“No nos rebajemos a nivel de les intolerantes”. Este es el consejo que una de las técnicas aeronáuticas que se desempeña en la línea de mantenimiento de Aerolíneas Argentinas comparte con las jóvenes que sueñan con seguir esta profesión. En el marco de la conmemoración del Día del Personal Aeronáutico, la experiencia de una trabajadora que hace caso omiso a los obstáculos y ayuda a otres a volar.
Que levante la mano quién conoce a un piloto. Y ahora quienes conocen a una pilota. Levanten la mano quienes alguna vez vieron la imagen de una mujer de traje y sonrisa servicial, trabajando como comisaria de abordo en una publicidad de alguna empresa aeronavegante. Ya pueden bajarlas. Por último, alcen las manos quienes conocen a una mujer que se desempeñe como técnica aeronáutica —sí, que arregle aviones, cargue combustible y solucione fallas que podrían ser mortales en un vuelo, entre otras tareas—.
Seguramente, de estar realizando este juego de manera presencial, sorprendería el escaso número de manos alzadas frente a este último interrogante. Y no es casualidad: de les 11.233 empleades que declara tener Aerolíneas Argentinas, solo 3.345 son mujeres. Efectivamente, menos de un tercio de toda la compañía. Y si bien el informe institucional no está discriminado por ámbitos de desempeño —como podría ser seguridad, limpieza, mantenimiento, comisarios de abordo, maleteres— de acuerdo a la trabajadora entrevistada, el número de mujeres empleadas en la línea de mantenimiento entre los aeropuertos de Aeroparque y Ezeiza no supera la decena.
Historias desde adentro
Esta joven trabajadora deseaba ser técnica aeronáutica desde la adolescencia: a los 13 años decidió estudiar Aeronáutica y su familia apoyó la decisión. Sin embargo, le imposibilitaron escoger la orientación de mecánica, “ya que consideraban que no tenía la misma salida laboral para las mujeres que para los hombres, iba a trabajar con motores y no era un trabajo ‘femenino’". En cambio, tendría más posibilidades como mecánico de equipos radioeléctricos aeronáuticos para llegar a otros puestos no solamente relacionados con la Aeronáutica.
Partiendo de este mandato social, no es de extrañarse que el curso donde esta mujer se formó estuviera compuesto minoritariamente por mujeres. Es el caso del Centro de Instrucción de Aeronavegantes y Técnicos Aeronáuticos, dependiente del Instituto Nacional de Aviación Civil, ubicado dentro de la 7ma. Brigada Aérea de Morón. “En un curso de alrededor de 30 alumnos solo éramos 5 alumnas mujeres”, señala la trabajadora mientras que fuentes cercanas informaron que en la base aérea de Morón INAC-CIATA existen cursos en donde se podía dar una relación de 10 mujeres cada 30 o 40 estudiantes varones en una misma aula.
Al consultar sobre las inscripciones discriminadas por género en la Escuela técnica N°4 Brigada Aérea, desde la secretaría no pudieron informar un dato certero por asegurar que se encuentran matriculando aún, pero sí podrían suponer que el número de mujeres inscriptas es minoritario respecto a los estudiantes varones, tal como sucedió en los últimas décadas.
Pero una profesión no está representada únicamente por los números, sino también por las experiencias personales en el marco de instituciones y políticas públicas. Es por eso que, en respuesta a cómo fue su ingreso al turno de mantenimiento, la trabajadora narra una primera experiencia con muchos obstáculos. Entró a la línea de mantenimiento en 2015 tras haber participado en una entrevista en donde era la única mujer y fue convocada después de que ingresaran los postulantes varones, porque se había generado una vacante.
En esta misma línea, detalla que su ingreso en el primer turno fue muy complejo. “Pese a mi buena predisposición para trabajar y pese a la colaboración con las demás especialidades, al intentar integrarme en un sector donde no hubo mujeres durante más de 60 años fui acosada, hostigada, terminé en servicio médico con cervicalgia, pánico y un estrés sostenido durante meses. Posteriormente tuve que solicitar el cambio de turno, ya que pese a que algunos de los responsables fueran apercibidos, fui cuestionada y acusada”, relata.
