Fotos: Alejandra López
“Creo que el hecho de luchar por una belleza en la que se contemple nuestro propio goce me parece emancipador”
Tita Print
Cantante, activista feminista, estudiante, toca cuatro instrumentos y diseña el vestuario de sus shows. Maira Jalil se reinventó como Tita Print y lo hizo acompañada por su primer amor: la música. Así, pudo transformar "el odio en mil canciones”. Gladiadora de la vida, supo ocupar un lugar en el mundo de la música que hasta entonces sólo era ocupado por varones. Revoluciona con sus letras y su cumbia que fusiona con música electrónica, pop y rock.
El instrumento emblemático de su carrera como solista es el Keytar o controlador (mezcla de keybord and guitar). “Elegí el keytar porque me parece un instrumento maravilloso. Por un lado, porque tiene un sonido que es arrollador y también porque es un espacio de disputa de poder que quería dar, quería disputar el poder que es en la cumbia estar al frente con ese instrumento, cuando era un espacio que solo podían habitar los varones. Por otro lado, también me gusta porque está en sí mismo mirado como si fuera un instrumento mersa o grasa, relegado solamente a los cumbieros. Ningún otro género lo usa”, afirma con una voz dulce y pausada.
Aprendió a tocarlo mirando videos de Pablo Lescano, “el líder de Damas Gratis”, y tratando de entender qué era lo que estaba haciendo, porque no hay conservatorio ni otra institución que lo enseñe. Además de revolucionar la cumbia siendo la única mujer en Argentina que toca este instrumento, también lo hace desde la letrística. Una de las costumbres que tomó es, como ella lo llama, “expropiación cumbiera", que es modificar las letras de canciones en donde se cosifica a las mujeres y transformarlas en feministas. Además, Tita diseña su propio vestuario, elige su maquillaje y peinado.
Actualmente está estudiando la carrera de Gestión Cultural en la UMET. Es profesora de canto en la Escuela de Música Popular de Avellaneda (EMPA), donde estudió la carrera de Instrumentista Superior; y junto a Ana Carbonetti, que además de ser su compañera es güirista, agitadora/rapera y productora, fundaron “Titana”: una productora independiente que motoriza el proyecto de Tita, y acompaña e impulsa el desarrollo de otros proyectos.
Escenarios
Tita entra por el costado derecho del escenario con su Keytar colgando de la espalda. Viste blazer blanco, top rojo, short negro de lycra con tiras blancas y una especie de portaligas por encima, zapatillas fila y medias de fútbol. Mueve su cuerpo al ritmo de la música y dispara un sonido poderoso desde el Keytar. Su contextura es pequeña en comparación con ese dispositivo que ocupa casi la totalidad de su cuerpo. Lleva el pelo castaño y largo con rulos, peinado cual guerrera vikinga, y un maquillaje que profundiza sus rasgos árabes.
El escenario se ilumina por completo en un juego de luces que bailan al ritmo de la música, las bailarinas enfrentadas la miran tocar al mismo tiempo que contorsionan sus cuerpos. Por un instante el sonido se detiene, se acerca al micrófono y se escucha su voz: “Amor, amor, amor”. Inmediatamente la música vuelve a sonar, la gente grita alentando a Tita. Con el brazo derecho elevándose al cielo ella invita al agite.
“Tengo una soga colgando del cuello
Que dice que vos sos el que quiere ver mi pellejo
Y digo, ¿qué estás esperando?
Seguí apretando apretando
A ver quién de los dos va loqueando
El bravo mar de mis emociones
Revuelve el odio y el odio se convierte en mil canciones
Y aunque tengo montones de amores
Tengo tu perra locura mordiéndome los talones”.
En el ambiente de Tecnópolis se percibe la fiesta de tantos meses sin disfrutar sus shows a causa de la pandemia. La gente sonríe, baila y canta con ella. Al final del tema agrega “¡gozala, gozala, gozala!”.
