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Protección solar: no es estética, es salud

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El pasado 22 de diciembre la legisladora porteña Ofelia Fernández presentó un proyecto de ley de protección solar. Bajo el nombre de “Ley de concientización e intervención sobre la exposición a rayos UV y prevención del cáncer de piel”, la propuesta tiene como objetivo desarrollar acciones de difusión, concientización y prevención de este tipo de cáncer, así como también facilitar el acceso a los protectores solares por parte de todas las personas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. “Presentamos un proyecto para que el protector solar no sea considerado estético, sino un medicamento para la prevención de enfermedades”, declaró Fernández a través de su cuenta de Twitter.

Elaborado con la asesoría de la cosmetóloga, desarrolladora de producto y creadora de contenido Daniela López (más conocida como Dadatina en redes sociales), la propuesta fue recibida por la prensa y usuarixs de redes sociales con entusiasmo y críticas diversas. Con la temporada arrasando en la Costa Atlántica y en todos los puntos turísticos del país y frente al inicio de un nuevo mes del verano, ¿cuál es la importancia de este tipo de proyectos?

Prevenir el cáncer de piel es posible

De acuerdo con lo difundido por la Sociedad Argentina de Dermatología (SAD) en su última Campaña Nacional de Prevención, el cáncer de piel (provocado por un crecimiento anormal de las células) es la forma más común de esta enfermedad en las personas. 

“El sol es el principal factor modificable del cáncer de piel, el tipo de cáncer que más aumentó su frecuencia en el mundo en los últimos años”, sostiene en diálogo con Feminacida Lola Kuperman (@dermatolola), médica residente de dermatología y periodista. 

“Existen varios tipos de cáncer de piel y la mayoría están relacionados con la exposición solar. Su detección temprana permite el control de la enfermedad en un altísimo porcentaje”, agrega. Consultada al respecto del papel que cumple el protector solar dentro de los cuidados para protegerse de la exposición solar, afirma que tienen la capacidad de disminuir la acción nociva del sol en la piel. “Son grandes aliados para prevenir el daño solar pero por sí solos poco pueden hacer. Para tener una relación saludable con el sol no es necesario evitarlo sino aprender cuándo, cómo y cuánto es seguro exponernos”, agrega. “Medidas como evitar en lo posible la exposición entre las 10 y las 16 horas y adoptar el uso de protector solar mayor a 30 de amplio espectro (contra UVA y UVB), gorra, anteojos y remera de manga larga, aún en los días nublados, todo el año son fundamentales”, comparte.

Un problema para situar en la agenda sanitaria

En línea con estos fundamentos, el proyecto de ley presentado propone “reducir la incidencia y mortalidad del cáncer de piel, así como las tasas de quemaduras solares” a partir de diversas medidas. La iniciativa incluye la creación del programa “Sol BA”, que tendría, entre otras funciones, la realización de campañas de concientización respecto de los riesgos de la exposición solar excesiva en establecimientos educativos y espacios públicos y “garantizar el acceso gratuito a la protección solar de sus habitantes”.

Este punto despertó algunas controversias: días después de presentado el proyecto, la Ministra de Salud de la Nación, Carla Vizzotti, sostuvo al ser consultada por la prensa que también es necesario trabajar en una política de producción pública y de acceso. “Los subsidios y la gratuidad en el sistema de salud, con la fragmentación que tiene, es (algo) bien complicado”, afirmó en una entrevista en Radio Con Vos. Desde su rol de asesora del proyecto, Dadatina declaró en sus redes que se busca avanzar de manera gradual: “La meta es que esto sea un precedente y podamos buscar que los protectores solares sean reconocidos como algo médico y que el día de mañana lo puedan cubrir desde obras sociales (a nivel país). Tenemos que empezar a construir de a poco y este es el primer paso".  

En la actualidad, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) incluye a los protectores solares dentro de la categoría de productos cosméticos y no en la de medicamentos, como propone el proyecto. ¿Cuál sería la importancia de lograr esta modificación?

“Pensarlos como un medicamento para prevenir enfermedades nos habla de la posibilidad de cambiar nuestra relación con el sol y con nuestra piel”, comparte la médica Kuperman y agrega: “Los protectores solares no son económicos y es fundamental su uso, pero de poco sirve si no va acompañado de la noción del peligro de la exposición solar excesiva. Es importante reaprender hábitos para poder disfrutar de la vida al aire libre en forma segura y es también incorporar el autoexamen de los lunares y los controles dermatológicos de la piel como una forma de prevención”. ¿Existe un “bronceado saludable”? ¿Qué subyace debajo de la tradicional forma de ubicar a un protector solar dentro del ámbito de lo estético?

Más cuidados, menos mandatos

Durante cientos de años la piel “blanca”, sin rastros de exposición solar, indicó un status socioeconómico privilegiado: las personas que no mostraban evidencia de bronceado alguno se diferenciaban del resto por no cumplir largas jornadas laborales al aire libre y/o por contar con elementos de protección adecuados (como sombrillas o sombreros). Por el contrario, la piel bronceada era un rasgo distintivo de lxs campesinxs.

En el siglo XX, más precisamente en el año 1923, la reconocida diseñadora de indumentaria Coco Chanel se paseó por la costa mediterránea con su piel bronceada por el sol e inmediatamente estableció entre las mujeres de la burguesía europea una tendencia que luego se convertiría en moda: lucir una piel bronceada como indicador de un status social que permite tomarse vacaciones en la playa y tiempo de ocio al aire libre. Esta costumbre se mantendría vigente como conducta esperable a lo largo de todo el siglo XX y durante la primera década del XXI.

El auge de productos como autobronceantes, aceites de bajo o nulo factor de protección solar que prometían que la piel tome color rápidamente e incluso camas solares, responden al imperativo social de que la piel de las personas luce mejor bronceada. Al ser publicitados como productos cosméticos exclusivamente dirigidos hacia mujeres y a la luz de ciertas reacciones en contra de un proyecto de ley que busca considerar a los protectores solares un medicamento, ¿es posible que estos antecedentes constituyan un sesgo en el imaginario colectivo?

“Vale la pena hacer la reflexión sobre las publicidades, las series, las películas y las redes sociales que consumimos a diario. Así como nos alegramos de que se concientice cada vez más del uso, por ejemplo, de preservativos para prevenir infecciones de transmisión sexual, creo que no ocurre algo similar con los hábitos saludables ante el sol”, reflexiona Kuperman. “¿Abundan escenas que incluyan colocar protector solar así como se empezó a ver con la colocación de un preservativo? ¿La piel bronceada se sigue mostrando como un valor?”, se pregunta. La profesional explica que el bronceado es un mecanismo que tienen las células de proteger las mutaciones de su material genético a través de la melanina, que es lo que da el color a la piel. “El problema es que, muchas veces, este mecanismo es insuficiente y de ahí la importancia del uso de protección adecuada”, agrega y concluye: “No es sólo el uso del protector solar, sino también entender que no existe un bronceado saludable. Es importante entender que el daño solar es acumulativo e irreversible y las quemaduras provocadas por una exposición sin protección desde una temprana edad son un factor de riesgo para desarrollar cáncer de piel a lo largo de la vida”.


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