Mi Carrito

Villa 31: no es el virus, es la desidia estatal

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“A pesar de que se triplicó la circulación de gente en la ciudad, la cantidad de casos se ha mantenido estable, excepto en las zonas más vulnerables de la sociedad y en los geriátricos”, manifestó Horacio Rodríguez Larreta durante el anuncio de la extensión de la tercera fase de la cuarentena, y advirtió que era una situación que se esperaban. La preocupación social por la transmisión exponencial del Covid-19 en los barrios populares porteños crece a la par de las redes vecinales y comunitarias para visibilizar y enfrentar la crisis. Al cierre de esta nota, son 410 los diagnósticos confirmados y representan un 25 por ciento del total del distrito más rico del país. La villa 31, que estuvo sin agua durante 10 días, encabeza la lista con 280 positivos y una muerte. Detrás de cada número, hay familias enteras vulneradas por la imposibilidad de ejercer sus derechos, organizaciones sociales y numerosos actores que trabajan para restituirlos.

Pensar la salud en el territorio

Luego de semanas de ausencia de respuestas estatales a la singularidad de la pandemia en las villas de la Ciudad, la organización de la comunidad en el Barrio Carlos Mugica logró dos avances. Por un lado, la titular de Agua y Saneamientos Argentinos (AySA), Malena Galmarini, y las autoridades públicas porteñas se comprometieron el martes a reanudar las obras pendientes para garantizar el acceso al agua potable y a brindar, mientras tanto, soluciones paliativas. Al mismo tiempo, comenzó a desplegarse DETecTAR (Dispositivo Estratégico de Testeo para Coronavirus en Terreno de Argentina).  "Tenemos particular interés en los barrios donde la circulación es alta y estamos distribuyendo tests rápidos", expresó al respecto el presidente Alberto Fernández. El operativo diseñado por Ciudad y Nación apunta a testear a aquellas personas con sintomalogía en los contextos de vulnerabilidad del área metropolitana de Buenos Aires con el fin de realizar detecciones tempranas del virus. Los agentes de salud del gobierno pasan por cada casa en donde hubo contacto estrecho con casos confirmados y, si se presentan síntomas, aseguran el traslado a un centro móvil donde se les hace el hisopado necesario para la prueba diagnóstica. 

Tomás, integrante de la Agrupación Vamos de Patria Grande y participante del Consejo de Gestión Participativa (CGP), ámbito institucional donde se discute la urbanización del barrio, explicó a Feminacida: “Además se piensa hacer un seguimiento más comunitario, aportando información que tengan organizaciones sociales y referentes barriales. Para eso, la Secretaría de Integración Social y Urbana (SISU) habilitó unas planillas. De manera que si a ese referente le llega información de alguien que puede haber estado en contacto con otro paciente de Covid, se pueda subir rápidamente esos datos, el gobierno de la Ciudad llame para ver si el caso es sospechoso y luego se realice un seguimiento con promotorxs de salud de los CeSAC, integrantes de la Secretaría y un referente a cargo”.

El sociólogo y militante destacó que el pedido de un protocolo sanitario específico para los barrios populares de la Ciudad, que contemple las características de cada territorio, es una demanda que hace rato impulsamos las organizaciones sociales, quienes conocemos de cerca estas realidades y sabemos cómo aportar para resolver vicisitudes. Si bien ya hay algunos diseñados por diversos actores y el Frente de Todxs planea presentar uno la semana entrante, hasta el momento ninguno es oficial. 

Una vez finalizado el primer día del operativo DETecTAR, habitantes del barrio señalaron que “no hubo atención adecuada a lxs vecinxs, no se les dio nada para que desayunaran, mientras esperaban a ser atendidxs, las derivaciones fueron improvisadas, ya que al último grupo de personas no sabían a dónde enviarlas, y los contactos estrechos preventivos no son tomados en cuenta”.

Asimismo, denunciaron que mientras a otros sectores sociales se los deriva a hoteles para realizar el aislamiento, a ellxs se le ordena cumplirlo “en su hogares de 4×4 en total hacinamiento”. Sumado a esto, lxs promotorxs de salud informaron que no se están garantizando los alimentos a todxs lxs que están en cuarentena. A partir de estos relevamientos, la SISU comenzó a facilitar comida y artículos de limpieza en algunos hogares y referentes de las organizaciones sociales iniciaron un seguimiento exhaustivo de esas acciones. Pero aún no se responden todas las demandas. 

