Nelly Gamboa es sinónimo de lucha, como tantas madres que pierden a sus hijxs por femicidios y siguen buscando justicia. Hoy acompaña a otras mujeres: la casa que lleva el nombre de su hija Sandra, inaugurada un día como hoy hace dos años, brinda atención integral a personas en situación de violencia de género en la ciudad de La Plata.
Nelly tiene 52 años y lleva más de 13 buscando justicia. Es de pequeña estatura, morocha de piel morena, y tiene una voz que supo ser tímida, pero fue tomando fuerza con el pasar del tiempo. En la ciudad de Ancón, Perú, tuvo una vida muy tranquila junto a su hija y su hijo. Hasta que el domingo 18 de febrero de 2007 recibió una llamada que la hizo tomar el impulso de volar a la Argentina con los últimos dólares que le quedaban: su hija Sandra Ayala Gamboa había desaparecido.
Sandra había viajado a Argentina el 28 de octubre de 2006 con el sueño de estudiar Medicina, ya que en su país la educación era privada y su novio, que vivía en Argentina, le ofreció vivir en la pensión de su madre y estudiar en una universidad pública. “Allá en Perú tienes que tener plata para hacer una consulta médica, sino nadie te atiende. Ella quería estudiar Medicina para atender a quienes no tenían acceso”, recuerda la madre de la joven.
Una nueva vida comenzó para Nelly después de ese llamado. Llegó al Aeropuerto Internacional de Ezeiza el martes 20 de febrero a las siete de la mañana sin saber cómo llegar a La Plata. “No sabía ni conocía nada, solamente quería venir a La Plata porque sabía que mi hija estaba aquí”. Consiguió que una familia que se dirigía al mismo lugar la acompañara. Cuando les contó que su hija estaba desaparecida, lo primero que cruzó por la cabeza de la mujer de la familia con la que viajaba fueron las redes de trata, ya que estaba en auge la lucha de Susana Trimarco por la desaparición de Marita Verón, que, aunque ya habían pasado tres años, fue el puntapié para que se problematizara y visibilizara la cuestión.
Al llegar a La Plata, Nelly visitó consulados, comisarías, medios de comunicación, a otras madres que entendían por lo que estaba pasando, como Rosa Brú, madre de Miguel Brú desaparecido en 1993 en la Comisaría Novena de La Plata, hasta que la desaparición de Sandra tomó estado mediático.
El jueves 22 de febrero de 2007, cuando estaba llegando a la pensión donde vivía su hija, vio policías y personas aglomeradas: habían encontrado el cuerpo sin vida de una mujer en el ex Archivo del Ministerio de Economía de la Provincia de Buenos Aires, ubicado en pleno centro de la ciudad de La Plata, avenida 7 entre 45 y 46, una zona más que transitada. El lugar estaba cerrado hacía unos meses por refacciones. Era Sandra. La joven había ido por una entrevista de trabajo para cuidar a unxs niñxs y fue engañada. Diego José Cadícamo, intentó violarla y terminó matándola. Luego, sería juzgado por el caso de Sandra y siete abusos más.
Desde ese momento la voz de Nelly ya no fue baja, ni tímida, ni miedosa. Se alzó en nombre de su hija, y de todas aquellas mujeres en situación de violencia. Nélida, junto a muchas organizaciones políticas y sociales, de derechos humanos y feministas que la acompañaron siempre, velaron para que el edificio no volviera a ser una simple oficina estatal, sino que sirviera para contener y acompañar a mujeres víctimas de violencia de género.
El proyecto de la Casa Sandra Ayala Gamboa (CSAG) llegó a la legislatura provincial, y después de muchos intentos fue aprobado, aunque con modificaciones. El 10 de septiembre de 2018 la CSAG abrió sus puertas como centro integral de acompañamiento para víctimas de violencia de género, con un equipo técnico de psicólogas, abogadas, profesionales de la salud y equipos dedicados a la niñez. Hoy es una oficina en la entrada del edificio gubernamental, aunque siguen militando por una mayor conquista de espacio. En febrero de este año se anunció que comenzará a depender del nuevo Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad.
El lugar brinda atención de lunes a viernes de 8 a 18 y es Nelly quien personalmente guía a las mujeres denunciantes. En diálogo con Feminacida, manifiesta: “Yo siempre digo, si en su momento hubieran habido espacios como este, seguramente Sandra hubiera encontrado otro tipo de ayuda. Pero no fue”.