Yusra Mardini es nadadora olímpica. Nació y se crió en Siria en una familia de nadadores y nadadoras. A los 18 años decidió dejar el país junto a su hermana mayor. Después de una travesía que incluyó un avión, un bote que casi se hunde en el mar Egeo y cruzar 5 países por tierra de forma ilegal, llegaron a un campo de refugiadxs en Berlín. En Alemania, conoció un club de natación donde pudo reencontrarse con el deporte que la apasiona. Participó de los Juegos Olímpicos de Río 2016 y Tokio 2020.
Qué significa participar de unos juegos olímpicos, cuán importante fue el deporte para seguir adelante, cuáles son las claves de su fortaleza como nadadora, qué opina de la salud mental en el deporte y cómo lidiar con las presiones son algunos de los temas de esta entrevista.
Recién volvés de Tokio, ¿cómo fue la experiencia y qué significa para vos participar de los Juegos Olímpicos?
Formar parte del Equipo Olímpico de Atletas Refugiados/as por segunda vez fue increíble. Fue mi segunda participación, pero la experiencia de estar en los Juegos Olímpicos es siempre única y diferente. Y saber que representamos a tanta gente en todo el mundo es algo que me enorgullece mucho. El Equipo Olímpico de Atletas Refugiados se creó para los Juegos Olímpicos de Río 2016 y está compuesto por atletas sin representación de ningún comité olímpico nacional. Uno de los objetivos de su creación es darle visibilidad a la causa de las personas en situación de asilo y demostrar que son capaces de alcanzar logros importantes si se les brinda las oportunidades y el apoyo necesario.
Tus primeros Juegos Olímpicos fueron en Río 2016. En esa competencia tuviste mucha gente apoyándote en el público. Tokio 2020 fue diferente porque la emergencia de la pandemia no permitió el ingreso de espectadoras/es. Imagino que hubo más silencio en la pileta, ¿Qué pasó por tu cabeza antes de entrar al agua?
El silencio no me molestó para nada, fue bueno. No estuve tan nerviosa porque no había gente mirando. O sí, pero detrás de la pantalla, así que la presión fue menor. Pero la sensación es la misma, porque cuando estás nadando y compitiendo, no pensás en quién está ahí afuera y quién no, solo pensás en concentrarte en tu carrera y nadar bien.
¿Cuál fue la importancia que tuvo el deporte cuando llegaste a Alemania? ¿Creés que es la razón por la cual tuviste una mejor chance de reconstruir tu vida en otro país?
Desde que salimos de Siria, con mi hermana decidimos que queríamos llegar a Alemania porque es un país seguro que tiene un buen equipo de natación y oportunidades para construir nuestro futuro. Cuando llegué y empecé a nadar me ayudó mucho: pude entrenar y también integrarme en la comunidad. Estoy muy agradecida de todo el apoyo que recibí desde que llegué.
El deporte: mucho más que competir
A los seis meses de llegar a Alemania, todavía viviendo en el campamento de refugiadas/os, Yusra consiguió realizar una prueba en el club Wasserfreunde Spandau 04, asociado a las Escuelas Deportivas de Élite de Berlín. Desde entonces pertenece al equipo de natación del club.
¿Cuál es la importancia del deporte en la vida de las personas en situación de asilo?
Para mi la natación es una terapia, yo redirijo todo mi enojo y los pensamientos que me entristecen y que no puedo controlar hacia el deporte. Siempre usé a la natación como un respaldo cuando estaba pasando por un mal momento en mi vida. Por otro lado, el deporte me dio la oportunidad de conocer a muchas personas, hacer amistades y ser parte de la comunidad. Creo que es muy importante que las personas que se encuentran en asilo en algún país tengan acceso, primero a la educación, y luego al deporte. Es útil, no solo para ellos/as, sino también para la comunidad, poder integrarlas de una forma segura y amena. En Alemania los refugiados/as tienen acceso al deporte, pero no sucede lo mismo en otras partes del mundo. Hay muchas personas que todavía viven en campamentos y que no tienen las necesidades básicas cubiertas. Entonces es fundamental que primero reciban atención médica, comida, educación, acceso a la higiene y luego puedan practicar deporte.
El deporte es mucho más que solo entrenar. Implica una responsabilidad, transmite valores y te da un objetivo que perseguir.
¡Por supuesto! El deporte me enseñó a ser paciente, a compartir. Aunque la natación es un deporte individual, sin mi equipo no llegaría lejos. La natación forma parte de mi vida desde que soy joven, no conozco vida sin nadar. Para los atletas es una parte fundamental porque pasamos más tiempo entrenando, con nuestro equipo, con el cuerpo técnico que con nuestra familia. Todo eso para lograr nuestros sueños. Por eso los Juegos Olímpicos generan tanta emoción: sabemos lo mucho que trabajamos para conseguir nuestras metas, los sacrificios que hicimos. Tengo mucho respeto por todas las deportistas por tener la disciplina de dejar muchas cosas de lado por el deporte. Muchas veces mis amigas o mi hermana me invitan a salir, yo les digo que no porque tengo que acostarme temprano para ir a entrenar y me preguntan cómo hago. ¿Sabés qué les digo? Tengo una meta en mente y voy por ella (se ríe).
