En las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo 12 de septiembre será la segunda oportunidad donde se deba aplicar la ley de paridad de género. Esta normativa exige que haya una igual cantidad de hombres y de mujeres en las listas de manera alternada y consecutiva para garantizar una representación que atienda a las necesidades de todos y todas.
María Inés Tula es profesora de la UBA e investigadora del Conicet. En diálogo con Feminacida reflexiona en profundidad sobre lo que implica esta ley en la sociedad. Para ella se trata de un recurso que aumenta la ampliación de derechos políticos de las mujeres y que vino a mejorar las anteriores normativas. “El gran disparador fue la cuota de género donde, si el mínimo decía un 30 por ciento, ese se volvía el máximo de mujeres. Y normalmente ocupaban el tercer lugar”, indica.
En estas elecciones se prestó especial atención a la implementación de la ley y en los monitoreos se puede ver un alto acatamiento. Sin embargo, la cantidad de mujeres que encabezan las listas sigue siendo baja.
“Para las mujeres siempre es más difícil acceder a espacios de poder y toma de decisiones. Muchas veces las voces de las mujeres, lesbianas, travestis y trans son desvalorizadas. Nos acusan de que nuestra agenda no es importante o silencian nuestras voces sobre el modo de hacer política”, sostiene a Feminacida la diputada nacional por el Frente de Todos, Mónica Macha, quien se postula como precandidata para renovar su mandato con la idea de continuar con el proceso de transformación social de los modos tradicionales de hacer política que el feminismo puso en crisis.
Con esta implementación se despierta un nuevo interrogante: ¿Es posible alcanzar una verdadera inclusión con esta ley? Para María Inés Tula se trata de un enorme paso porque las leyes tienen el objetivo de reorientar la cultura dominante. A la vez que demuestra que es posible una mujer en el liderazgo y que existe el fuerte interés en participar.
“Las leyes lo que hacen es por la fuerza empezar a cambiar esa dinámica. Hoy te das cuenta que los más jóvenes no entienden cómo las mujeres no ocupan cargos, mientras que sectores más conservadores siguen pensando que la política tiene que ser un espacio de hombres”, subraya.
Para la investigadora va a ser cuestión de seguir expresando cuáles son los problemas de tener una ley de paridad y eliminar la idea de que la mujer está a cargo de “la organización para la choripaneada” en su militancia.
Violencia política por razón de género
Los prejuicios machistas sobre las mujeres en el poder fueron muchos a lo largo de la historia de la democracia. Hubo médicos que afirman que existían diferencias en el tamaño del cerebro, o que el día del ciclo menstrual podría provocar cambios emocionales y volverlas más impulsivas al momento de tomar decisiones. A esto se le suma la supuesta incompatibilidad que hay entre la maternidad y el rol político por el que muchas mujeres fueron castigadas por “abandonar” a sus hijos.
Fueron tantas las veces que se ejerció agresión y discriminación en estos espacios que se representa una categoría en si misma llamada violencia política por razón de género. Para Mónica Macha, las mujeres seguimos siendo asociadas a las tareas de cuidado que siguen siendo repartidas de manera desigual en la militancia política. Esto constituye una violencia que también se puede ver en el “ninguneo” a las compañeras o cuando se las deja de lado.
“Siempre nos buscan algún vínculo para desestimar nuestra capacidad, al decir que ´es la mujer de´ o ´la puso el marido´ o ´está ahí porque tuvo sexo con fulano´. Comentarios misóginos que demuestran cómo el patriarcado ha generado estructuras y discursos para bloquear nuestra participación política”, cuestiona la diputada.
Jóvenes feministas al frente de los pueblos
Lucia Bertossi es una joven de 29 años que se presenta a estas elecciones como candidata a concejala en el pueblo Roldan de Santa Fe por el espacio de Nuevo Encuentro. Su historia en la militancia comenzó desde muy chica gracias a sus padres que también militaban dentro del peronismo.
Es en Roldán, esa ciudad de 14.299 habitantes a 25 kilómetros de Rosario, que se evidencia de manera brutal la necesidad de contar con mujeres pensando en políticas públicas. Allí no existen casi herramientas que las protejan y las que hay, funcionan mal.
Entrevistada por Feminacida, Bertossi comenta que en su pueblo recibe mensajes a diario de muchas mujeres que viven situaciones de abuso y no saben dónde acudir. En Roldán todos saben lo que pasa y quienes son los agresores, pero nadie hace nada. “Me tienen como referente, pero yo más que decirle donde pueden acercarse y acompañarlas no puedo hacer en este momento. Por eso es importante tener otras herramientas para llevar a la agenda política local”, declara.
