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El intento de golpe en Brasil y el recrudecimiento de la derecha en Latinoamérica

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Las imágenes de manifestantes bolsonaristas atacando los edificios de los tres poderes del Estado en Brasilia recorrieron toda la región y el repudio en diversos países fue masivo e inmediato. Diferentes líderes de la Patria Grande manifestaron su solidaridad y su apoyo a Lula Da Silva, quien ya había decretado la intervención federal de los organismos de seguridad de Brasilia hasta el 31 de enero. Ayer hubo marchas en todo el país para defender la democracia, donde millones de personas se concentraron bajo una misma consigna: “¡Fascistas, no pasarán!”

"Quienquiera que haya hecho esto será encontrado y castigado. La democracia garantiza el derecho a la libre expresión, pero también exige que se respeten las instituciones. No hay precedentes en la historia de Brasil sobre lo que han hecho hoy. Por eso deben ser castigados", aseguró el presidente ayer en conferencia de prensa, justo a una semana de asumir. 



Un ataque planificado

Ludmilla Teixeira es la fundadora de Mujeres Unidas contra Bolsonaro (MUCB), movimiento que articuló manifestaciones bajo una misma consigna: “Ele Nao”. En diálogo con Feminacida, la militante del PSOL y candidata a diputada estatal por Bahía en las últimas votaciones manifiesta la consternación por los asaltos al Congreso, el Palacio de Planalto y el Superior Tribunal Federal. Sin embargo, admite que no fue una sorpresa. “Desde las elecciones, estas personas han acampado frente a cuarteles en diferentes partes de Brasil anunciando ataques contra la democracia, pero las fuerzas de seguridad pública no han hecho nada”, denuncia. 

Gran parte de los atacantes llegó desde el Cuartel General del Ejército. Allí habían montado un campamento para pedir un golpe de Estado e insistir con el fraude, fantasma que se intentó instalar durante los días previos a las elecciones y que no claudica hasta el día de hoy entre los seguidores del expresidente ultraconservador. 

Dacil Lanza es periodista de Política Internacional. Estuvo en Río de Janeiro durante la primera y segunda vuelta electoral cubriendo para Télam, la agencia nacional de noticias. Desde allí ofició de cronista para relatar lo que sucedía entre los votantes de Jair Bolsonaro: “Bolsonaristas pasaron del festejo a los rezos por un milagro que jamás llegó” fue el título de la nota donde relevó testimonios de varias personas que, una vez consolidada la tendencia del líder del PT, le pedían a Dios que diera vuelta el resultado. 

Entrevistada por Feminacida, la comunicadora adelanta que la gesta de estas manifestaciones fue, incluso, anterior a la derrota del Donal Trump brasileño con diferentes cuestionamientos a la justicia electoral y a la urna electrónica, sistema por el cuál él mismo fue electo y que se usa en Brasil desde la década del 90. “Bolsonaro había dicho que si él no ganaba por un 60 por ciento en primera vuelta es que algo raro había”, repone Dacil Lanza. 



“Se fueron corriendo los límites de estos manifestantes golpistas cuya demanda es la intervención militar para bajar a Lula, para darle un golpe. Vimos una seguidilla de acciones que fueron corriendo el margen y vimos cómo las fuerzas de seguridad fueron dejando hacer”, analiza la periodista. 

Las investigaciones sobre las implicancias y responsabilidades están en curso. “Vamos a averiguar quiénes financiaron lo que pasó y todos pagarán con la fuerza de ley”, aseveró Lula en la misma conferencia de prensa y hoy Teixeira lo ratifica: “Estas manifestaciones golpistas están siendo financiadas, hay que identificar y sancionar a los que están apoyando esto”. 

Además de responsabilizar a su antecesor, Lula denunció la complicidad del agronegocio y las “mafias de la minería ilegal”. “Hubo distintas investigaciones en la prensa brasileña donde mostraban que distintas empresas financiaron micros para que esta gente se movilice. Habrá varias líneas de investigación que determinarán quiénes estuvieron detrás de la organización de estos grupos”, desliza la cronista de Télam. 


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La Policía Militar en la mira

Luego de la invasión a los edificios gubernamentales, el Supremo Tribunal Federal (STF) suspendió por 90 días al bolsonarista Ibaneis Rocha, gobernador de Brasilia. El juez Alexandre de Moraes, la autoridad máxima del poder judicial en Brasil, habló de abandono y connivencia: "Absolutamente nada justifica la omisión y conspiración del secretario de Seguridad Pública y del gobernador del Distrito Federal con delincuentes que previamente anunciaron que cometerían actos violentos contra los poderes constituidos". 

Unas horas antes, Rocha había comunicado en redes sociales la destitución de Anderson Torres, secretario de Seguridad de Brasilia y exministro de Justicia durante la gestión de Bolsonaro. Resulta que el funcionario local se encontraba de vacaciones en Orlando, Estados Unidos, el mismo destino que eligió Bolsonaro para refugiarse desde el 29 de diciembre, justo dos días antes de que finalizara su mandato para no asistir a la ceremonia de paso de mando.

