Fallos judiciales que estigmatizan a las mujeres y disidencias, acusaciones que vulneran a quienes ya han sido vulneradxs, miradas que criminalizan y recaen sobre las identidades travestis y trans, espacios judiciales gobernados por y para hombres que benefician femicidas y violadores. Estas cuestiones son producto de un poder judicial machista y androcéntrico diseñado en el siglo XIX que no quiere solucionar problemas del siglo XXI. En tiempos donde el feminismo supo hacerse bandera y cada lucha se volvió un derecho conquistado, hoy hay una nueva batalla que dar: si hay reforma judicial, tiene que ser feminista y popular.
En busca de sembrar nuevos horizontes de lucha y añorando los Encuentros Plurinacionales de Mujeres, el pasado 19 de junio se llevó adelante el primer Foro hacia una Reforma Judicial Feminista impulsada por el Proyecto Generar, centro de estudios y usina para el desarrollo con igualdad. Con la participación de más de 120 organizaciones y casi 6 mil inscriptxs de todo el país, se llevó a cabo esta iniciativa para debatir acerca de las barreras y obstáculos que atraviesan las mujeres y el colectivo LGBTTIQ+ a la hora de acceder a la Justicia.
“Lo que se intenta hacer desde el Foro es construir un proyecto que tome las demandas que existen en la sociedad en cuanto al Poder Judicial”, afirmó en diálogo con Feminacida, Paula Arraigada, activista trans, asesora parlamentaria y participante del debate. A su vez, Marianella Flores Díaz, abogada riojana feminista e integrante del Proyecto, destacó la necesidad de hablar del tema, la cual se vio reflejada en la multitudinaria asistencia: “Necesitamos transformar esta queja y esta naturalización de un sistema de servicio público que no funciona y transformarla en lucha”.
“El sistema judicial tiene respuestas con un contenido de violencia y de estereotipos hacia las mujeres y diversidades que se ha naturalizado”, sostuvo Flores Diaz. A pesar de que la Justicia debería ser el garante incondicional de nuestros derechos, históricamente hemos dado por sentado la impunidad de sus funcionarixs para traspolar sus prejuicios personales en las sentencias, fomentando la revictimización y la criminalización de los sectores más vulnerables.
Por otro lado, Arraigada destacó la escasez de representatividad de todo el colectivo LGBTTIQ+ en el aparato judicial, tanto en sus puestos, como en sus veredictos y en los abordajes de las problemáticas, un factor que se agrava cuando los cuestionamientos sobre la clase social se ven involucrados. “No le va a suceder lo mismo a un marica de la clase media alta que a un pibe de la barreada popular. La reacción de la Justicia es diferente porque suele estar invadida por prejuicios. Ni decirte de una trava donde la mayoría somos de clases populares”, evidenció.
¿Y el pueblo dónde está?
Arraigada recordó aquella imagen que quedó impregnada en el imaginario de nuestrxs antecesorxs donde una mujer con los ojos vendados y sosteniendo una balanza equilibrada representaba la toma de decisión consciente e imparcial de la Justicia. Sin embargo, hoy esa imagen se desvanece frente al reconocimiento del techo de cristal y pasa a encarnarse bajo la figura de la eterna casta judicial. Padres que se jubilan a los 90 años y le ceden el lugar a sus hijos y, luego a sus nietos. De esta forma, según la activista trans, “hay una bajada de línea que claramente se distancia del pueblo”.
Por otro lado, Flores Díaz plantea el lenguaje jurídico como otro obstáculo para acceder a la Justicia:no todxs lxs ciudadanxs lo entienden y, según ella, no tienen por qué hacerlo, sino que es obligación del propio sistema judicial decodificarlo para democratizar la comprensión del alcance de las decisiones que toman. “Ese lenguaje jurídico les ha servido para excusarse y esconderse, y así no tener que explicar las malas decisiones que muchas veces han tomado en contra del pueblo. Funciona como una barrera que los mantiene en ese hermetismo que es el piso de sus privilegios”, afirmó.
Por eso, es necesario pensar en una reforma que tenga pueblo, participación ciudadana y que sea democrática, no solamente para acceder a los cargos dentro del poder, sino también para comprender y poder discutir lo que necesitamos transformar. A su vez, la discusión debe ser federal, porque no hay reforma posible si no se tiene en cuenta a todo el territorio argentino.
En este sentido, Natalia Gramajo, integrante de la Red de Abogadas Feministas de Santiago del Estero, además de destacar el verdadero carácter federal del Foro, declaró: “Nosotras estamos muy acostumbradas a participar de espacios en los que siempre es predominante Bueno Aires, CABA, Córdoba y Mendoza. De esta forma, nuestros relatos se terminan perdiendo ya que no tenemos lugares en los que realmente sintamos que está nuestra voz”.
