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¿Nos llegó nuestro VOX? El rol de los feminismos en este escenario electoral

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Las elecciones primarias representaron una gran alerta para el espectro político "dominante", pero también para los feminismos porque muestran el alza electoral de opciones partidarias abiertamente antifeministas y “anti género”.


Este año hay elecciones en muchos países del mundo. En España, por ejemplo, ya se desarrollaron porque adelantó sus elecciones parlamentarias de noviembre al 23 de julio. Los comicios generaron mucha expectativa para los partidos de derecha que querían recuperar el gobierno perdido en la última elección y que habían triunfado a nivel provincial. Entre ellos, el partido VOX, exponente de un discurso ultraconservador, nacionalista, anti género y anti feminista ―o como ellos mismos se autoproclaman, "referentes del verdadero feminismo"― , que se había ubicado como tercera fuerza en la última elección general del 2019 desplazando a Ciudadanos (Cs) y Unidas Podemos (UP).

VOX, un partido fundado en el 2013 que ingresó por primera vez al Congreso español en la elección del 2019, logró obtener un total de 52 escaños, casi un 15 por ciento de las bancas. Sin embargo, en las elecciones de este 23 de julio, VOX perdió 19 de sus bancas.

El discurso de VOX en contra de muchos de los derechos conquistados por las mujeres y diversidades, como el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, el derecho a la identidad de género con la reciente “Ley Trans”, o la conquista de espacios institucionales como el Ministerio de Igualdad, generó mucho temor entre los sectores de izquierda y dentro del movimiento feminista. Un programa electoral a favor de la familia “natural”, de la libertad, las reducciones de presión fiscal, la reducción del gasto público (sobre todo en áreas vinculadas a los derechos de las mujeres), “la eliminación de toda legislación de género” (como la ley de violencia de género) y la defensa de la propiedad privada es un discurso que estuvo muy presente en la campaña de La Libertad Avanza en Argentina.

La Libertad Avanza, al igual que VOX, es una fuerza de reciente creación que compitió por primera vez en las elecciones legislativas de 2021 en el distrito de CABA. En aquella ocasión obtuvo alrededor del 16 por ciento de los votos en el distrito (en las PASO había obtenido el 13 por ciento) e ingresó por primera vez al Congreso de la Nación con 2 diputados nacionales, es decir, menos del 1 por ciento de las bancas de la Cámara de Diputados. Ahora bien, los resultados de las elecciones primarias de este año muestran un incremento en su caudal de votos y la extensión a una mayor cantidad de distritos.



Si nos llega nuestro VOX en la forma de La Libertad Avanza, tomando como antecedente lo que sucedió en España, podríamos vaticinar que su fuerza electoral irá mermando, pero que sigue habiendo mucho por trabajar. La mayoría de los partidos anti casta política tienen fecha de caducidad. Sin embargo, funcionan como un gran llamado de atención para los partidos más tradicionales o los que han cooptado el sistema partidario en el último tiempo y, también, como alerta para el movimiento feminista. Son partidos y alianzas con un gran discurso anti feminista y anti género que se mueve en distintos ámbitos, siendo uno de ellos "la manosfera". Es un espacio virtual en el que los hombres forman una comunidad misógina contra un feminismo “que los subyuga”, que les saca derechos, negando la existencia de fenómenos como la violencia de género o el machismo.

Ante este escenario, es necesario repensar las estrategias feministas. Escuchar, debatir, combatir esa visión de “juego de suma cero” que se viene instalando desde estos discursos que plantea la falsa dicotomía entre la inversión en los derechos de las mujeres y diversidades, y la quita de presupuesto a inversiones en derechos sociales y económicos. En estos discursos, tener un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidades es simplemente un gasto sin sentido. Es generar más estructura institucional estatal y aumentar el gasto público en detrimento de generar políticas para el pueblo.

Ahora, ¿cómo podemos revertir esta falsa dicotomía?

Una cosa no le quita prioridad a la otra y viceversa. Para ello, es necesario alzar la voz de los feminismos populares, campesinos, esos que sostienen a las comunidades, en contraposición a la instalación de una idea de izquierda y feminismo elitista y academicista. Tejer redes, aliarnos, con los pies en la tierra (y la mirada hacia la Tierra). Todas las partes son necesarias en este rompecabezas para luchar contra el patriarcado y derribar la imagen de feminismo “de elite” que instala el neoliberalismo.


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Nuestra lucha debe encaminarse a responder el gran interrogante de cómo generar espacios libres de violencias, abiertos, diversos, que aseguren las condiciones materiales para la reproducción de la vida. Ante contextos en los que la flexibilidad y precarización laboral están a la orden del día, en los que las juventudes viven con una gran incertidumbre sobre sus futuros, en los que nos siguen atacando y matando por nuestros géneros, la respuesta no puede ser un achicamiento del Estado. Hoy necesitamos más Estado que nunca. Un Estado feminista.

Necesitamos pensar también qué agendas vamos a impulsar desde los espacios institucionales como el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades y cómo reforzarlos. Tenemos un proyecto de ley que crea un Sistema Integral de Cuidados (SINCA) que espera hace más de un año ser aprobado, por ejemplo. Un proyecto pensando en ampliar derechos a través de lógicas de redistribución, conciliación y corresponsabilidad, que beneficia no sólo a las personas bajo la Ley de Contrato de Trabajo sino también a monotributistas, autonomxs, trabajadorxs agrarixs y domésticxs. A través de esta ley, se busca igualar licencias de paternidad y maternidad, crear sistemas estatales de cuidados para las infancias y adultos mayores, reconocer los meses de licencia y excedencia en los cálculos previsionales, jerarquizar el trabajo doméstico, entre otras medidas. Un Estado con un rol central en el “diamante del cuidado”. Ese también es un Estado feminista.

Queda mucho por discutir y debatir desde (y dentro de) los feminismos, pero estos meses serán cruciales para poder revertir los resultados de las elecciones primarias y evitar que nuestra agenda sea relegada de las instituciones del Estado. Es ahora, compañeres.


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