Circularon varios videos que evidenciaron la inacción policial frente a las claras intenciones golpistas de los simpatizantes de Bozo. Ludmilla Teixeira rememoró en sus redes sociales el accionar de la policía militar durante un reclamo de trabajadores de la Educación donde la represión fue inusitada para comprobar la actitud pasiva que tomaron las fuerzas de seguridad en el intento de golpe.  

Consultada al respecto, la militante feminista negra manifiesta: “Notamos un trato diferenciado entre manifestaciones legítimas y pacíficas de los movimientos sociales, siempre recibidas con violencia y fuerza por parte de la policía, pero en relación a estos golpistas, hay olvido y connivencia. Acusamos que parte de la policía de Brasilia está aplaudiendo y apoyando estas acciones terroristas”.

A diferencia del Ejército, la Policía Militar (PM) en Brasil depende de los estados, no del poder nacional. Esto refuerza la responsabilidad que las autoridades de Brasilia tuvieron en los acontecimientos. Ayer el Tribunal Supremo ordenó que las Fuerzas Armadas desmonten campamentos y asentamientos de manifestantes bolsonaristas en todo el territorio: 1.200 fueron desalojados y alrededor de unos 300 fueron detenidos. 



Lula Da Silva designó como interventor a Ricardo Capelli, parte del equipo del actual ministro de Justicia, Flavio Dino. El gabinete que conformó el presidente electo fue noticia no sólo por el número, sino por la representatividad y diversidad. El de Bolsonaro, en cambio, se destacó por la alta presencia de militares.  

“Un acuerdo básico, desde el regreso de la democracia en Brasil, es que el Ministerio de Defensa lo ocupe una persona civil. Desde ya que con Temer y con Bolsonaro esto fue desestimado y profundizado. Desde que asumió Lula, y con el ministro de Defensa que nombró (Jospe Mucio), se busca neutralizar esas demandas de mayor representatividad de las Fuerzas Armadas. Hay que ver, hasta ahora los gestos que dieron las FFAA tienen que ver con esa línea, la de seguir dentro del orden democrático”, comenta la periodista especializada en relaciones internacionales. 

El recrudecimiento de la derecha en Latinoamérica

“Hace casi dos años el Capitolio estadounidense fue atacado por fascistas. Hay movimientos fascistas en el extranjero que intentan hacer lo mismo en Brasil”, señaló Alexandria Ocasio-Cortez en su cuenta de Twitter. La congresista demócrata comparó lo sucedido en Brasilia con el ataque que seguidores de Donald Trump hicieron en 2021 al edificio que alberga las dos cámaras legislativas de Estados Unidos. Casualmente fue un 6 de enero.

Sin embargo, la legisladora afrolatina no fue la única que encontró puntos de contacto entre ambos eventos fascistas. Cuando referentes, funcionarios y funcionarias de Latinoamérica y de todo el mundo condenaron los ataques, hubo alusiones a aquel asalto que intentó evitar el reconocimiento de la victoria electoral de Joe Biden. 


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“Nunca son locos sueltos, ni acá ni en Brasil. Los proyectos políticos, judiciales, mediáticos y económicos basados en discursos de odio de las derechas, que incluyen la persecución judicial de proyectos populares, sólo generan sociedades violentas, armadas y peligrosas para el pueblo”, expresó la senadora Juliana Di Tullio en sus redes. El intento de magnicidio contra Cristina Fernández de Kirchner ya nos hizo testigos del hecho de violencia política más extremo de los tiempos democráticos de nuestro país y la pregunta por la "casualidad" de los hechos vuelve: ¿Realmente van a seguir insistiendo con que estos hechos son azarosos y aislados?

Ya lo dijo la vicepresidenta: “Quienes creemos en lo nacional, popular y democrático debemos darnos además un análisis profundo y descarnado frente a este fenómeno que más allá de la existencia de organizadores, financiadores y responsables (que siempre los hay) captura a segmentos de la población (inclusive algunos en contra de sus propios intereses económicos) para jaquear la democracia”. 


 
 
 
 
 
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Entonces, ¿dónde radica la estrategia de los gobiernos democráticos cuando el juego de las nuevas derechas ya está sobre el tablero?

Dacil Lanza destaca que asistimos a una “polarización asimétrica”. Es decir, “no vemos una radicalización de la izquierda, sino más bien de la derecha”. Para ejemplificar, la analista política vuelve a lo sucedido en Estados Unidos: “Cerca de los dos tercios de los representantes de los republicanos en el Congreso aún consideran que la elección que ganó Biden fue fraudulenta. Esto quiere decir que, más allá de quienes tomaron el Capitolio en un acto radical, uno de los principales partidos políticos de Estados Unidos coincide en que hubo fraude. Y esta radicalización habla de un cuestionamiento al orden liberal, a las instituciones liberales, a la democracia representativa”.

Por su parte, la fundadora de de Mujeres Unidas contra Bolsonaro insiste en que la pelea por la disputa de sentidos hay que darla en las ruas: “La militancia que lucha por la democracia dará respuesta en las calles. Se organizaron diversos actos para reforzar la importancia de defender nuestras instituciones democráticas”, confirma Teixeira. No habrá amnistía para los golpistas. 


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