Todes lo vimos y lo escuchamos: en la gala de los Oscars, Will Smith se levantó de su asiento para pegarle una cachetada al humorista Chris Rock, quien estaba haciendo una rutina como presentador invitado durante el premio al “Mejor documental”. ¿De dónde surgió el exabrupto? El comediante había hecho un chiste de mal gusto que comparaba a Jada Pinkett Smith, esposa de Will, quien en el último tiempo debió raparse tras padecer de alopecia, con el personaje pelado de G.I Jane, una película de 1997.
Una vez más los mandatos patriarcales aparecieron en escena, un varón que golpea a otro para defender el honor de una mujer a quien "debe proteger". El golpe que Will le da a Chris Rock es un diálogo entre machos que pretende limitar el accionar del otro y marcar el poder de quien golpea. Este análisis no puede faltar para seguir trabajando sobre la deconstrucción de la violencia machista y comenzar a construir otras masculinidades posibles. Sin embargo, también es necesario correr el foco de los hombres y sus peleas para hablar de otra violencia que se hizo presente: la violencia estética.
"Hablemos de como Chris Rock quien produjo en 2009 el documental 'Good hair' (Pelo bueno) y conoce muy bien la importancia del cabello para las mujeres negras en el contexto del racismo y la industria que se ha desarrollado en torno a este (no es ignorancia), recurrió una vez más al anacrónico recurso de la 'comedia' de burlase del físico de las personas", escribió en sus redes sociales la socióloga, escritora y feminista venezolana Esther Pineda.
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¿Acaso no quedó claro que burlarse del físico de otras personas no es gracioso? En oposición a los discursos que aún sostienen que "ya no se puede hacer chistes con nada", es necesario recordar que existen muchas otras formas de hacer humor que no implican usar de insumo a une otre. Las afirmaciones como la de Chris Rock no hacen más que dañar la salud mental de las mujeres y disidencias.
Si algo entendimos en estos años de debates y diálogos con perspectiva de género, es que la belleza es una construcción. Desde las distintas industrias se imponen cánones inalcanzables, homogéneos y excluyentes sobre qué se considera bello y qué no -es decir, sobre lo que vale y lo que no-. Y ya lo sabemos, estos modelos pesan más sobre las mujeres.
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"Si eres mujer, y más aún una mujer negra, estás siempre siendo juzgada y expuesta a ser violentada por tu apariencia física si por alguna razón no respondes a la expectativa de belleza que se ha construido para ti", agregó Pineda en su publicación y concluyó: "Lo que piensan y sienten millones de mujeres todos los días ante las agresiones que sufren producto de los estereotipos de belleza, queda invisibilizado y silenciado en medio del ruido de las palabras e imágenes de lo que los hombres dicen y hacen, mientras que la violencia estética carcome en silencio el cuerpo y la psique de las mujeres".
La violencia estética existe y funciona cotidianamente en múltiples espacios. Cuando en la televisión se habla de cómo se vistieron les famoses, cuando se cuestiona si tal o cual artista engordó o si le quedó panza luego del embarazo, cuando se promueven dietas imposibles y tratamientos estéticos, cuando "vejez" se vuelve sinónimo de feo. Los ejemplos son infinitos y por eso es imprescindible visibilizar la problemática para transformarla.