Luchadora por los derechos de las mujeres e histórica delegada de APUBA en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), Vanina Biasi es precandidata a jefa de Gobierno por el Partido Obrero en el Frente de Izquierda (FIT). Su lista enfrentará en las primarias del domingo 13 de agosto a Jorge Adaro, en una pelea que reedita las diferencias al interior del FIT.
En una entrevista con El Grito del Sur y Feminacida, Biasi habló sobre el contexto político de la elección, la falta de unidad en el Frente de Izquierda, las problemáticas más acuciantes en los barrios populares y la agenda de las mujeres y las diversidades. “La política económica es contraria al discurso de resolver el problema de las tareas de cuidado a las mujeres”, aseguró.
A grandes rasgos, ¿en qué contexto social y político encaran esta elección desde la izquierda y qué panorama visualizan en la Ciudad teniendo en cuenta que hasta ahora su fuerza política no ha tenido una gran performance electoral en el resto del país?
Las dificultades generales que tienen las elecciones en cualquier lugar, y éstas en particular, están atravesadas por el intento de crear un perfil ideológico en la población por parte del macrismo. Acá lo que importa es cómo construyen ideología dentro de la campaña electoral para ganar votos a partir de un planteo mentiroso. Es decir, no es mentira que te quieren pasar por encima de un piquete y reprimir. Lo que es mentira es que ellos nos van a solucionar la vida a los vecinos y vecinas de la Ciudad de Buenos Aires por hacer eso. Su campaña está muy atravesada por la demonización a las personas que luchan contra el estado de situación que les tocó, gente que ha sido empobrecida por las políticas de ajuste. Incluso hacia mujeres que llevan a los pibes a las marchas con discursos que, a mi entender, no están siendo debidamente respondidos por el espectro que se dice progresista. Entonces para nosotros es un desafío importante. En la anterior elección sacamos un buen resultado en la Ciudad e ingresamos por primera vez una diputada nacional (Myriam Bregman). Sin embargo, la izquierda no está siendo centralmente el canal de la bronca popular contra los ajustes, o si lo hace, es de manera moderada. Y eso no se me escapa ni lo niego. Yo trato de ver cómo mostramos que las campañas electorales son un operativo ideológico de parte del propio régimen y que a veces cuesta romperlo de nuestra parte. Tenemos que tener mucho cuidado de no aparecer asimilados a un régimen que tiene el 40% de personas en la pobreza.
¿Por qué no lograron sellar una lista de unidad del FIT tampoco en CABA? ¿En qué aspectos creés que fortalece y en qué debilita a la izquierda tener que afrontar una interna entre sus dos principales componentes políticos?
Nosotros vamos con lista de unidad cuando pasan las primarias. Habrá lista de unidad entre los cuatro partidos que integramos el Frente de Izquierda. Lo que sucede hoy es que nosotros queríamos dar el debate político en un congreso y no en las PASO. Lo propusimos hace un año y medio atrás para charlar diferencias y hasta dónde esas disidencias afectan el perfil que cada uno le quiere dar al FIT. Voy al grano. Tenemos un debate hace mucho tiempo y que tiene dos vertientes fundamentales: la caracterización del kirchnerismo por cada una de las corrientes y la caracterización que tiene cada partido sobre el movimiento piquetero. En relación a lo primero tenemos diferencias: para nosotros el Poder Judicial nunca fue independiente de ningún poder político, los partidos judiciales existen en todos lados. Por ejemplo, en la provincia de Santa Cruz cuatro manifestantes fueron acusados de intento de homicidio e intento de femicidio. Habían ido a luchar porque hacía 60 días que el gobierno de Alicia Kirchner no pagaba los salarios. Entonces creemos que la izquierda se tiene que mantener en ese plano de independencia: no será todo lo mismo, pero sí lo es en relación al vínculo de las Cortes Supremas con aquellos que gobiernan. Otro aspecto del debate interno de la izquierda es el profundo racismo que transitan los comentarios del partido de Bregman y Del Caño, el cual decidió educar a la militancia en un rumbo absolutamente racista frente al movimiento piquetero de nuestro país. Y le pongo esa etiqueta porque nosotras, desde el movimiento de mujeres, vivimos lo que es instalar la ideología reinante dentro de los agrupamientos de izquierda y combatimos el machismo al interior de nuestras filas. El racismo y la xenofobia también son ideologías que se instalan en nuestras filas y hay que combatirlas. Nosotros tenemos un orgullo de toda la lucha que da este movimiento, de saber que en La Matanza, por ejemplo, al menos el 10% de la población no va a votar al PJ. Hace 20 años que luchamos ahí para arrancar a la gente de las manos de los punteros pejotistas sin poder ver otra realidad que no fuera la que le presentara esa franja política.
