, qué poco importa la piel castigada que arde. Las batallas no las ganan jamás los capitanes ambiciosos, sino las huestes anónimas que ya no tienen nada que perder”.
El libro es el último eslabón de una trilogía que comienza con La Chaco (Hojas del Sur, 2016) y continúa con Ñeri (Hojas del Sur, 2018), aunque algunxs personajes incluso aparecen en Microalmas (Sudestada, 2019) y épicaurbana (Sudestada, 2018); obras anteriores de Juan Solá. Galaxia concluye un universo de historias y personajes que el autor ha desplegado a lo largo del tiempo y con los cuales se ha identificado y encariñado: “si algún día soy trans, me voy a llamar Galaxia”, dijo en la presentación del libro para Sudestada Revista. Y aunque describe la sensación de terminar la trilogía y el entramado de sus figuras como “ordenar una casa, salir afuera, darte cuenta de que cerraste con llave y dejaste la llave adentro, y a esa casa solo la podés mirar a través de la ventana y ya no hay forma alguna de poder modificar nada”; aclara que eso no implica que no se pueda construir alrededor. Un cierre no necesariamente entraña un final.
Si hay algo que queda claro en el libro es que los personajes, a los que Juan Solá les da voz protagónica y carácter de testigos de una realidad que desborda la ficción, sobreviven por el amor, la empatía y la ayuda mutua que entrelazan sus vidas. Aún cuando se desarma el cuerpo y se funde la nada con el todo, aún si el destino cae en manos del final, y queda solo sangre y espejos rotos, el amor “es la prueba de que somos los párpados de la luz”. Y cuanto más brilla la Galaxia, más roja y dorada, más la castigan, más la hunden y más resiste. “Mientras la tela dorada se deshacía bajo la rabia, se dijo a sí misma: no habrá sido en vano todo este vestido y todo este coraje si me muero hoy. Las lentejuelas volaban por la habitación y la luz naranja de los focos llenos de polvo se partía en mil pedazos sobre ellas y rodaba hasta los rincones del cuarto, como constelaciones rotas. Como si la galaxia hubiese estallado en mil pedazos”.
Sobre el escritor
Juan Solá nació en La Paz, Entre Ríos, en enero de 1989. Es narrador y editor del sello Árbol Gordo. Publicó las novelas Naranjo en flúo (Sudestada, 2019), La Chaco (Hojas del Sur, 2016) y Ñeri (Hojas del sur, 2018), y los libros de relatos Microalmas (Sudestada, 2019) y épicaurbana (Sudestada, 2018).