“Hay algo de crueldad cuando te preguntan por alguien que ni vos sabés”, responde Lorenzo al interrogante de cómo se conforma su familia. Su apellido es Duarte y al saber que una parte de su historia será leída por cualquier persona que le llegue esta nota, no tiene drama en exponer su identidad. Está seguro que no es la única persona que se apellida así y que su historia no es aislada.
Lorenzo terminó la secundaria en2020 y ahora es la primera generación de su familia en estudiar en la universidad. Si bien su papá le pasa plata el día 5 de cada mes, prefiere trabajar porque no le alcanza para cubrir sus necesidades. Es chofer de colectivo y se lo suele encontrar en la línea 307, que lo deja cerca de su casa.
“Siempre trato de llegar temprano a casa porque me esperan para cenar”, cuenta. En su casa son tres: su mamá, su padrastro Julián y él. Aunque enseguida se arrepiente y agrega un integrante, su gato Fénix. “Es medio confuso decir que Julián no es mi papá porque él me acompaña a la cancha a ver a Estudiantes, pero a la vez no puedo decir que literalmente es mi papá porque le saco la identidad a quien me dio el apellido”.
¿Las responsabilidades parentales de hoy son las mismas que las de ayer?
Matías Criado es psicólogo y co-gestor de la cuenta @paternando.ok. Desde la organización, brindan talleres y espacios para intercambiar experiencias, reflexionar y trabajar sobre las paternidades. “Me encuentro con muchos varones que participan de los espacios porque se posicionan en un lugar de cuidado con los hijos de sus parejas”.
Para Criado, la paternidad se construye. Parte de un reconocimiento sobre lo que implica tener a cargo un menor, cuidar, respetar y otras aristas que implica la crianza. No basta con tener un vínculo sanguíneo o compartir un apellido, sino que el término "reconocimiento" implica, no solamente pensar la identidad misma, sino que también te puedan considerar como tal.
En la actualidad estamos permeables a otras discusiones que antes no se daban, aunque no siempre las disputas por cómo criar se dan de manera igual y federal. Hoy se reconocen otras familias y se proponen nuevas formas de crianza. Sin embargo, las relaciones de poder existen y el paradigma vigente avisa un panorama de desolación por parte de las paternidades en las relaciones binarias y heterosexuales mayormente.
Agustina Achille es psicóloga, madre y militante, coincide en que los contextos condicionan las identidades y comenta: “No estamos muy alejados del prototipo de hombre semental que mientras más hijos tenía, más macho era. Porque esto sigue pasando en el mundo”.
La idea de que un padre solo debe proveer alimentos y dinero aún habita en nuestro sentido común y se sigue sosteniendo en el tiempo. Podemos definir qué hace un padre y sus responsabilidades, pero aún cuesta pensar qué es ser padre.
¿Presentes?
Fernanda sale de su casa por la mañana y a veces suele postear alguna foto cuando amanece agarrada de la mano de su hijo mientras él duerme. G., el niño, sabe que al despertar estará su abuela cuidándolo. Desayunan juntos, hasta que se cumple la hora de almorzar y salen van caminando despacio al jardín para encontrarse con sus amiguitos en la puerta. Cuando termina su jornada escolar, Fernanda estará esperándolo a la salida para volver a casa y compartir el resto del día con él.
G. percibe la cuota alimentaria todos los meses que administra su madre. A través de una demanda judicial que realizó con una abogada hace un tiempo atrás, logró garantizar parte de los gastos básicos como el techo, la comida, la escuela y los gastos de la vida social del niño. Sin embargo, sus ingresos también cuentan con una política de ayuda importante como lo es la Asignación Universal por Hijo.
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Recientemente el Ministerio de Justicia bonaerense y el Ministerio de Transporte concretaron una medida para las personas que quieran renovar la licencia de conducir en la Provincia de Buenos Aires: deberán presentar un certificado de libre de deuda en el Registro de Deudores Alimentarios Morosos (RDAM) con el fin de reducir el porcentaje de adultos que adeuden la cuota alimentaria a sus hijos.