¿Qué problemáticas más acuciantes estás observando en los barrios populares de la Ciudad teniendo en cuenta la magnitud de la crisis económica y la desidia del gobierno de Larreta?
Nos venden que no hay problemas de inseguridad en la Ciudad de Buenos Aires porque resulta ser que tenemos índices parecidos a Canadá, cuando la inseguridad en las barriadas más pobres aparece como la primera urgencia, incluso por encima de la inflación. Hay personas que no pueden salir después de las 6 de la tarde de sus barrios. Desde el arrebato de un celular hasta un asesinato por cruce de balaceras de narcos: todo está ligado al sostenimiento de una actividad que le da mucha plata a la Policía de la Ciudad. Trata de personas, prostitución infantil, venta de estupefacientes, captación de pibes para el narcomenudeo. Otra preocupación es sostener el nivel de vida: el promedio salarial del sur de la Ciudad es de $90 mil. Tenemos una lista de espera de 15 mil personas en los comedores que administramos solo en la Ciudad. El hambre y el trabajo son temas bastante acuciantes.
¿Qué lectura hacés de la pelea del oficialismo porteño entre Macri y Lousteau y del rol del kirchnerismo que lleva a Santoro como candidato en esta oportunidad?
No creo que Macri y Lousteau se estén matando, hay una puesta en escena. Si hubiera querido, Lousteau le podría haber presentado una impugnación y a ellos sí les costaba la respuesta de cualquier mamarracho jurídico. Entre ellos hay una puja para quedarse con la caja de la Ciudad de Buenos Aires, que es millonaria y que hace favores a empresarios que luego los apoyarán para otros destinos políticos. Santoro cumple el rol de una comparsa deslucida dentro de todo este escenario político. Explotó al máximo el tratar de crecer en las encuestas con un discurso derechista. Por ejemplo, posicionándose a favor del uso de las Taser o a favor de modificar la ley de Alquileres para reducir el tiempo de actualización de contratos. Santoro no está evitando el ridículo y está decepcionando a la militancia, a vecinos y trabajadores progresistas de la Ciudad que lo escuchan y se indignan.
Uno de tus planteos es que la agenda de las mujeres y las diversidades fue borrada de la campaña electoral. ¿Por qué ocurre esto y cómo se revierte?
Queremos poner en agenda aquello fue borrado y nuestra agenda, la de la Ola Verde, fue borrada. En una política fondomonetarista, de ajuste, de expulsar a las mujeres hacia la pobreza y la indigencia, quiero escuchar qué dicen sobre las tareas de cuidado. Y nada, nada. Hoy tenemos una crisis social de terribles dimensiones a partir de la problemática de las tareas de cuidado. Me parece una tortura escuchar a estos tipos diciendo que las mujeres que van con los chicos a las marchas son unas basuras. Esas mujeres son las que tienen que padecer todos los días que el Gobierno de la Ciudad no les ofrezca vacantes para sus hijos, que haya reventado el nivel inicial, que haya cerrado los terciarios. Nos faltan 200 docentes en el nivel inicial. Nos faltan 1800 horas de cursada en el nivel medio. Están mandando a los chicos a estudiar inglés por Zoom porque no están contratando los docentes para estar a cargo en el curso. Hay un abanico de temas vinculados a la mujer y a la diversidad que fueron muy abandonados. En principio lo abandonaron como política para no tensar con la Iglesia. Ya habían tensado mucho con la ley de aborto. Luego se extendió a otras cuestiones: la política económica es contraria al discurso de resolver el problema de las tareas de cuidado a las mujeres.