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"Porque demasiado no es suficiente": una escritora intrusa y deseante

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Porque demasiado no es suficiente es, quizás, el trabajo más íntimo de Mariana Enríquez. Publicado en octubre de 2023 bajo el sello de la editorial "Montacerdos", el libro traza una línea donde el rock, las memorias y el fanatismo se ordenan para dar lugar a una intensa historia de amor.


Enríquez comienza contando un sueño cumplido: en el marco de su trabajo como periodista de rock para una importante revista nacional en los años 90 se le concede la petición o, más bien, el deseo de entrevistar al cantante de su banda. Suede es suya y no porque participe musicalmente allí; no toca el bajo, ni la batería, ni es manager. Es fanática. 

¿Será que el fanatismo es fiebre? Las primeras páginas del libro comienzan a esbozar la idea que Mariana tiene del fanatismo. Para desarrollarla, cita a Fred Vermorel, periodista musical británico y autor de Starlust, libro documental dedicado a los fandoms: “La celebridad es la religión de la sociedad de consumo. Y los fans son adeptos místicos de esta religión que dramatizan estados de ánimo, fantasías y expectativas que todos tenemos".

Y sí, el rol del fan es exagerado. Es como estar enamorado, aunque el nivel platónico llegue hasta las nubes y generalmente las posibilidades de encontrarse a quienes se admira son casi nulas. Ese “casi” es el motus deseante que alimenta al fan, lo mantiene fiel y emocionado, militando discos y teorías sobre la vida personal del artista a partir de la interpretación de alguna canción. Toda interpretación atraviesa las sensibilidades y para que estas sean habitadas, se requiere valentía.  

La autora recuerda cuando The Cult, otra banda que la invitó al mundo fandom, estuvo en Argentina. Mariana estaba acompañada de otro periodista musical, joven como ella, cuando se enteró de la noticia y, emocionada, gritó que amaba a Ian Astbury, cantante principal del grupo. La respuesta de su compañero fue que Astbury “no era sólo una cara bonita, sino un gran cantante”.


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Me permito un descargo personal: ¿Cuántas veces fui testigo de otros varones aclarándome que la banda que yo escuchaba incansablemente a ellos sí “les gustaba de verdad”? ¿Y las veces en las que querían que responda un test express y rebuscado sobre la discografía de Charly García, con el típico formato gastado de preguntas con aires de superioridad?: “A ver, si de verdad te gusta, decime en dónde grabó Terapia Intensiva”.

En Porque demasiado no es suficiente Mariana se enoja con este tipo de comentarios —porque también los vivió— y da el puntapié para pensar por qué el análisis musical-periodístico, ambiente que aún sigue siendo tierra donde predomina lo varonil, solo respeta factores técnicos. 

Como si el arte y la música pudieran deshacerse de la carga emocional, perdiendo así las diversas formas que encuentran para llegar a las almas y, muchas veces, producir el deseo frenético que toma cuerpo con el fanatismo. Quienes predominan en la industria no deberían tener la potestad de decidir si el sentimiento es demasiado o es suficiente, aunque estén acostumbrados a adjudicarse potestades. También hay razones válidas en aquello que abarca más que tecnicismos y Enríquez, autopercibida como intrusa en industrias de hombres, lo sabe bien.

En la música también vemos reafirmado lo que cuesta animarse a la sensibilidad siendo varón y la seguridad que implica intentar descalificar a mujeres e identidades disidentes en cualquier disciplina, casi siempre con los mismos argumentos. La autora, con anécdotas y apreciaciones musicales que retoman sentimientos de todos los colores, viaja en el tiempo para dejar por escrito todo lo que puede hacer, sentir y decir alguien que ama de forma irracional, histérica, fanática, pero, sobre todo, valiente.

Enríquez puede hablar de cómo suena el bajo, también de las letras, del momento que atravesó con su álbum favorito, del maquillaje de los chicos de la banda, de las suposiciones que hacen las fans sobre los mismos, de lo que quiera. Quien habita el arte con la valentía de la fan y de la intrusa puede hablar de lo que quiera.

Acerca de la autora

Nació en Buenos Aires, en 1973. Publicó su primera novela, "Bajar es lo peor", a los 21 años. Le siguieron "Cómo desaparecer completamente" (2004) y "Chicos que vuelven" (2011), los libros de relatos "Los peligros de fumar en la cama" (2009) y "Las cosas que perdimos en el fuego". Luego "Alguien camina sobre tu tumba: mis viajes a cementerios" (2013) y "La hermana menor, un retrato de Silvina Ocampo" (2014). En 2019 ganó el Premio Herralde con su novela "Nuestra parte de noche". Hace pocas semanas su nuevo libro: “Un lugar soleado para gente sombría”.


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