Yusra habla de sacrificio como algo natural porque es parte de su historia. Cuando dejó Siria, el trayecto entre Turquía y Grecia fue en bote. Era una embarcación que soportaba máximo 8 personas, pero había 20. El recorrido por el mar Egeo dura 45 minutos, a los 15 el motor comenzó a fallar. Solo había 4 personas que sabían nadar, entre ellas las hermanas Mardini que no dudaron en tirarse al agua y empujar el bote. Tardaron más de tres horas pero lograron llegar a la costa.
Sos una mujer muy segura de sí misma y positiva. ¿Cuál es la clave de tu fortaleza?
Para mí la clave es ser honesta: soy una persona con las ideas claras y no tengo miedo de decir lo que pienso. Por supuesto que muchas veces no me siento bien, me compro un helado, vuelvo a mi casa y lloro un montón. Y hablo de eso porque está bien; no se supone que seamos perfectas. Si fuéramos todas iguales y estuviéramos siempre felices, la vida no significaría lo mismo. Soy honesta también conmigo misma, sé cuáles son mis objetivos y amo lo que hago. Creo que esa es una de las cosas más importantes. También mi trabajo con refugiadas/os, contar mi historia para ayudarles o para que más personas conozcan la situación de las personas en los campamentos. Mi familia también tiene un rol muy importante en mi crecimiento como la mujer fuerte que soy. Siempre me hicieron sentir especial, me transmitieron confianza y estuvieron ahí para mí cuando los necesité. Todas estas cosas me convierten en la mujer que soy hoy. Nadie en el mundo está bien todo el tiempo. Tenés días en los que dudás de lo que hacés, de tus sueños, de todo y te preguntás qué estás haciendo con tu vida. Pero todas esas preguntas están bien, si no nos las hacemos, no creo que vayamos por el camino correcto.
Es un año en el que se ha hablado mucho de la salud mental en el deporte y es importante seguir hablando y reflexionando sobre eso.
Vi lo que pasó con Simone Biles y Naomi Osaka. Estoy furiosa por los comentarios que están recibiendo. Ni siquiera soy medallista y tengo mucha presión porque la gente quiere que gane el oro, imaginate a las y los deportistas que compiten por una medalla. También deberíamos aprender de Michael Phelps, que casi se quita la vida. Las atletas tienen tanta presión, y la gente solo ve una máquina entrenando todo el tiempo y consiguiendo una medalla, pero no saben que para cada deporte se invierten muchas horas. Esto es mucho para una deportista que consigue una medalla cada cuatro años, deberían ser recompensadas todos los días. Es muy importante hablar de salud mental. Hace un año que empecé a ir a terapia, al principio no quería pero luego me di cuenta que me ayuda. Las personas que vivimos una guerra en su país y que somos refugiadas estamos constantemente negando lo que pasó porque no queremos pensar en ello. Por eso es tan importante hablar con alguien al respecto, aunque no sea para darme un consejo, solo para escuchar. Ahora cada vez que llamo a mi terapeuta me permito llorar y descargar lo cual es muy bueno, se convirtió en un lugar seguro para mí. Todos los atletas entienden lo difícil que es, especialmente este año después de la pandemia por el covid. Estuvimos trabajando por un sueño que no sabíamos si se iba a cumplir. Entrenábamos para unos Juegos Olímpicos que no existían, cada día escuchábamos una noticia diferente al respecto. Tengo mucho respeto por todos los atletas del mundo por tener la motivación para continuar. Mi mayor motivación fue la gente que me rodea. Mis compañeras de departamento con las cuales nos apoyábamos mutuamente cuando alguna estaba mal o no quería ir a entrenar. Es muy importante ser abierta, las personas no son estúpidas por pedir ayuda, saber que necesitás ayuda y no pedirla es estúpido.
Delfina Pignatello, la joven nadadora argentina que también participó en Tokio 2020 recibió malos comentarios luego de competir y decidió dejar de hacer streamings y alejarse de las redes sociales. ¿Cómo es para vos conectar con las personas a través de las redes sociales? Tenés muchos/as seguidores, ¿Cómo lidias con eso?
En mis redes sociales recibo comentarios como “si amás tanto a tu país por qué no volvés”, “sos la última en las carreras” pero estoy muy segura de mi misma y no me importan. Si esas personas algún día consiguen lo que yo conseguí, a la edad que tengo, habiendo pasado lo que yo pasé, recién ahí podemos hablar. Delfina es inspiradora. Luego de que su abuela murió, se presentó en la competencia y ganó el oro. La respeto mucho y debería seguir adelante y no dejar que esas personas la afecten de ninguna manera. Tiene que confiar en ella, saber que trabaja muy duro para llegar a donde está y sin importar los resultados debe estar orgullosa de sí misma. A veces nos caemos, a veces lloramos, pero la gente conoce un capítulo tan pequeño de nuestra vida. En mi caso es la historia de Siria a Alemania, luego saben que fui a dos Juegos Olímpicos. Pero todo lo que pasó antes, todo lo que di y me sacrifiqué por nadar, nadie lo sabe y nadie pregunta. No me enojo con la gente que critica por redes sociales, probablemente estén sentados en el sillón de sus casas, comiendo pochoclo y juzgando a la gente.