Sin embargo, los datos sobre la cantidad de inscripciones en el RDAM dejan en evidencia que las desigualdades económicas son consecuencia de un sistema patriarcal y heteronormativo: el 98,8 por ciento personas registradas son varones Entonces, ¿qué ocurre con las mujeres y las familias que se quedan a cargo de las crianzas? ¿Funciona un Estado que implementa estrategias castigadoras?
“La construcción sociocultural y económica va a encasillar su disponibilidad y presencia, no según ellos mismos. Cuando vos le preguntas a un varón si están presentes, muchísimos te van a decir: ‘Yo soy un papá presente’, aunque no pasen dinero o sea lo que sea”, confirma Matías Criado.
Los datos de la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo de 2022, dependiente del INDEC, arrojan que los hombres destinan menos tiempo a las crianzas que las mujeres: 3 horas y media no bastan para la dedicación que implica las responsabilidades paternas. Como consecuencia, son las madres quienes se hacen cargo de manera continua de las crianzas, lo cual les quita tiempo disponible para el trabajo, el disfrute y el descanso. “Cuando se proyecta una familia, es difícil que el afecto entre en el plano de las responsabilidades. Asumir una familia implica asumir la disponibilidad afectiva”, aporta la licenciada Achille.
Criado prefiere pensar la acción de las paternidades en términos de activos o proactivos: co-responsable, amorosa, empática. Pensar en la transformación de las paternidades implica hablar de nuevas masculinidades y también de la planificación familiar. La importancia del acceso a la información en materia de Educación Sexual Integral se torna necesaria para poder decidir y prevenir. El ejercicio de la paternidad también parte del deseo y el respeto por el vínculo par.
Matías Peñalva es abogado (UNLP) y se dedica al área de Géneros y Familias. Coincide en que las políticas económicas para los grupos minoritarios —mayormente son las mujeres, familias y disidencias— tiene que ver con un Estado que responda a las desigualdades estructurales que se dan en términos macro y microeconómicos. En Argentina, las mujeres perciben ingresos totales que son, en promedio, un 22,5 por ciento inferiores a los de los varones, según los datos de Ecofiminita en base al cuarto trimestre del año 2022.
Sin embargo, la complejidad de afrontar una familia no es aislada a los contextos sociales, políticos y económicos que atravesamos como en el suelo argentino. La tasa de pobreza e indigencia aumenta cada vez más y el Estado no siempre cumple: “Estas medidas también apuntan a ciertos sectores donde hay que efectuar cambios, que no se están haciendo o se hacen a largo plazo. El tema es que la mujer siempre termina perdiendo, la tía, abuela, o quien se queda a cargo de las infancias”, opina Peñalva.
¿Quién cuida por esa persona que no cuida?
El Código Civil y Comercial de la Nación, en su artículo N° 652, habla sobre el “Derecho y Deber de Comunicación” que le corresponde al progenitor no conviviente en facilitar y colaborar para que ambos tengan una fluida y regular comunicación. No necesariamente hablamos de un contacto físico, sino que la comunicación también se da por vías tecnológicas y no necesariamente directa. El fin es que se puedan notificar los deseos o cuidados de los niños, niñas y adolescentes.
“Cuando se disputa la manera de cómo se organiza la cotidianidad familiar se organiza en base también a lo que necesita el pibe, por eso la escucha. A veces lo económico parece ser la única solución que contrapone con la escucha, pero eso sería una injerencia del Estado”, explica Matías Peñalva.
El derecho a ser escuchado también parte de entender a niñes y adolescentes como sujetos políticos con toma de decisiones. “También hay que tener en cuenta hasta qué punto el pibe o la piba le gustaría estar en los estrados judiciales, o si le gustaría pasar tiempo con su padre. El derecho a la comunicación funciona como tal, pero no es una obligación”, agrega el abogado.
