Foto de portada: Miela Sol PH
Ni el amor, ni el deseo, ni las calles son propiedad heterosexual. Sin embargo, la manera que conocemos para construir nuestras relaciones está atravesada por sus lógicas, sus historias y sus reglas. El movimiento LGTTBIQ+ siempre respondió con amor y lucha al odio y el desamparo de las sociedades expulsivas de la diversidad. La historia sugiere la tarea de forjar nuevas formas, salir de los márgenes a los cuales nos empujaron, colgar flores de sus armas y chaparnos en las puertas de sus iglesias. Las lesbianas nos encontramos para recorrer juntas ese camino de búsqueda, para ponerle nombre al deseo que nos quisieron amputar pero resiste en las memoria de las viejas, obligadas a la soledad, en el grito de la juventud donde arde el feminismo, y en la inocencia de las infancias por las cuales la lucha se hace más urgente.
Cada 7 de marzo se conmemora en Argentina el día de la Visibilidad Lésbica. Visibilizar es también dar lugar a los interrogantes inherentes al temblor de las estructuras. ¿Cómo movernos por fuera de la normalidad si sólo conocemos sus caminos? ¿De qué manera construimos nuestros vínculos las lesbianas? ¿Realmente son más intensos? ¿Qué importancia tiene generar nuevos espacios para encontrarnos? ¿Cuál es el rol de la amistad en esta búsqueda?
De los márgenes al medio de la pista
Un grupo de pibis juega al Uno en la vereda de un bar, en una esquina de Palermo viejo. A su mesa, le sigue una hilera de al menos otras seis; lo mismo del otro lado de la ochava. Todas están ocupadas, en su mayoría, por lesbianas. El evento lo organizan Camila Alfie y Sofía Arriola, integrantes de Lesbodramas, una cuenta de Instagram de memes y poesía, que trascendió las redes sociales y se transformó en un espacio de encuentro y reunión. “Lesbodramas es una página, pero también hoy es un after, y la semana pasada fue un espacio de fútbol. Intentamos que sea un lugar donde la gente se pueda sentar a hablar de sus primeras experiencias sin sentirse presionade”, cuentan en diálogo con Feminacida. Además, discuten con el costado transexcluyente de un sector del lesbianismo: “nos gusta saber que nos siguen un montón de chicas y chicos trans”, aseguran.
Con el humor como “vehículo de resistencia”, según palabras de Camila, abren la cancha a la reflexión y proponen abandonar por un rato la virtualidad para compartir birra y torta. Las mueve la certeza de que es necesario construir espacios para que las lesbianas se encuentren y disputarle a la normalidad terreno y significados.
Intensidark y Lesbodramas: la ex de mi ex
“Era un chiste y quedó”, cuentan las pibas de Lesbodramas cuando les preguntan con respecto al nombre de la página. Pero todo chiste tiene un pie en la realidad. ¿Qué son los lesbodramas?¿Cuáles características de las relaciones lésbicas se traducen en dramas particulares de ese tipo de vínculos? ¿Dónde se gesta lo “dramático”?
Asegurar que las mujeres son más intensas y que eso se potencia en las relaciones entre dos mujeres cis es, al menos, algo polémico. Sin embargo, no puede negarse que fuimos socializadas de una manera en la cual expresar los sentimientos no tiene nada de malo, a diferencia de las masculinidades hegemónicas, en las cuales es más común que se reprima la afectividad. Así lo afirma Camila: “Quienes fueron criados como varones están mucho más limitados. Entonces qué pasa, si juntas a dos personas que están con una disposición más abierta a hablar, a mostrar sus sentimientos, a poder dialogar sobre eso sin sentirse reprimidas, ahí se genera una cosa re intensa”. Para ella, esta es una de las particularidades que configuran el lesbodrama y otra de las razones es ni mas ni menos que la endogamia. “A veces siento como si viviera en una burbuja donde son todas lesbianas”, cuenta. Fuera de la burbuja la realidad es diferente: “Les pakis puede ser que corten y no se vuelvan a cruzar. Tengo amigas que están de novias con chabones, cortaron y nunca más los volvieron a ver. En el lesbianismo si corto con alguien y tengo cien personas en común es muy posible que me la vuelva a cruzar, que me entere si está saliendo con alguien, o me la encuentre en algún lado. Siento que el lesbodrama tiene que ver con aprender a lidiar con la propia endogamia lesbica”.
Amigas tortas
Terminado el partido de fútbol, un grupo de amigas se junta al costado de la cancha. Cambian los botines por zapatillas y comparten una birra. De las nueve o diez que se quedan, la mayoría son lesbianas, algunas bisexuales y alguna que otra es heterosexual. A lo largo de la jornada, los códigos de la experiencia común se despliegan sobre la mesa como puentes sobre la propia historia. Así construyen los relatos. Las lesbianas, que históricamente se movieron por los bordes de la escena principal, toman las mesas de los bares y los clubes para narrarse. Ponen voz donde hubo silencio.
La importancia del encuentro radica no sólo en compartir las experiencias y las vivencias de cada una, sino también en el acompañamiento y el apoyo. ¿Quién entiende mejor una situación que aquella persona que transita un camino similar? “Yo siempre dije que era una persona reservada con las cosas que me pasan a nivel íntimo, pero en realidad no sé si era que soy tan reservada o que nunca encontré un código y un espacio donde ponerlas en común. Muchas veces yo tiendo a pensar las relaciones entre lesbianas, en un código de relaciones en general, que no quiere decir que no tenga cosas de relaciones en general, pero también hay cosas que tiene de especial”, reflexiona Clota, una de las jugadoras que se queda post partido. Guille se suma a su idea y afirma: “En grupos con lesbianas podes compartir un montón de cosas sin prejuicios. Te sentís libre de charlar cualquier tema, eso es lo que siento cuando comparto en grupos donde somos mayoría. Que casualidad o no se da en el ambiente del fulbito”.