Su historia de vida
Tita nació en el barrio de Mataderos, donde la cumbia norteña iba teloneando la vida. Hija de un cumbiero de ley y músico amateur, a los 9 años su papá le regaló un piano rojo en el que aprendió a tocar y a hacer arreglos de temas. “La música para mí es un lenguaje que aprendí como esa gente que en la casa se hablaban dos idiomas. Para mí, mi segunda lengua es la música, es la manera en la que me puedo comunicar y puedo sublimar un montón de cosas a través de ella”.
Creció junto León Gieco, quien formó parte de su niñez y adolescencia. Eso le brindó la experiencia de vivir un recital tras bambalinas, poder participar en “Mensajes del Alma”, noveno álbum de estudio del cantautor, lanzado en 1992, y todo lo que implica tener cerca de una niña un músico de esa calidad.
En los noventa con el ex presidente Carlos Menem al poder, ella y sus amigos eran un grupo de adolescentes que no se involucraban políticamente porque había un descreimiento en la política y en las posibilidades de construir formando parte de eso. Según dice Tita, “lo glorioso del kirchnerismo fue la posibilidad que le dio a lxs jóvenes de ser parte”.
Una vida musical
En su adolescencia tocaba en una banda de rock. Se aproximó al folklore y a los ritmos latinoamericanos de Perú y Colombia pisando la juventud. En medio de la crisis argentina de los años 2000, Tita formó el grupo de música Latinoamericana Zamamuco con quienes recorrió el país y grabó tres discos.
Entre el 2005 y 2007 fue pianista y corista de Las Blacanblus y entre 2011 y 2013 “conoció la adrenalina” de tocar en estadios junto a Axel como corista y acordeonista. En 2014 ya había tomado la decisión de convertirse en solista y ganó el concurso “Proyecto Disco” donde grabó su primer material “Encuéntrate” (2015) en Estudio Urbano, acompañada de una orquesta típica de cumbia. Narra que fue catártico y ahí soltó la furia que la quemaba por dentro “siempre cuento que lo compuse caminando por la calle, grabando en el celular, y también escribí los cánones, digamos las frases principales de Encuéntrate, todas con el celular”.
A fines de ese año, Tita Print fue convocada como representante de la cumbia Argentina para el Festival Medellín “Vive la Música”; e invitada al especial de Sandra Mianovich en el “Tour Soy lo que Soy #40AñosdeMúsica”.
Durante el estío de 2016 participó en “Verano de emociones” del cual dice: “Fue glorioso, una experiencia hermosa donde fuimos viajando en una gira que proponía cultura de Nación con escenarios en diferentes puntos del país donde nos han tratado maravillosamente bien. Hemos tocado en escenarios con sonidos muy cuidados así que lo recuerdo con muchísimo amor y anhelo”.
En 2019 sacó su segundo disco “Gladiadora” producido junto a Matías “El Chavez” Méndez, con raíces cumbieras y fuertes influencias de la música electrónica y el pop. Además de que las canciones están atravesadas por el feminismo con letras más duras, sumó bailarinas y un Dj set creando una performance distinta.
Su último álbum recién lanzado “Ser Dama no es Gratis” está grabado por mujeres, disidencias y varones cis, bajo el sello Goza Records, mezclado en Estudio Urbano y masterizado por Carlos Laurenzs. También es el título con el que la escritora Luciana Peker bautizó la historia de Tita Print, participando como co-autora en “La Deseante”, tercer single del disco que se basó en el poema con el que Luciana Peker da fin a su último libro “Sexteame”. En él su formación sostiene la base cumbiera pero redobla la apuesta hacia un sonido con algunas influencias del rock, las letras hablan de (des)amor pero también de amar en libertad, aparecen algunas reversiones de la expropiación feminista como en “Pim Pum Pam”, y cierra el disco con "Látigo”, una canción dedicada a Thelma Fardin con la participación de la rapera guatemalteca Rebeca Lane, en un feat que desborda energía y que cuenta con la producción de Miss Bolivia.
Gladiadora de la vida, va creando espacios para las mujeres y diversidades de las próximas generaciones y les canta: “La gladiadora alza su bandera/ sabe que enfrente tiene una guerra/ no tengo miedo voy para delante/ quiero morir de pie como todas las grandes”.
Esta nota fue realizada en el marco del Taller de Perfiles Feministas