Un debate con todas las voces
Según el último informe del mes de junio del Observatorio “Adriana Marisel Zambrano” de la Casa del Encuentro, en los primeros seis meses del 2021 se produjeron 133 femicidios, 7 transfemicidios y 11 femicidios vinculados a varones. Del número de víctimas, 17 habían realizado al menos una denuncia y 10 femicidas tenían dictada una medida cautelar de prevención, la cual claramente falló. Además, 14 femicidas resultaron ser agentes o ex agentes de la fuerza de seguridad.
“Los tiempos de la justicia no son los tiempos de las victimas, mientras la justicia funciona a distancia, nos siguen matando”, sostuvo Sonia Allende, integrante de Somos Marea de la provincia de La Rioja, el sector feminista del movimiento popular Somos Barrios de Pie. Como participante del primer Foro hacia una Reforma Judicial Feminista, Allende comentó que tuvo la oportunidad de debatir con compañerxs a nivel federal acerca de los protocolos necesarios para abordar situaciones de violencia de género para que las mujeres reciban el trato que merecen.
“A la Justicia no se puede acceder fácilmente. Siempre cajonean las causas, no toman dimensión del hecho o directamente no toman la denuncia. Por eso, es necesario que lxs magistradxs que intervengan tomen la perspectiva de género, para así modificar el sistema patriarcal del Poder Judicial. No podemos aceptar la revictimización de la víctima”, afirmó en diálogo con el medio. Además, destacó la complicidad de la policía en todo lo que vivimos, ya sea a través de la dilatación de causas o excusándose con la pandemia.
Por otro lado, la abogada Natalia Gramajo, aseguró que la policía “sigue siendo ama y señora de hacer y decidir lo que quiera con respecto a la vida de las personas”. Al igual que Allende, también evidenció que uno de los principales obstáculos de las mujeres a la hora de denunciar es la policía. “Estas cuestiones de las fuerzas de seguridad son históricas. El poder que se les ha dado y la función que ha tenido en los golpes de Estado, continúa vigente hoy con la persecución y la criminalización de la pobreza. La estructura es la misma y se ha instalado esta forma de trabajar”, indicó.
A su vez, la letrada declaró que el sistema del Poder Judicial “representa en sí mismo una barrera para la justicia”, y reflexionó acerca de cuestiones que suceden en su provincia: “Es una atrocidad sentir que el juez de la jurisdicción es dueño y señor de sentar a la mujer y su agresor para hacer que conversen y lleguen a un acuerdo. Total, ¿quién va a controlar? Rige un poder judicial que, para satisfacer derechos, es inexistente”.
Si no es feminista, no es justicia
Si todxs como ciudadanxs tenemos inconvenientes con la Justicia y damos por sentado que la mayoría de las veces no funciona, a menos de que seas un varón blanco cis heterosexual de clase media alta, ¿por qué la sociedad se mantiene inerte a eso? Esta es la cuestión que planteó la abogada Flores Díaz ydesafió: “¿Quién mejor que el feminismo para venir a fisurar esas estructuras sólidas?”.
A pesar de que la mayoria de la ciudadania no accede a la Justicia -por más que este es un derecho humano-, todavia decir “Reforma Judicial Feminista” causa cierto escozor en muchos sectores. Tal como aclaró Arraigada al ser entrevistada por el medio, “no queremos castigar a los varones por el mandato patriarcal, sino que queremos que los derechos sean para ellos, para ellas y para elles, que no sea de acuerdo a la clase social ni tampoco que se imparta justicia de acuerdo a la casta”. Sin embargo, sabemos que la Justicia no puede ser repensada si no es de la mano del movimiento de mujeres y disidencias. “Le tenemos que perder el miedo a la palabra feminista”, afirmó Flores Díaz. Y agregó: “La justicia si no es feminista, no existe”.
Entre lo ideal y lo posible, Arraigada declaró: “Esto que es tan básico en el presente, nosotres lo tenemos que soñar porque no existe”. “Esta Reforma quiere contribuir a que se realice ese sueño, pero también a un modelo de país donde la Justicia represente los ideales del pueblo y sea representativa a lo que este quiere, y lo que el pueblo quiere es justicia social”, concluyó.
Este primer Foro hacia una Reforma Judicial Feminista instaló en boca de muchxs una problemática que nos intepela como sociedad. “Ahora tenemos que procesar ese contenido recaudado e intentar sistematizar las conclusiones de la forma más ordenada y responsable posible, para que quede plasmado el debate de un sector que ha decidido dejar de mirar para otro lado con las violencias del Poder Judicial”, adelantó la integrante del Proyecto Generar.