Por Dolores Menendez y Lourdes Tycholis
Vivir en una sociedad atravesada por un sistema cis hetero patriarcal implica una tendencia a disciplinar a las personas, moldeándolas y reproduciendo así, parámetros y conductas establecidas. En la eterna lista de opresiones, el ejercicio de la sexualidad y del goce de una manera plena, es una más para las mujeres de la tercera edad atravesadas por múltiples violencias que censuran sus derechos. Ana, Gladys y Stella Maris, tres mujeres mayores de 60 años, no dejaron de disfrutar. Poniendo en común sus formas de habitar la sexualidad, evidencian que, después de maternar, las mujeres pueden gozar por fuera de la normatividad.
Para la libertad sexual no hay edad
Andrea Corsio, Psicóloga y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Universidad Nacional de Luján (UnLu), afirma que hay una “negación de la sexualidad” en las mujeres mayores y que tiene su causa en las representaciones sociales ancladas en nuestro entorno: “La sexualidad es tomada como exclusiva de los jóvenes -expresa la profesional-, pensarla en la vejez causa escozor”. Gladys, de 83 años, evidencia esta cuestión: “Fíjate que los hombres buscan chicas más jóvenes, por más que las mujeres grandes sigan teniendo su sexualidad”, afirmó en diálogo con este medio.
En este sentido, la sexóloga Renata Sciannameo menciona cómo los signos de envejecimiento, tales como las arrugas y la pérdida de agilidad, llevan a pensar erróneamente que una mujer mayor es incapaz de seducir y ser deseada. “La sociedad condena hasta el día de hoy a las mujeres. Directa o indirectamente, las induce a que abandonen todo lo que tenga que ver con la seducción, a que repriman sus deseos y que se dé por terminada su vida sexual”, plantea la profesional. Gladys se convierte en ejemplo de la violencia que se ejerce sobre su derecho a gozar: “Piensan que porque sos grande, no podés. Y sin embargo, siento que se puede disfrutar hasta que una muere, el deseo puede seguir y más ahora que existen tantas cosas”, opina.
“La sociedad occidental está acostumbrada a ignorar a las personas mayores por este culto a la juventud, a la belleza física, a la fecundidad. Esto hace poner bastante en cuestionamiento el tema de la feminidad y hacen sentir a estas personas como si ya no fueran útiles, como si ya no fueran parte de la sociedad activa y es un completo error”, considera la sexóloga. ¿Por qué las mujeres mayores dejan de ser útiles para el imaginario colectivo? ¿Acaso será que si la sexualidad no gira en torno a procrear se deja de ser productiva para el sistema capitalista patriarcal? ¿Qué es lo que tiene fecha de caducidad? ¿La capacidad de gestar o la de gozar?
“La menopausia marca el fin de la capacidad reproductiva de la mujer, pero no el fin de la sexualidad. Esta es una gran confusión. La sexualidad reproductiva es sólo una parte”, destaca Andrea Crosio y agrega: “Es importante entender que la sexualidad no es sinónimo de genitalidad. Hay muchas formas de disfrutar el placer. Muchas mujeres re-descubren su sexualidad en la vejez”.
Una de ellas es Ana, quien tiene 80 años y resalta que nunca fue “muy sexual”. “Era una tortura la penetración, me dolía y no me gustaba. Cuando fui más grande y se me retiró el período, lo disfruté más. Hace más de 20 años no tengo relaciones sexuales ni nada, no me llama, así soy yo, a mí me da placer fumar y viajar”, confiesa, entre risas. Mientras Ana disfruta a su manera, Gladys comenta que gastaría su libido en las cosas que le gustan. “Cosas que me den placer por fuera de la genitalidad”, dice.
Por otro lado, Renata Sciannameo plantea que hay muchas mujeres que redescubren los orgasmos y su sexualidad a partir de la menopausia. “Esa es la realidad, por ejemplo, una vez despojadxs de la presión de los embarazos no deseados, saben que pueden mantener relaciones sexuales libremente y que esto no va a suceder. Eso muchas veces lxs libera”.