Tal es el caso de la familia de T., adolescente de 16 años. Su mamá y abuela tuvieron contacto el lunes con un hombre al que le confirmaron Covid-19. El martes, efectores estatales les indicaron que deben cumplir con el aislamiento por casos sospechosos. T. es el único que puede salir a hacer las compras o acercarse a los comedores cercanos. Hasta la fecha, no se los proveyó de ningún insumo para garantizar el acceso a bienes básicos. “Estamos asustados porque mi abuela, de 68 años, tiene cáncer y es asmática. Cada vez que salgo trato de tomar todos los recaudos necesarios para cuidarnos”, contó a Feminacida.

En primera persona 

A. fue diagnosticada el sábado. Tres de sus hijxs quedaron a cargo de su madre, que es paciente de riesgo, y deben cumplir la cuarentena durante dos semanas. El padre de los niños también fue internado por coronavirus al día siguiente y su cuadro es más complicado por problemas respiratorios. A la situación sanitaria se le suman las dificultades económicas: trabaja en construcción y desde que comenzó el aislamiento en el país cobra solo un 25 por ciento del sueldo, que es gran parte del sostén diario. “Él no puede reclamar porque le dicen que si no le gusta, que renuncie, y no estamos tampoco para que pierda el empleo que permite que los chicos tengan obra social”, dijo A. a Feminacida.

Además, los primeros días estaba preocupada porque no sabía quién se encargaría de las compras de alimentos o de retirar los bolsones escolares, pero el acompañamiento de las organizaciones sociales promovió que la SISU se hiciera cargo de garantizarlos. “Tengo solamente a mi madre y a mi prima, que también debe respetar el aislamiento. Yo lo que pido es que les hagan los test aunque todavía no hayan presentado fiebre, para prevenir, sobre todo por mi mamá que padece de diabetes e hipertensión. Pero ni siquiera se los hacen a quienes sí tienen síntomas. Una vecina que tuvo contacto conmigo llamó al domingo a la noche SAME y le dijeron que estaban priorizando los casos más graves porque están saturados, que si podía, se acercara al hospital. Empezó a buscar a alguien que la llevara y no consiguió remise ni se sentía bien para salir del barrio caminando. Gracias al centro de salud logró ir en ambulancia, pero no le hicieron el test porque no alcanzaba los tres síntomas. Recién el martes, después de que yo también llamé, pudieron hacerle el hisopado, a ella y a sus hijos. A ella le dio negativo, pero a la nena, que no se había sentido mal hasta entonces, le dio positivo. Los derivaron a todos del Durand a otro hospital y están en una misma habitación”, relató antes de que comenzara el operativo DETecTAR que apunta a intervenir en estas situaciones.

El protocolo de Ciudad establece como condiciones necesarias la presentación de un cuadro febril de 37.5°C o más y al menos un síntoma más (tos, dolor de garganta, dificultad respiratoria, pérdida del olfato y del gusto) para garantizar el traslado médico y el triage. “Quienes tuvieron contacto directo o convivieron con la persona, pero no presentan síntomas, según los lineamientos, deben ser vigilados y resguardarse durante 14 días, pero no se realizan testeos. El problema es si están aseguradas las condiciones para poder hacerlo en un barrio donde no hubo durante diez días acceso a agua potable y no se pueden asegurar las medidas básicas de prevención“, dijo a Feminacida Soledad Gori, doctora en Ciencias Biológicas por la Universidad de Buenos Aires e investigadora del Conicet que está trabajando en la divulgación de los cuidados sanitarios. 

Cuidarse (del abandono)

La falta de agua no puede vincularse a un problema técnico, es negligencia política y esclarece la importancia de analizar el impacto desigual de la pandemia según la clase social. “¿No sabe Rodríguez Larreta que nadie puede enjabonarse cada dos horas, si pasa una semana entera sin agua?”, escribieron el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel y Norita Cortiñas en una carta pública que critica "la gravedad de la violación a los derechos humanos más esenciales" y exhorta a lxs gobernantes a dejar de mirar para otro lado. “No queremos una catástrofe. No la vamos a perdonar”, aseveraron.