Una de sus ideas es crear un centro de protección integral donde se ofrezcan sistemas de protección física y psíquica para quienes atraviesan situaciones de violencia de género y que funcione también como un espacio de empoderamiento.
La candidata Bertossi cuenta que vivió con frustración la impunidad y falta de herramientas en su pueblo cuando en febrero de este año denunció a un oficial de policía, llamado Cristian Villalba, que tenía secuestrada a una amiga hacía quince días. Desesperada, buscó ayuda con el intendente, pero la respuesta fue que no podían hacer nada porque “el tipo es muy poderoso”. Fue entonces que le escribió al gobernador de su provincia, Omar Perotti, y al día siguiente allanaron la casa de Villalba y lo detuvieron.
“En la policía eran todos amigos de él y se cubrían entre ellos. Las denuncias que habíamos hecho antes de que pase esto y que se entregue estaban todas archivadas”, asegura Bertossi. Más tarde aparecieron otras denuncias en su contra, pero aún ninguna cuenta con condena firme. Desde la cárcel Cristian Villalba sigue hostigando a Lucía Bertossi y a su amiga sobreviviente de abuso a través de llamadas telefónicas en las que las amenaza. “El ruido que estoy haciendo les está molestando, desde que largue mi precandidatura me están agrediendo por mensajes de cuentas truchas. Sin embargo no me interesa, yo sigo, pero quieren meter miedo”, denuncia la joven.
No se trata de un caso aislado, la situación en las provincias suele ser de mayor violencia y conservadurismo. En Catamarca el tribunal de disciplina prohibió que puedan asumir cargos políticos a un grupo de siete mujeres autodenominadas “Ramonas Atrevidas”.
La decisión fue tomada luego de que le pidieran a la Junta Electoral de esa provincia que el ex candidato a gobernador, Roberto Gómez, no participe en los comicios ya que tenía una causa abierta por abuso sexual. “Las 7 mujeres recibieron violencia, se las llamó inquisidoras por difamar la figura de una persona pública”, explicó Tula que siguió de cerca el caso.
De esta forma se sigue callando a las voces que denuncian y piden espacios seguros para las compañeras. Para la investigadora del Conicet el mensaje es claro: cualquier mujer que intente detener la candidatura de un varón se somete a sufrir la persecución.
¿Y las identidades disidentes?
Por su parte, Carla Morales Ríos, travesti, activista y antirrrasista, se presenta en estos comicios como precandidata a diputada nacional por el Nuevo Más en la provincia de Salta. Lamenta que muchas veces exista un mero cumplimiento del cupo trans, que funciona “como una simple pantalla”, porque en realidad nunca se llega a ocupar los espacios de toma de poder y decisiones.
“Lo que me pasa en Salta con la casta política es que siempre veo a los mismos nombres y apellidos y eso a mí me molesta, me da bronca e impotencia”, apunta en diálogo con este medio.
En Salta la comunidad trans tiene problemáticas diferentes a las que Carla conoció cuando vivió en Buenos Aires. En su pueblo no tienen teléfono o internet para generar una red de contención y por eso es importante que los políticos conozcan las realidades propias de la comunidad que representan. “Es importante llevar nuestras voces y problemáticas porque solo veo políticos que no andan en transporte público, que no caminan calles de tierras, que no usan el sistema de salud público”, asegura.
Morales Ríos también relata que la mayoría de las travestis y trans tienen miedo de ocupar esos espacios porque se sienten incapaces y se pone en el medio el preguntarse constantemente si están o no capacitadas por lo que “ese lugar siempre termina siendo blanco, europeo y heteronormado”.
Por fuera del binarismo
Por otra parte surge un nuevo debate al pensar fuera del binarismo hombre-mujer para el que la ley de paridad está pensada. Con la reglamentación del nuevo documento que acredita a quienes se autoperciben fuera del mismo, se crea una incompatibilidad que necesita ser resuelta.
En el Registro Nacional de Personas hay unas 9383 personas que pidieron la rectificación de su sexo en el documento, pero que se mantienen dentro del binarismo establecido. Y no hay todavía información sobre la cantidad de personas que se autoperciben por fuera.
“La introducción de los nuevos documentos no binarios que hace el gobierno es un problema en la medida en que el no binario quiera tener representación porque si no nadie le va a preguntar cómo se auto percibe”, explica Tula. Habrá que dejar pasar un cierto tiempo para contar con datos y llevar adelante los debates necesarios para que se pueda construir una representación política que finalmente refleje a todos, todas y todes.