La foto de un abrazo entre Norita Cortiñas y Osvaldo Bayer es la excusa para alumbrar el recuerdo -en primera persona- del enorme periodista e historiador, a un año de su muerte.
Por Luciana Mignoli
No me importaba nada de esa PC. Ni el archivo de diez años de laburo, ni las guías, ni los libros. Nada. Sólo quería recuperar una imagen. Una sola.
Hacía dos años que no la prendía. ¿Estará?
Arrancó con un ruido raro. Puse mis claves con miedo. Funcionó. Y ahí arrancó el raid.
Todas las fotos que había bajado de aquel celular colapsado pasan frenéticas frente a mis ojos. ¿Cómo era yo hace dos años? ¿Cómo era mi vida? Veo a mis changuitas mucho más changuitas. A mi otra yo con el pelo larguísimo. A personas que ya no están en mi vida…
Hasta que después de revisar un rato, ¡zas! Apareció.
¿Tan linda era? Me acordaba que estaba fuera de foco, pero jamás recordé tanta luminosidad.
Ahí estaban, Nora Cortiñas y Osvaldo Bayer, mis dos faros, frente a frente, a punto abrazo.
Aquella noche charlamos mucho con el viejo y le hicimos trampa: aguamos un poco el tinto, para que no le hiciera mal. Pero con carpa porque si se daba cuenta, nos iba a putear en alemán.
Brindamos mil veces. Sacamos cientos de fotos. En un momento Norita me pidió el celular y nos sacó su primera selfie, “cómo le llaman ahora los jóvenes”.
Pero ese instante, no me lo olvido más. Se miraron de lejos y fueron a abrazarse. ¿Cuántas historias hay en ese abrazo? ¿Cuántas luchas compartidas? ¿Cuántos sueños, cuántas rabias?
La mirada de Osvaldo no salió en la foto, pero me la acuerdo. Ojos de miel. Estaban embelesadxs.
Un abrazo que era sostén. Esas manos ajadas de poner tanto el cuerpo. Esa alegría de estar de pie.
Hoy se cumple un año sin Osvaldo Bayer. Viejo hereje, murió el mismísimo día de Nochebuena.
A Nora Cortiñas la abracé hace poco, en una marcha feminista. Me dijo algo -que no recuerdo- en lenguaje inclusivo. Y casi me la morfo.
Miro la foto y hago puchero: tendría que haberles sacado una donde se vieran sus caras.
Tampoco me animé a gatillar aquel 24 de marzo en el bar de Avenida de Mayo y Lima. Se cumplían 40 años del golpe y habíamos marchado un montón. Se sentaron a descansar un poco. Me dio pudor fotografiar (y ahora me quiero matar).
Ya no voy a poder sacarles ninguna otra foto juntos. Y eso me da bronca.
El Día del Periodista se hizo un homenaje a Osvaldo en la Facultad de Filosofía y Letras. Y me tocó estar en la mesa junto a Norita.
Dicen que ese día hice llorar a medio mundo. Es que para mí era muy fuerte: al lado de un faro recordando a otro faro.
A veces me iluminan, a veces me encandilan, pero nunca se apagan. Y nos siguen marcando el camino.
Miro la foto y quiero meterme en ese abrazo. Hacerme bolita y aparecer en el medio. Sentir esas dos estructuras que se sostienen mutuamente.
Osvaldo Bayer. Escritor, periodista, investigador y tantas cosas más. Hoy habrá que tomar whisky en su nombre, como hicimos hace un año ni bien nos avisaron de su partida.
Y habrá que seguir luchando, como vos decías, hasta que la dignidad se haga costumbre.
Especial para Revista Furias y La Marea Noticias.