Abrir los sentidos para redescubrirse
Francesca Gnechi, periodista especializada en sexualidad, acentúa que “vivimos en una sociedad basada en el coitocentrismo, es decir, en la genitalidad. Entonces, lo importante para vivir una vida sexual plena es dejar de lado este coitocentrismo en todas las etapas de la vida”. Llega un momento en que las personas pueden presentar cualquier disfunción biológica, tales como la sequedad vaginal o la dificultad de erección. Además, la sexóloga agrega: “A medida que envejecemos tenemos que ir adaptando nuestra actividad sexual a los cambios. Es cuestión de escuchar lo que necesita nuestro nuevo cuerpo y buscar herramientas que puedan ayudarnos a seguir disfrutándola plenamente sin restricciones”.
Stella Maris con 61 años y en pareja con una persona que padece Parkinson, destacó que se presentaron dificultades al momento del disfrute, lo que lxs llevó a explorar por fuera del coitocentrismo: “La relación sexual no se basa solamente en llegar al punto de tener un orgasmo a través de una penetración, sabemos que se pueden utilizar otros métodos así que tratamos de aplicarlos y de satisfacernos el uno al otro”. En este aspecto, Francesca profundiza en que “hay que buscar otras formas más creativas de disfrutar la sexualidad”.
Pero a su vez, la comunicadora agrega que ante la falta de educación sexual, les cuesta poder encontrar otra forma de vivir esta dimensión que no sea a través del coito. A propósito de esto, la licenciada Sciannameo comenta: “Antes en la crianza no se hablaba sobre sexo, deseo, placer, ni nada, crecieron en el desconocimiento y lo que conocieron fue por experiencia porque hay algún amigo o amiga o alguien que se los contó. Se da por sentado que saben todo y la realidad es que no siempre es así”.
Ana es testigo de estos tiempos donde no abundaba la información: “Ahora sé que es un placer la sexualidad. Cuando no estaba informada, ni frío ni calor me daba. Con mis amigas de aquel tiempo, ahora puedo decir que si volviera a nacer, no dejaria títere con cabeza”. Paralelamente, Gladys tampoco queda por fuera de la problemática: “No teníamos información, porque en casa no te hablaban de eso, ahora es diferente, se explica y se charla todo”.
La comunicadora especializada en la temática trae a colación la falta de información en lxs jóvenes y adultxs haciendo hincapié en que la situación se acentúa en lxs adultxs mayores. De este modo, concluye que lo poco que hay está dirigido a personas en edad reproductiva. Es por eso que la psicóloga Crosio hace énfasis en la necesidad de ESI en todas las etapas de la vida, no como fue en el caso de Ana quien comenta: “Solamente en mi primer parto la doctora me habló de eso, después ningún ginecólogo me habló de sexo”.
A su vez, menciona la autosatisfacción como otro tema que se disciplinó: “Antes estaba mal. Los psicólogos decían que los hombres podían enfermarse y en la mujer directamente no existía. Hasta hoy no sabía nada sobre la masturbación, jamás se habló, jamás me toqué. Ahora mi hija y mis nietas me hablan del tema”. Gladys, quien también redescubre la sexualidad en su vejez, acompaña el testimonio de Ana destacando la importancia de la autosatisfacción. “Ahora es de todos, varones y mujeres, antes era más para ellos”.
Cristina Rodriguez Benito, Licenciada en Psicología con Máster en Gerontología, remarca en su artículo “La sexualidad en el anciano” la importancia de la sociedad y de las instituciones al momento de favorecer la libre manifestación de la sexualidad en las personas mayores en todos sus aspectos. Desarmando antiguas concepciones, destaca: “A través de la historia, el sexo en los mayores ha sido incomprendido y menospreciado, condicionado por factores de índole socio-cultural”.
¿Quién dijo que ellas no pueden gozar? Solo basta escuchar sus voces para notar que su deseo sigue intacto. Si cada una es capaz de experimentar la sexualidad sin pensar en una fecha de caducidad, ¿por qué la sociedad busca sexmutearlas? Ellas también quieren gozar sin seguir la norma patriarcal que les intenta imponer hasta qué momento se las considera dignas de hacerlo.
Ilustración de Portada: Edith Isabel
– Este artículo fue producido en el marco del Taller de Producción y Edición Feminista en Medios Digitales de Feminacida –