Desde Lesbodramas admiten estar sorprendidas por la cantidad de lesbianas que les escriben buscando consejos o simplemente para ser escuchades. “A veces nos escriben y nos cuentan ‘che, me gusta una chica, pero nunca salí con nadie. No sé qué hacer’”, cuenta Camila y Sofía agrega: “Me impacta mucho la necesidad de tener una amiga lesbiana. A veces pasa que no se da: vivís en un pueblo, sentís que sos la única, o con la otra del pueblo ya garchaste. Es necesaria la amistad. Yo con mis amigas lesbianas hablo de otra forma que con mis amigas pakis. Y no porque quiera una más que a la otra sino porque hay otros códigos”.
Además de la puesta en común de las experiencias, desde Lesbodramas insisten sobre la importancia de generar los espacios para que les pibis se conozcan y puedan compartir y apoyarse entre elles.
Micaela a sus 28 años se reconoce bisexual, pero en el inicio de su recorrido sexoafectivo se autopercibía lesbiana y afirma que para ella fue fundamental estar acompañada desde el principio por un grupo de amigas que compartieran su experiencia: “Para mi fue clave, sin duda. Porque no era ‘la rara’, no estaba sola. Al contrario, para mí era bastante común y normal estar con una mujer. Además, ellas fueron muy compañeras también en el proceso familiar, cuando lo conté en mi casa”. Desde Lesbodramas afirman que hay mucha soledad y mucha tristeza en salir del closet: “Es realmente necesario tener más vínculos, tener contención. A veces las familias no lo son, les pakis no lo son. No todos tienen esa posibilidad de juntarse, de encontrarse. Ser lesbiana en soledad es una forma horrible de habitar el lesbianismo”, aseguran.
¿Dónde están las lesbianas?
En el 2019 Marilina Bertoldi ganó el Gardel de Oro. La segunda mujer en ganar el premio, y la primera lesbiana. “Sandro, Charly, Spineta, Calamaro, Divididos, tantos grandes artistas han recibido este premio, ¿quién se lo lleva este año 2019”, se preguntaba Ivan de Pineda, conductor del evento, dando cuenta sin quererlo, de la enorme desigualdad en la repartija de la estatuilla: “La única persona que no es hombre que ha ganado este premio fue Mercedes Sosa hace diecinueve años, hoy lo gana una lesbiana”, contestó Marilina segundos después, trofeo en mano, desde el escenario.
Las compañeras de Lesbodramas aseguran que es necesario ampliar la representación de las lesbianas en el espacio público y en los puestos de poder. Sin embargo se preguntan qué tipos de representaciones son las que buscamos: “¿Esperamos que Canal 13 haga una novela donde salga una lesbiana y que sea joven, flaca, rubia? Hay que ver qué se negocia en las representaciones. A veces hay lesbianas que lo consumen porque están hambrientas de representaciones donde una pueda verse reflejada. Pero, ¿cómo es una lesbiana para un guionista paki de Canal 13? Ves eso y decis ‘no es suficiente’. Tal vez esa representación problemática, inacabada, llega a otros lugares, pero siento que también en esa negociación no se termina de dar cuenta de la multiplicidad de experiencias que pueden haber”, asegura Camila.
A pesar de que en el escenario social comenzaron a aparecer personalidades más diversas y de a poco se abordan temáticas relacionadas con la problemática de lxs trans y los diferentes sectores dentro del colectivo LGTTBIQ+, aún falta mucho camino por recorrer y sobre todo quedan muchos espacios para ser conquistados.
Ahora que sí ¿nos ven?
Copando la esquina de un bar porteño, raspando con los tapones las canchas de fútbol, rompiendo los escenarios meta rock, meta cumbia, las lesbianas, desertoras de la norma como dice Monique Wittig, resistimos las embestidas del patriarcado y el embole de la heterosexualidad, y gestionamos nuestros propios lugares de encuentro. Hoy, en el Día de la Visibilidad Lésbica, cabe preguntarse: ¿No se ve, o no se quiere ver?, porque nos ven chapar en el subte y nos meten presas; nos ven pasar, chongas, renegadas de los mandatos, y se nos vienen al humo. ¿No nos ven ahora pidiendo la absolución de Marian e Higui, sobrevivientes del odio y la tortura? No somos las acróbatas del porno estrafalario para consumo de caballeros que luego terminan olvidando o dando por sentado el consentimiento. Tampoco somos el estereotipo que inventaron para no aceptar que hay más tortas de las que les gustaría (aunque qué bien llevamos las camisas y el pelo corto).
Lo que no se ve y lo que no se nombra, existe, pero habita los márgenes de la sociedad, mientras piensa cuál es la mejor estrategia para robarle las esposas a los señores. Cansadas de andar por la banquina, esquivadoras profesionales del carril heterosexual, las lesbianas existimos. Si no nos han visto es porque sus bares son muy hostiles (y aburridos) y sus calles muy violentas (y represoras). Pero acá estamos, construyendo nuestros propios espacios, nuestras propias reglas.