Una de las causas de la brecha salarial es la selección de carrera profesional. Mientras que los varones tienden a elegir carreras vinculadas a las ciencias aplicadas, que son más cotizadas, las mujeres tienen mayoría en las ciencias humanas, sociales y de la salud, pero ¿es realmente una elección consciente o una respuesta a estereotipos de género?
Por María Dolores Firpo
La brecha académica está basada en sesgos sobre las capacidades femeninas y masculinas. Mientras que las "características femeninas" son erróneamente asociadas a las ciencias blandas, las masculinas se consideran más "apropiadas" para las ciencias duras. Estos estereotipos limitan a las mujeres a ciertos ámbitos de desarrollo y aquellas que rompen con estos límites son reprochadas socialmente. “Siempre te van a decir algo”, comenta a Feminacida Leonor, que ejerce como ingeniera naval mecánica. “Que la carrera es para hombres, que cómo te vas a meter en eso, o por qué no fuiste maestra. Son comentarios que están en la calle a menudo”.
Solo un 40 por ciento de los estudiantes dentro de las ciencias aplicadas son mujeres. “Éramos cuatro o cinco en una cursada llena de varones. Luego los compañeros fueron cambiando, pero la cantidad de mujeres más o menos siempre fue la misma”, recuerda Ana, ingeniera en Sistemas, en diálogo con este medio. Ello refuerza la idea de la existencia de "capacidades naturales masculinas" para estas áreas académicas. Pero lo que socialmente se interpreta como "falta de interés" o "capacidad" por parte de las mujeres es, en realidad, una respuesta a lo impuesto.
Ellos son mayoría
Elisa Bachofen, la primer mujer ingeniera, egresó hace ya 100 años y aún existe una gran falta de referentes femeninos. La mayoría de los paneles de expertos son integrados casi por hombres, a pesar de la cantidad de ingenieras con el mismo nivel de experiencia o conocimiento. El consejo directivo de la Facultad de Ingeniería de la UBA está compuesto por 13 hombres y 2 mujeres, y el claustro de graduados sólo por hombres. Ellas ocupan solo el 15 por ciento de los cargos de profesoras titulares, el 25 por ciento de cargos de directoras de departamento y nunca hubo decanas.
La baja proporción en estas ramas de estudios contribuye directamente en la brecha salarial que actualmente ronda entre un 26 y 30 por ciento menos que los hombres. Las ciencias duras son las de mayor demanda y mejor pagas en el país. Según un relevamiento de la FAETT, el rubro IT y telecomunicaciones es el sector mejor remunerado en 2018, mientras que las carreras relacionadas con las ciencias blandas son las menos cotizadas.
Al momento de cursar, ellas suelen ser relegadas y ridiculizadas, tratadas como turistas en un salón lleno de hombres. “Me sentía sapo de otro pozo” - comenta a Feminacida Soledad, que estudió Licenciatura en Sistemas - “Cada vez que hablaba me miraban como diciendo: ¿qué dice la rubia tarada?”. Por su parte, Silvina Boggi, ingeniera química, docente, investigadora y secretaria general de AGD-FIUBA, señala a este medio otro sesgo: “Se deja en claro que el lugar 'natural' de una mujer es en lo teórico y no en lo experimental”. Los profesores también se encargan de reproducir esos estereotipos en el aula.
Más esfuerzo por ser mujer
Paula estudió Tecnicatura y Licenciatura en sistemas. Dice a Feminacida que hay un pensamiento sexista que muestra a la mujer como "analista" y al hombre como "desarrollador": a ellas se las asocia "detallistas, más sensibles". Ana cuenta que esto mismo se replica en el ámbito laboral: "Cada vez que busqué trabajo noté sorpresa al ser programadora. Me han llegado a decir que pensaban que las mujeres no sabían programar".
Si una mujer tiene éxito académico en estas disciplinas se considera un caso único y excepcional, resultado de un esfuerzo sobrehumano. Los logros masculinos son considerados "naturales". Ante ello muchas sienten que deben probar que son competentes. “Una siente que debe demostrar que es capaz”, expresa Leonor. Silvina vive la misma situación en el laboratorio de radiación electromagnética donde trabaja. “Si bien hace muchos años que estoy ahí, tengo la sensación permanente de que debo demostrar que tengo la capacidad”, cuenta a Feminacida.
Ante esta problemática las investigadoras especializadas en género y tecnologías Cecilia Castaño y Julieta Webster se preguntan si las mujeres deberían adaptarse a la cultura masculina dominante o si se debería incorporar una perspectiva de género al ámbito científico-tecnológico.
Como respuesta, en la Facultad de Ingeniería de la UBA se constituyó la “Comisión de prevención de situaciones de violencia o discriminación de género y/o Identidad Sexual” que busca promover igualdad oportunidades. “Va a ser largo y difícil” - comenta Silvina, que forma parte de la comisión - “Tendremos mucha oposición en el camino, pero este es el momento para comenzar.
Foto: Córdoba Primero