G. vio a su padre varias veces. Al principio compartían unas horas en su casa acompañado de la madre y ahora, cada tanto, suelen tener tiempo a solas. Fernanda comenta que rara vez G. pregunta por su papá, aunque le genera una inquietud: “Su intermitencia hace que el nene pregunte y quiera. Y acá es donde aparecemos las madres a responder con excusas”. Hablar de responsabilidad afectiva con las niñeces también conlleva ser claro con las decisiones de cada uno.
Es importante resaltar que la falta de responsabilidad desorganiza la dinámica familiar. El incumplimiento de la paga de la cuota alimentaria o la negación a un régimen de visita implican que alguien más deba cubrir excesivas tareas. Según el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, y pensando estos ejes bajo la lente de la Ley N° 26.485 de “Protección Integral para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia contra las Mujeres", el incumplimiento de la cuota alimentaria es una violación a un derecho esencial de los niños, niñas y adolescentes e implica, además, que quien cubra esa falta sea la persona que queda a cargo.
Según las estadísticas de UNICEF 2020, la situación económica de hogares monoparentales con jefatura femenina es alarmante: el 92 por ciento están bajo la línea de pobreza e indigencia. La tasa de trabajadores informales y monotributistas condicionan los tiempos y predisposiciones de cada familia, como así también la decisión de no tener una paternidad responsable y desligarse de las tareas. Todo eso repercute en la economía familiar.
Fernanda tiene un grupo de WhatsApp con sus amigas que son las mamás del jardín. Suelen encontrarse para salir, reunirse a tomar algo y también brindar la escucha y el consejo: “El grupo también es una red de contención cuando te sentís sola”, asegura. Más allá del apoyo que recibe de amistades y familiares, la plena responsabilidad del cuidado recae sobre ella. Si algún día el niño va de paseo con un allegado o tiene ratos libres, los utiliza para descansar, divertirse o mimarse. Las veces que el niño se enferma, debe quedarse al cuidado y no ir a trabajar.
Las crianzas colectivas muchas veces están para asistir a las demandas familiares y brindar apoyo. “Es un emergente que hay que sostener, porque no se da de manera aislada. En el club, el jardín, en los barrios. Por eso hay que tener políticas públicas que validen estas crianzas", exige la licenciada Achille.
Ahora bien, ¿quién le pide a un amigo varón que cuide a su hijo? La corresponsabilidad implica pensar en cuándo un padre puede pedir ayuda y a quién. ¿O acaso no es costoso para la masculinidad hegemónica entender que no se puede con todo?
¿De esta como salimos?
“Si proponemos una nueva licencia por paternidad, debemos discutir que sean paternidades responsables. Si no hay garantías estatales o públicas que protejan a las niñas, niños, adolescentes y madres, este sistema se va a seguir reproduciendo”, sostiene Achille. Detrás de todo derecho, hay obligaciones. El nuevo proyecto de Ley invita a pensar no solo en las desigualdades de los derechos laborales y familiares, sino también en la redistribución de tareas familiares. “Si se brindan 90 días, no es que van a estar ausentes del trabajo, sino que van a trabajar en la atención de las familias”, concluye Matías Peñalva.
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Pero, ¿qué ocurre cuando las masculinidades no tienen una responsabilidad clara y el panorama socio-económico es preocupante? Tener un Estado presente conlleva construir herramientas educativas y de intervención en materia de derechos sexuales y reproductivos. “La planificación familiar no solamente es qué hacer después, sino pensar en la prevención; como hacer una vasectomía, por ejemplo”, aporta el co-gestor de @paternando.ok.
Los espacios para la transformación de masculinidades existen y la tarea sigue siendo ampliar las discusiones, pensar en organismos presentes, de control y cuidado. Paternar es una decisión y una obligación, que también implica mandatos, deseos y arrepentimientos. ¿No hay posibilidad de obligar a alguien que ame, pero sí a que responda? “Por eso, y ante todo, hay que militar la Educación Sexual Integral", cierra Agustina Achille.