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María Remedios del Valle y la identidad nacional negra

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María Remedios del Valle vuelve a la escena en cada fecha patria, pero esto no siempre fue así. De hecho, hace muy poco que se la recuerda en Argentina. A María hubo que rescatarla del olvido y tenderle una mano para que vuelva.

En el mes de mayo nos enteramos que a pedido de varias organizaciones afrodescendientes su figura estará presente en el nuevo billete de 500 pesos de Argentina. Por primera vez, mujeres que construyeron este país recorrerán las manos de otras quienes, a muy duras penas, sostienen diariamente la economía de sus familias. 

La independencia y el rol de María Remedios 

En la transición del período colonial al republicano, revolución y guerra primaban en el contexto político y social. Las discusiones políticas no solo se extendieron a lo largo y ancho del territorio, sino también entre quienes estaban en lo más bajo de la escala social: “el bajo pueblo” del Río de La Plata y, junto a esto, la militarización de sectores cada vez más amplios era parte de la vida cotidiana. En ese contexto, vivió María Remedios del Valle y otras mujeres de origen africano que construyeron nuestro país. 

Estas mujeres no sólo se hicieron cargo de sus familias y de las organizaciones políticas afro (Naciones Africanas) cuando sus compañeros de vida iban al frente de batalla, sino que también ellas estaban en esas batallas. La más conocida por ser nombrada capitana, fue María Remedios del Valle.  

Si hacemos el esfuerzo de imaginar lo que podía implicar para la época que una mujer vaya a la guerra, podemos encontrarnos con los estereotipos a flor de piel. La concepción de que la mujer debe quedarse en casa, se destruye. Pero a la hora de pensar a la mujer negra, debemos agregar un ejercicio interseccional, una reflexión extra. Porque aún dentro de la opresión de género, existe la racial.

No eran los mismos prejuicios y percepciones los que pesaban sobre la mujer blanca, que sobre la mujer negra. La mujer afrodescendiente que era esclavizada, era un objeto más de posesión. Así figuraba en los testamentos, en los clasificados de los diarios en los que se las vendía. Para las que ya eran libres, los prejuicios sobre su color de piel y su capacidad intelectual seguían vigentes por más que en la legalidad de los papeles no había sujeción. El racismo imperante heredado de las concepciones filosóficas y biologicistas europeas consideraba menos a quién portaba más melanina. Una herencia colonial que lamentablemente pervive hasta nuestros días. 

La historiadora María Florencia Guzmán escribió un artículo titulado María Remedios del Valle: “La Capitana”, “Madre de la Patria” y “Niña de Ayohuma”. Historiografía, memoria y representaciones en torno a esta figura singular. Allí, indica que la presencia femenina en los campamentos militares de la época fue una constante y se dio en todas las situaciones posibles. "De manera particular, en las provincias del noroeste y en el Alto Perú, el sistema de mujeres cuarteleras estaba tan bien establecido que incluso tenían el nombre de 'rabonas' y en algunas unidades su número quintuplicaba al de los soldados", detalla la investigadora del CONICET.


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La historia oficial nos ha ocultado del mapa de los saberes, estás experiencias. Pero con María Remedios no pudo. 

No sabemos cuál fue el motivo por el que decidió ser parte de los ejércitos independentistas. Para las personas afrodescendientes del momento era una vía para conquistar la libertad. Este derecho básico se ofrecía luego de prestar entre seis y ocho años de servicio en las armas.

La historia de María Remedios es digna de una serie o película. La experiencia de María Remedios se inicia en junio de 1810 con la primera expedición que partió desde Buenos Aires a las provincias, llegando a Potosí en el mes de diciembre junto a la división del comandante Anzóategui y luego hasta Jujuy. Participó junto al general Belgrano en las victorias de Tucumán y Salta (24 de septiembre de 1812 y 20 de febrero de 1813) y en las derrotas de Vilcapugio y Ayohuma.


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Perdió en el frente de batalla a sus hijos y a su marido y, herida de bala, continúa en lucha. Ayuda a liberar prisioneros estando capturada por los ejércitos enemigos y por esto es condenada a azotes públicos que van a marcarle su cuerpo de por vida.

