“Porque creo con todo mi corazón, mente y cuerpo que las chicas constituyen una fuerza revolucionaria que puede cambiar el mundo, y de hecho así será”
Manifiesto de Riot Grrrl, Fanzine Bikini Kill, 1991.
Era el verano de 1991 en Olympia, Washington DC. Allí había hartazgo y ganas de cambiarlo todo. Un grupo de músicas, cansadas de la violencia y la discriminación hacia las mujeres en la escena del punk estadounidense, quiso recuperar los espacios y resignificarlos. El documental Don’t Need You: The Herstory of the Riot Grrrls escrito y dirigido por Kerri Koch, muestra cómo un grupo de 20 mujeres se organizaron y comenzaron un movimiento que retomó las riendas en el rock.
Allison Wolfe, cantante de la banda Bratmobile, describió la escena de aquellos años. El grunge masculino copaba los escenarios, las discográficas y las estaciones de radio. “Era asqueroso porque a las chicas siempre nos empujaban al fondo. Siempre había chicos con barbas largas y sudadas y panza cervecera en primera fila. Era realmente molesto. Pensaba que la escena del rock debía ser reclamada para las chicas”.
En aquel verano, Wolfe, junto con Molly Neuman y Kathleen Hanna, cantante de Bikini Kill, escribieron un manifiesto de 16 consignas en el living del departamento que alquilaban. Ese texto se convirtió en la bandera de las mujeres rockeras de los noventa. Pero también aplicaba para cineastas, artistas plásticas y escritoras. El movimiento Riot Grrrl inspiró a muchas a tomar las riendas de su creatividad y ocupar espacios donde predominaban hombres.
Comenzaron con la LadyFest, un festival de rock creado por y para chicas. En él pudieron tener el control de la organización y la puesta en escena. En aquella primera reunión en la casa de Wolfe, participaron más de veinte. Estaban cansadas de ser pisoteadas. Las discriminaban por querer comprar guitarras y bajos y querer escribir sus canciones.
Luego surgieron cada vez más bandas punk y grunge femeninas. Heavens to Betsy, Hole (la banda liderada por Courtney Love), Bikini Kill y Bonfire Madigan, entre otras. Necesitaban redefinirse como artistas y formar un colectivo sororo de organización. Con un manifiesto cargado de política y feminismo: un texto que es absolutamente vigente. En el documental se pueden ver todas las consignas que aún proclaman artistas mujeres.
Kerri Koch logra, en los 40 minutos que dura el documental, mostrar una época donde se gestaba esta nueva ola del punk pero, sobre todo, donde ponía en escena, por primera vez desde los setenta, a las mujeres en el rock, un género tradicionalmente machista.