La reunión entre Galmarini, funcionarixs de obras públicas de la gestión de Larreta y el equipo técnico de AySA fue una instancia clave ante la desinformación constante que había en el barrio sobre las causas y soluciones a un problema de larga data que se agudizó con la coyuntura. “Vamos a hacer las conexiones que quedaban pendientes entre los caños troncales de la red de agua y los caños internos de la red de distribución del barrio. Esto va a poder mejorar la presión y todo el sistema interno”, pronunció el titular de la SISU, Diego Fernández, quien hace años es criticado por lxs vecinxs por no incluir sus opiniones y miradas en las decisiones del proceso de urbanización. 

Galmarini aseguró que en el plazo de entre dos o tres semanas van a concretar la primera etapa que les quedó inconclusa a causa del coronavirus. “Esta no es una obra que sea de un día para otro, mientras tanto vamos a garantizar que la gente siga teniendo agua a través de los camiones cisternas, de los sachets, vamos a ver si podemos llevar los bidones. Sin embargo, lo estructural es lo que hay que hacer para darles el pleno ejercicio de sus derechos”, afirmó. Hoy vecinxs en diálogo con Feminacida comunicaron que el agua volvió en la mayoría de los sectores del barrio, pero no en todos, y tienen que lidiar con cortes de luz. 

Nacho Levy, referente de La Garganta Poderosa, denunció la situación desde el primer día en que no salía ni una gota de las canillas, cuando solo había tres casos de coronavirus confirmados. Desde entonces, el número comenzó a multiplicarse, pero lxs funcionarixs de la Capital optaron por el silencio. “Es todavía peor que haya tantas voces dispuestas a seguir invisibilizando la invisibilización: ‘El terror se basa en la incomunicación’”, publicó en sus redes sociales. 

Su relato acerca de la primera vida que se cobró la pandemia y el rol estatal fue contundente: “No se murió, ¡la mataron de abandono! La mataron de desidia, la mataron de indiferencia, la mataron de mezquinidad. O qué nos van a explicar, ¿ahora sí quieren escuchar? Acaba de perder la vida Torobia Balbuena, una vecina de 84 años que apareció anónima varias veces en las denuncias que publicamos, cuando decíamos literalmente: ‘los padres de la primera contagiada tienen 84 y 85 años, viven en la misma casa y comparten inodoro con 11 personas más’”. 

En el mismo texto repudió que hace más de 70 años la villa 31 pelea por su derecho a la vivienda digna y, hace al menos una década, contra una urbanización “de fantasía” con McDonald's a la cabeza. Desde la Red de Educación del barrio publicamos un comunicado en esta misma línea que denuncia las condiciones de hacinamiento de sus 50 mil habitantes producto de “años de desidia y consecuencia del proceso encubierto de gentrificación que se viene llevando adelante e imposibilita mantener la higiene y el distanciamiento social necesarios; medidas básicas y elementales para prevenir el contagio de Covid-19 y de muchas otras enfermedades”.

Comedores, centros comunitarios, colectivos de vecinxs, espacios educativos y múltiples actores de las villas 31 y 31 bis trabajamos a diario y de manera articulada para promover el acceso a derechos y generar mecanismos de construcción política participativos, en donde las voces de quienes viven en el barrio jueguen un rol central en su urbanización. Desde los inicios de la cuarentena elaboramos nuevas estrategias ante las problemáticas que desata y refuerza la crisis sanitaria, al igual que en otros contextos similares donde los emergentes se replican. Expresamos material y corporalmente la premisa de cuidado colectivo que el Estado sostiene, pero no siempre acompaña, y trenzamos cada uno de los hilos que anudan esa identidad. Porque cuando se vayan las cámaras y los móviles, cuando dejen de moverse los cimientos de lo que entendemos por estar (o sentirnos) vivxs, cuando se restituyan los márgenes por los que transitamos y Retiro vuelva a poblarse de miradas esquivas, allí seguiremos. Para recordar que hay vidas confinadas los 365 días del año y un barrio de pie, organizado para defenderlas de toda pandemia y de todo abandono, siempre.

Foto: La poderosa


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