En 1826 es ella quien se dirige a la Cámara de Representantes de la provincia de Buenos Aires para solicitar su pensión por los servicios prestados. Los escritos estaban firmados por un representante porque para la época las mujeres negras no podían presentarse por sí mismas en los tribunales, ni en algún organismo de gestión política.

Es interesante hacer un análisis de los expedientes en los que María Remedios solicita compensación: en esos expedientes encontramos muchas de sus hazañas. Además de colaborar en los hospitales de campaña, se la reconocía por animar en las líneas de batalla. Lo que hoy llamaríamos una gran agitadora. 

Las declaraciones de coroneles y capitanes que sirvieron para atestiguar y acompañar los expedientes de María Remedios no fueron suficientes para que los representantes le dieran la pensión. Por tal motivo, la envían a dirigirse a la Honorable Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires. Allí también algunos diputados hablan en favor de su causa y reconocen que es necesario ponderarla y otorgarle un reconocimiento económico para que pueda sobrevivir el último tiempo de su vida.

Uno de ellos es Tomás Anchorena, quien fervorosamente interviene a su favor. Entre sus fundamentos, plantea que Belgrano había sido el general más riguroso y no permitía a mujeres en el ejército, pero que María Remedios “era la única que tenía la facultad para seguirlo” y que por sus acciones en el campo de batalla le había entregado el título de Capitana.

Finalmente, luego de tantas idas y vueltas, deciden entregarle su pensión. Hombres blancos, privilegiados de la época discutiendo si una mujer negra que ha puesto su propio cuerpo y el de su familia en plenas batallas independentistas era merecedora de un sueldo digno. Hombres blancos que discuten esto, no por bondad, sino porque ella tuvo que ir a pedirlo. ¿Cuántas historias similares se suceden hasta nuestros días?

Reconocer nuestro pasado y presente afrodescendiente

Cuando hablamos de María Remedios del Valle estamos trayendo a nuestros días cientos de historias ocultas. Porque así como tuvimos que tenderle la mano para que se empiece a reconocer su vida y sus aportes a la construcción de la Independencia, también debimos hacerlo al interior de nuestras familias para asumir nuestra propia negritud, tan vapuleada por el lenguaje, los insultos y la no correspondencia de nuestros cuerpos.

Rescatar su historia es también tenderle la mano a la enorme influencia africana y afrodescendiente en la filosofía, la literatura, la música, el lenguaje, entre otros saberes ancestrales que también nos han sido ocultos en nuestra tierra. 


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Estos ocultamientos no se dan porque sí. Los Estados ocultan por algo. En general, ese “algo'' nos da herramientas para pensar una vida distinta, con más derechos e igualdad. 

Rescatar su historia es militar para que más mujeres negras podamos reconocer nuestra resistencia histórica y organizar redes de solidaridad en los barrios populares de Argentina que, en su gran mayoría, cuentan con importante población afrodescendiente e indígena.

María Remedios del Valle se suma a las mujeres que estuvieron en pie organizando comunidades enteras para liberarse del yugo de la esclavitud, como Dandara en Brasil, lidereza del Quilombo dos Palmares. Rescatar su figura es nombrar también a otras mujeres que pusieron en marcha organizaciones afroargentinas y afrodescendientes a partir de los años 80, cuando nadie hablaba de esto en Argentina. María Magdalena “Pocha” Lamadrid, fundadora de África Vive en Buenos Aires; Lucía Molina de la Casa Indoafroamericana en Santa Fe; Paulina Diaz y Miriam Gomes de la comunidad Caboverdeana; entre decenas de otras compañeras.

Rescatar la historia negra es decir que acá estamos; y no por ser negras somos extranjeras. Con María Remedios del Valle no sólo hablamos de nuestra identidad nacional negra, sino también de nuestra lucha por conquistar más derechos, lugares de habla y de acción. Porque como dice Francia Márquez, actual vicepresidenta de Colombia, y segunda mujer negra en conquistar ese puesto en un país de América Latina (luego de Epsy Campbell en Costa Rica), “esta lucha no empezó con nosotros, empezó con nuestros ancestros”.


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