Frente a esta situación, la mecánica solicitó un cambio de turno y equipo de trabajo, y al efectuarse se encontró con una situación diametralmente opuesta. En sus palabras, sostiene que está en una línea donde “nadie de Recursos Humanos tuvo que explicarles cómo tratar a una mujer, a nadie se ocurrió plantear el hecho de que yo no debiese estar ahí, o que no pudiera desempeñar las tareas que me fueran asignadas como a cualquier compañero varón”.
De hecho, en cuanto a la repartición de tareas, reconoce no percibir diferencias en la asignación respecto a sus pares varones. Si bien inicialmente realizó tareas de radio por su formación de origen, tras rendir equivalencias en la base regional de Quilmes para desempeñarse como técnica aeronáutica, su sueño de los 13 años se concreta y trabaja como tal en la empresa.
Derechos laborales y políticas públicas para la inclusión
La inclusión de mujeres en espacios laborales tradicionalmente masculinos representan desafíos a nivel de derechos y también estructurales. La técnica aeronáutica entrevistada sostiene que son necesarias políticas públicas inclusivas y un marco institucional que favorezca la inserción laboral de mujeres. Confía en que gradualmente las empresas ofrezcan más garantías para poder desempeñarse en ámbitos de trabajo sanos y seguros. "Asegurar que podamos crecer a nivel técnico y profesional dentro de los diversos sectores. Hay un cambio, pero es forzado y muy lento, y más que aún se ofrece resistencia por parte de muchas personas a continuar incorporando mujeres, ya que las malas experiencias nos estigmatizan y nos demonizan, haciendo que nos teman y que sientan que no pueden ejercer autoridad sobre nosotras por creernos más débiles o simplemente por miedo a no hablarnos de la manera correcta”, agrega.
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Además, expresa que en el espacio en donde se desempeñan laboralmente cuentan con un vestuario para mujeres que, según considera, fue creado como una respuesta rápida a un problema concreto y superficial, pero que desnuda una mirada institucional no muy alentadora: solo cuenta con una ducha, lo cual podría indicar el escaso interés de que en un futuro próximo se sumen más trabajadoras.
Alzar la voz por las que vendrán
Con aproximadamente siete años de experiencia en el sector, la trabajadora reflexiona sobre su trayectoria y refuerza su convicción acerca de la educación y el conocimiento como herramientas claves frente a la inclusión laboral de mujeres en el sector de la técnica aeronáutica.
Ante la posibilidad de acercar consejos a las jóvenes que están evaluando la posibilidad de seguir esta profesión, agrega contundente: "Les recomendaría ser lo más profesionales posible. Siempre debemos quedarnos con el conocimiento, pese a las adversidades que podamos afrontar: crecer a nivel técnico y a nivel humano, ser mejores y nunca rebajarnos al nivel de los intolerantes. Esto nos hace más fuertes tanto en el nivel educativo como en el nivel profesional que nos espera al recibirnos porque no se puede advertir sobre este sistema tan cambiante, pero tengo la esperanza de que cuando ellas lleguen a trabajar en el sector las cosas sean distintas y podamos ser consideradas pares y no sólo un número del cupo femenino impuesto por ley.”
A 37 años de la fundación de la Asociación Personal Aeronáutico (APA), y a 60 años de la creación de la Asociación de Personal Técnico Aeronáutico (APTA) —a la cual pertenece la mujer entrevistada —, podríamos afirmar que la historia ha ido tejiendo sus nuevas redes, incluyendo a mujeres y abriendo espacios que antes parecían agujeros negros en materia laboral. De todos modos, queda mucho camino por recorrer, desde la educación igualitaria de las infancias, la apertura de más espacios de formación para mujeres, la eliminación de censuras para la inclusión de estas profesionales en ámbitos de trabajo estatales y privados, así como también en el ejercicio de sus derecho en tanto trabajadoras de la Aeronáutica.
Si la igualdad de géneros en las empresas aeronavegantes es el destino de arribo, no olvidemos chequear las condiciones laborales antes del despegue, carguemos la valijas de herramientas de lucha e instancias de formación profesional, y esperemos que la mejoras institucionales superficiales solo sean pequeñas escalas que no demoren por demás el vuelo de las mujeres hacia a la paridad laboral.