No hay trabajos imposibles. Si bien la cultura estableció roles de género y éstos influyen en las elecciones que hombres y mujeres hacen respecto a en qué ámbitos y trabajos desempeñarse, cada vez hay más personas que deciden sortear obstáculos y hacer lo que realmente les apasiona. La electricidad no es sólo cosa de varones, se necesita delicadeza en las manos para realizarla. Una columna de Feminacida para Mujeres… ¡de acá!, programa emitido por Radio Nacional.
María Nieves tiene 58 años y desde sus 18 se dedicó a la docencia. Ya jubilada como profesora, vicedirectora y directora de educación especial y psicomotricista, decidió cambiar de rumbo con un giro radical: “Quería ocupar mi tiempo en algunas actividades, pero especialmente que no fueran escolares ni relacionadas con la psicología”.
Así fue como siguió el impulso y decidió buscar qué ofertas había cerca de su casa en la ciudad de Buenos Aires. “Los talleres de peluquería, de manicura o tejido no me interesaban, pero sí el de electricidad”. Y es que a pesar de que su esposo es arquitecto, María Nieves cuenta que en su hogar había muchísimos enchufes de los cuales sólo tres funcionaban. “Para mí siempre fueron enchufes, pero hoy sé que se llaman tomas”, aclara.
Pandemia de por medio, en marzo de 2020 comenzó el curso de forma virtual. De los más de 20 inscriptos, sólo cuatro o cinco continuaron con las clases. "Electricidad era algo que me gustaba mucho y que quería aprender porque, en general, lo que me pasa es que suelo temerle a determinadas cosas. Pero ese temor me incita a averiguar y a investigar sobre eso, así que electricidad me pareció maravilloso”, continúa.
Si bien las mujeres en oficios como electricidad o albañilería se cuentan con los dedos de la mano, existen. Persisten aún prejuicios en tono machista, pero ellas cada vez van ganando más terreno. María Nieves cuenta que fue todo un descubrimiento aprender, no sólo los distintos usos de los cables según color, sino también los diferentes amperometrajes. Sin embargo, su determinación tajante la sostuvo: “En general no tengo ningún tipo de vergüenza para preguntar, pero sí me daba cuenta de que los varones sabían mucho más. Tres estaban trabajando en obra y otro muchacho no, sino que usaba el curso como un hobby igual que yo. La diferencia era que, así y todo, él sabía mucho más. Había un conocimiento previo”, relata y dice que, además, en todo momento su profesor la trató como una más, sin sesgos y de manera respetuosa al igual que sus compañeros.
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Hoy la flamante electricista es quien realiza los trabajos en su hogar, en las casas de sus hijas y también en las de sus amigas: “Una vez se me ocurrió hacer una guirnalda, de esas que se usan mucho ahora, que están en las calles de las veredas de los bares. Dije 'a ver qué onda esto' y la verdad que me quedó hermosa. La primera fue para mi hija Sofía, que dice que todo es hermoso y divino. A Victoria todavía se la debo porque está en construcción y aún no sabemos las medidas”, cuenta entre risas. A su vez, realiza trabajos a personas conocidas y en su propio hogar: ”En casa, cada vez que quería hacer algo tenía la sombra de mi marido atrás queriendo ayudar, pero este año me animé y después de mucho tiempo hice un cambio de toma y una tecla en el baño. Ahí se dio cuenta de que sabía”.
Con su aprendizaje y puesta en práctica, María Nieves derriba estereotipos y mandatos. También reflexiona sobre qué pasaría si hubiera mayor inclusión y oferta para las mujeres en ámbitos como este: “Creo que es súper importante para todas y para todos que ocupemos estos espacios. Se trata también de igualdad de derechos y de oportunidades. Pero está bueno que las mujeres avancemos en esos espacios y que podamos incursionar en estas profesiones. De hecho ya estoy pensando muy seriamente en hacer el curso de plomería. Todavía no estoy encontrando lugares, pero lo voy a conseguir”, concluye.