El proyecto de crear un espacio de contención y desarrollo productivo para personas travestis trans de la zona oeste del Conurbano Bonaerense comenzó como una necesidad y un anhelo en 2020 a raíz de la pandemia de COVID-19. El frente de géneros de Ituzaingó fue el encargafo de tejer lazos virtuales para que un grupo de compañeres, que trabajaban en la calle y contaban con diversas necesidades, pudieran tener un espacio para charlar sobre sus necesidades y buscar una salida laboral ya que sus actividades habían mermado.
“Pense que era la única trans en Ituzaingo, no sabía que había otras. No tenía la corona de Ituzaingó”, plantea entre risas Natasha Dayana Siñani, integrante del grupo pre cooperativo Que Fuega. “Eran charlas de apoyo y debate entre las que surgían temas como la finalización de los estudios secundarios y la necesidad de acceder a otras ofertas laborales, hasta que en 2021 nos comenzamos a reunir presencialmente en La Bicicletería. Todavía no se había probado el cupo laboral, por lo que pensamos en formar una cooperativa textil travesti trans en el Oeste. Actualmente curso el Fines y estoy por graduarme este año”, cuenta.
De ese modo surgió Que Fuega, expresión utilizada entre elles a modo de exaltar la belleza de sus compañeras y que hoy representa su identidad, plasmada en el logo que expone una leona entre laureles, estrellas y una lluvia de brillos dorados.
El emprendimiento se caracteriza por ser un espacio de producción textil autogestivo travesti trans inclusivo y con perspectiva ambiental. Confeccionan artículos que comercializan por internet y distribuyen a todo el país. Hasta el momento, trabajan 10 personas, entre mujeres cis y trans, que diseñan e intervienen prendas de vestir, además de bolsas sustentables con estampados hechos con serigrafía, productos de gestión menstrual, barbijos, delantales, almohadones, correas y collares de mascotas, entre otros productos que no requieren de grandes complejidades.
Aún se encuentran capacitándose para poder llevar adelante las producciones para su marca y están abiertas a escuchar propuestas de trabajos y colaboraciones, aunque sin apuros y respetando el proceso. El espacio se encuentra en una etapa de transformación ya que estarán brindando espacios de formación de oficios textiles y demás encuentros disidentes. Sus redes sociales son sus principales canales para compartir información sobre los talleres.
Como notaron que precisaban ayuda para seguir capacitándose en la temática textil, contactaron Brenda Agustina Fernandez, diseñadora de Indumentaria que hoy forma parte la cooperativa. De ese modo se acoplaron compañeras que cuentan con otros saberes para poder llevar a cabo las distintas tareas.
En diálogo con Feminacida, la diseñadora plantea la importancia de sumar asociades que puedan integrar un equipo interdisciplinario con diversidad, tanto de edad como de género, ya que considera importante acompañarse y generar instancias en las cuales se aborden las problemáticas de salud mental y emocional para poder llevar a cabo un proyecto fructífero.
Al día de hoy cuentan con dos financiamientos otorgados y ejecutados. Uno fue a través del Fondo de Mujeres del Sur de Rosario, el cual brindó apoyo económico para invertir en máquinas y comenzar con la producción: recta, collareta, corta collareta, cortadora y mesa de cortar, hilo, materiales para estampar serigrafía y tela. El segundo financiamiento fue desde el Ministerio de Géneros y Diversidades de Nación, a través del grupo de mujeres del Frente de Géneros que colaboraron con la presentación de la documentación necesaria.
En esta línea, cabe destacar la importancia de que existan fondos con perspectivas de género e inclusivos como el que ofrece el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) llamado FIGI (Fondo de Igualdad de Género INAES) el cual fue creado en 2022 con el objetivo de promover la equidad en las entidades de la economía social y solidaria. Dicha herramienta busca fortalecer y poner en valor los proyectos de cooperativas que contengan iniciativas con perspectiva de género. Se lleva a cabo por dos áreas del Instituto: Evaluación de Proyectos y la Unidad de Géneros, creada en 2020 como coordinación indispensable para mediar, aportar y acompañar la implementación de políticas públicas más inclusivas.
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Desear un futuro mejor
Natasha expresa que el cooperativismo, aunque implica un desafío constante y distinto, resulta muy enriquecedor y se aprende mucho cuando se comienza un proceso de tejer redes, trabajar con otras cooperativas u organizaciones como El Archivo Trans, y con medios locales y ferias, que posibilitan generar lazos comunitarios, mientras que se conoce su labor y se van perfeccionando.
“Tenemos una función social y responsabilidad con los feminismos. Es una lucha de día a día y se encamina de a poco, pero también debemos incluir a los varones y hacerlos parte de lo que nosotras transitamos, aunque entendemos que la mayoría de las veces hay falta de predisposición para acercarse e interiorizarse sobre la población trans”, refelxiona Natasha. Mientras hace énfasis en su convicción, también señala tener el sueño de estudiar una carrera universitaria como Trabajo Social en la Universidad de Moreno, ya que le apasiona incorporar conocimientos y crear aportes que transformen la realidad y que colaboren con el desarrollo de un proyecto colectivo.