En 2016, Irina Iliopulu encontró una cámara analógica en su casa. Con el tiempo, creó una marca personal, reflejando inseguridades desde una perspectiva compasiva y de aprobación, para llegar al objetivo de cada sesión fotográfica: mostrar que la diversidad anatómica es normal y hermosa.
Gran parte de sus proyectos se relacionan con representar la diversidad de los cuerpos femeninos, generando una introspección feminista a través de la fotografía. Cuando se le pregunta cuál es su relación con el movimiento de mujeres e identidades disidentes, Irina recuerda lo que sintió en las primeras marchas que participó: “Era un ratito de mi vida en el que no me sentía mal, donde se me ponen los pelos de gallina a pesar de todas las experiencias negativas, de todas las historias, y era un sentimiento hermoso. De ahí deconstruí un montón de cosas. Es algo que nunca voy a dejar”.
¿Cómo conectaste tu feminismo con la fotografía?
Es algo que se dio naturalmente, empecé con mi cuerpo. Comencé a preguntarme por qué siento que soy una mierda, por qué no agrado, por qué me preocupa mi apariencia... Todas esas cosas negativas que tenemos en la cabeza. Entonces, a partir de mi militancia dije: “¿Qué puedo hacer con eso?”. Y quise aportar las herramientas que me dieron en terapia para superar mis complejos con el cuerpo, relacionarlo con cuestiones sociales, y brindar una plataforma donde se puedan ver cuerpos reales. A veces me paro frente al espejo y me pregunto qué me gustaría ver, quién me gustaría ser, qué me gustaría leer, entonces trato de hacer cosas que me hubiesen ayudado en su momento.
¿Cómo surgen tus proyectos fotográficos?
Siempre digo que “capturo las demandas de mi retina”, siento que mis ojos me obligan. Me torturo si no le saco foto a algo que me guste o a un momento que esté disfrutando, porque siento que luego no voy a poder recordarlo nunca.
Para llevar a cabo sus sesiones, a Irina le gusta que la primera impresión sea personalmente. “Cuando no conozco a las personas previamente, nunca miro sus redes sociales. No me gusta anticiparme, me gusta que el primer contacto sea cara a cara para ver lo que me transmite esa persona, ver qué necesita, cómo yo puedo ayudarla”, cuenta y agrega: “Por eso tratamos las inseguridades del cuerpo, porque con la sesión permito que la otra persona tenga una carpeta con partes de su cuerpo de la forma en que yo las miro, también con énfasis en lo que a mí me atrae y disfruto”.
Sentirnos representadxs
Irina busca mostrar a través de imágenes todo aquello que no vio y que le gustaría ver. Por ejemplo, comenta que la idealización que le dio consumir pornografía le trajo problemas con su propio cuerpo: “Realmente me hacía dudar de mis capacidades, yo tenía una vida sexual muy frustrada por las expectativas del porno. Todos tenemos que rehacernos, lo que considero que tengo que hacer para mi bienestar es volver a nacer, pero aprendiendo con las nuevas herramientas que tengo hoy en día”.
¿Por qué crees que a la gente le llama la atención tu laburo?
Porque lo muestro “como sale”, en crudo. A mí me entregan las fotos reveladas y las pongo en una carpeta para enviárselas a las personas. No las intervengo. Les permito verse reflejadas a través de mis imágenes y se sienten representadas. ¿Tienen cicatrices? Ven una modelo con cicatrices. ¿Son flacas? Ven una modelo flaca. ¿Son gordas? Ven una modelo gorda. ¿Tienen estrías en las tetas? Ven estrías en las tetas. La falta de representación que hay nos llevó a sentirnos bichos raros. Dar herramientas para que otrxs se sientas representadxs es lo que me gusta y por eso también lo sigo haciendo.
¿Tenes alguna sesión en mente que te gustaría hacer en un futuro?
Me gustaría hacer una sesión estilo renacentista, pero con personas viejas, porque quiero trabajar con vejez, me interesa mucho. Hay que desmitificar la vejez y conocerla un poquito más. Hace un tiempo le hice unas fotos a mi abuela y fueron furor, para bien y para mal, muchas personas se sintieron “asqueadas” por ver una abuela en lencería, acostada en su cama con pañales. Entonces quiero aportar un granito de arena de aquello que no se suele conocer o no nos permiten conocer.
El dilema de las exposiciones
En 2019 Irina participó de una exposición fotográfica en Berlín. Ella describió esta experiencia como “una locura”: “Fue todo lo que siempre quise. Mis dos mundos, el de la sutileza y del erotismo en un mismo lugar, en una misma noche y en otro país”, sintetiza.
¿Cómo es la experiencia de exponer en Buenos Aires?
Me invitaron a exponer bastante seguido. Hubo una época en donde expuse cuatro veces en una semana y fue bastante agotador. Además, habré expuesto 15 veces acá y nunca me pagaron nada, siempre tuve que pagar yo las impresiones... Una vez una cervecería que quería hacer una exposición por el aborto nos pedía a mí y a otros fotógrafos 3 fotos de 60x40. Cada impresión salía 1500 pesos y a partir de ahí empecé a decir que no a algunas exposiciones, salvo que me ayudaran con los materiales, porque yo no tengo problema, pero me di cuenta de que todo lo que ganaba lo gastaba en imprimir. Sigo exponiendo en lugares que apoyo, que tienen buenos valores y que tienen buenas causas.
Si bien eran exposiciones con temáticas diferentes, ¿sentís una reacción diferente exponiendo en Buenos Aires que exponiendo en Berlín?
A mí me shockeó cómo las personas valoraron el trabajo erótico desde otro lugar. Era increíble verlas mirando mis fotos sin prejuicios, admirando la desnudez, cosa que acá quizá expongo y no pasa. Aprendí del público al cual quiero llegar.
Si realizaras tu propia exposición, ¿cómo te gustaría que fuese?
Me encantaría alquilar un salón y exponer mi “proyecto vulvas” cuando esté terminado. Cuando saque todo de mi cabeza y lo pueda plasmar en algo tangible, quiero hacer una exposición donde haya videos educativos, conferencias, venta de juguetes sexuales, que sea algo masivo, no sólo exponer las fotos sino hacer un encuentro. Porque mi idea es siempre abrazar a las personas con mis proyectos, es lo que mejor sé hacer.
Descubrimiento de la sensualidad y la sexualidad.
El avance y evolución de sus proyectos están relacionados con su descubrimiento personal. A medida que pasaban las sesiones, Irina logró diferenciar el enfoque temático de cada una de ellas. “Antes negaba el erotismo, negaba la sensualidad y era todo muy sutil, sin darle lugar a cualquier cosa que se pudiera malinterpretar porque a eso lo tenía rechazado. Ahora me gusta mucho hacer una distinción entre sensualidad, erotismo, sexualidad”, dice con una sonrisa en su rostro.
¿Qué consejo le daría la Irina de ahora a la que recién comenzaba a sacar fotos?
Me costó mucho comenzar a llamarme “fotógrafa”. Cuando me preguntaban “¿Desde cuándo sos fotógrafa?”, yo pensaba: “No sé si lo soy, creo que lo soy... ¿Lo soy?”. Así que le diría que se valore, que confíe en sí misma, que se conecte con el propósito de las fotos, que es que las personas puedan aprender, que puedan conocerse y que está muy claro que es una fotógrafa y que lo hace muy bien.
Para mostrar y explicar mejor algunos de sus proyectos fotográficos, Irina creó la página https://www.photosoma.com/
– Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Feminista de Feminacida –