Según el último censo poblacional realizado el año pasado realizado por el INDEC, hay en todo el país poco menos de 3 mil personas en situación de calle. La cifra, a la luz de que la tasa de pobreza es del 43 por ciento y la de indigencia es del 8 por ciento a nivel nacional, resulta irrisoria.
Hay quienes naturalizan la idea de que haya personas durmiendo en cajeros automáticos, veredas y túneles como parte del panorama urbano. ¿Qué ocurre con las mujeres y disidencias sin techo? ¿Cuántas veces hemos visto mujeres solas durmiendo en la calle de noche? ¿Cuántas noticias de femicidios de mujeres en situación de calle hemos leído? Ellas no se ven, pero están.
El Gobierno de la Ciudad midió en abril del corriente año que hay 3511 personas sin techo en la capital, de las cuales el 75 por ciento son hombres y el 25, mujeres. La vía pública no es un lugar para vivir para nadie. Hay algunos pocos espacios de contención y asistencia especializada y dedicada a mujeres y disidencias en situación de calle con las que Feminacida dialogó para esta nota.
En Argentina, según un relevamiento realizado por el Observatorio Nacional Mumalá, 9 de cada 10 mujeres sufrieron acoso callejero y el 100 por ciento lleva adelante estrategias para sentirse más seguras a la hora de salir de su casa. Pero, ¿y si no hay casa?
“Ser mujer en situación de calle implica sortear dificultades de todo tipo, desde estar sometidas a hombres violentos, el acoso policial, el estigma social, hasta la enorme dificultad del ejercicio de derechos de salud integral, reproductiva y sexual o de contar con elementos de gestión menstrual”, cuenta Daniela Camozzi, referente de No Tan Distintes, una organización social, política y transfeminista conformada mayoritariamente por personas que están o estuvieron en situación de calle y que hoy trabaja para asistir integralmente a mujeres y disidencias en esa misma situación.
La entrevistada señaló que las mujeres, a diferencia de los varones, suelen estar con sus hijes incluso al vivir a la intemperie. Son, precisamente, “las madres en situación de calle a quienes más se estigmatiza y discrimina constantemente”, desde miradas muy machistas, clasistas y racistas. Por esto la organización cuenta con un espacio especialmente para abordar a las maternidades, que se llama "La madre que no fui".
La lucha principal de este espacio es contra el abandono de persona ejercido por el Estado, que empuja a miles de personas en Argentina a problemas habitacionales, de alimentación, educación, seguridad, consumos, salud, y la muerte misma. Este abandono tiene de ejemplo reciente a María Verón, una mujer que vivía en la calle y era víctima de violencia de género por parte de su pareja, a quien había denunciado ante la justicia porteña.
María había pedido ser asistida en el parador Azucena Villaflor del programa "Buenos Aires Presente", pero le negaron el acceso por encontrarse “suspendida”. “Son eufemismos que usan para decir que no están preparados para recibir a compañeres en situación de vulnerabilidad, en consumo problemático”, explica Camozzi, quien aduce que algunos paradores de C.A.B.A niegan el acceso a personas con problemas de salud o de adicciones ya que no cuentan con una estructura integral que les permita asistir a cualquier persona en estado de necesidad.
La entrevistada relata que María se acercó al espacio de No Tan Distintes porque “no quería dormir más en la calle”, donde era acechada también por su condición de mujer. “María Verón murió atropellada por un auto el mismo día que se había acercado a nuestro espacio. Se ignoraron todos sus derechos desde los supuestos sistemas de protección para las personas en situación de calle de Buenos Aires. Y la Justicia también llegó tarde, porque fue solo después de muerta que llegó un escrito donde hacían lugar a su denuncia”.
Dormir de día y vivir de noche
La invisibilización de las mujeres y diversidades en la calle no sólo es consecuencia de la discriminación clasista y machista. Es también estrategia de les compañeres para protegerse de ataques y violencias de todo tipo. No ser vistas para sobrevivir. “En este sentido, muchas veces les compas concurren a nuestros espacios de contención y de talleres sin dormir, ya que descansan de día y permanecen despiertes de noche para estar en alerta y prevenir que las ataquen”, comenta Camozzi.
Vivir en la calle y vivir de noche les acerca, a veces, a situaciones de consumo de estupefacientes, al igual que tantos otros peligros que se acrecientan cuando el resto de la ciudad duerme. Es por esto que existe también Salud Tekoporá, un espacio de asistencia a mujeres y disidencias sin techo con consumos problemáticos que les brinda un acompañamiento integral: desde atención médica, psicológica, ginecológica, psiquiátrica, una cama, comida, hasta talleres, charlas y servicio de peluquería o esmaltado de uñas.
Feminacida también consultó a Yasmín Alves de Miranda y Eva Huanca, quienes trabajan en este espacio que también ofrece asistencia y asesoramiento a mujeres que sufran violencia de género.
Yasmín es coordinadora general y tallerista dentro de este espacio. Previamente trabajó en casas refugio de mujeres. Eva, por su parte, es auxiliar de enfermería y se desempeña como promotora de salud especialmente en la "Casa de Atención y Acompañamiento Comunitaria" (CAAC), dependiente de Tekoporá.
Ambas hicieron hincapié en la necesidad de que el tipo de acompañamiento a mujeres sin techo sea especializada, por lo que no existen muchos espacios que se dediquen a esto.
“Decidimos que sea un espacio para mujeres, porque ellas no pueden ir a cualquier parador como los varones. Casi no hay cupos en los paradores para mujeres, y si ellas se quedan en la calle corren el riesgo de que las violen, las maltraten, las echen, o que queden con sus hijos a la intemperie”, explica Huanca, al tiempo que especifica que los paradores no suelen ser espacios dignos para llevar menores de edad y donde las mujeres suelen ser violentadas.
Este formato de vida de noche y descanso de día aplica también para aquellas mujeres travestis y transexuales que trabajan de noche y quedan expuestas a maltratos por parte de clientes y de la misma policía, además de estar excluidas del sistema de salud formal. Por esto, No Tan Distintes o Salud Tekoporá son de los pocos espacios que les ofrece asistencia. Como tales, deben estar capacitados para abordar las problemáticas puntuales que los hombres y mujeres trans y cisgénero afrontan en las calles.
Por su parte, Camozzi coincide en este punto: “Desde nuestra organización no trabajamos con refugios oficiales, ya que les compas se sienten ahogades allí. Activamos nuestra propia red en articulación con otras. Cuidamos nuestros espacios por los que muchas veces merodean los agresores con actitudes intimidatorias. Nos cuidamos entre todes”.
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Acompañamiento, más que asistencia
Las fuentes consultadas coinciden en que si bien reciben a las mujeres y disidencias con un espíritu asistencialista para suplir las necesidades básicas y urgentes como alimentación, atención médica y psicológica, higiene personal y pernocte seguro, buscan también brindar acompañamiento que modifique la realidad que atraviesan. Estos espacios tienen trabajadoras sociales y profesionales que suelen ayudar y guiar en la realización de trámites para acceder a subsidios habitacionales y programas sociales.
El objetivo es que las mujeres que lleguen en búsqueda de ayuda permanezcan bajo su ala indeterminadamente, sino incentivarlas a generar su propio vuelo. Para esto, las guían para acceder a programas habitacionales y se les consigue hoteles económicos con los que usualmente estos espacios tienen algún tipo de acuerdo para que las mujeres puedan alojarse a precios accesibles y acepten el hospedaje también de niñes. Incluso, se les brinda asesoramiento para realizar denuncias y acompañamiento hasta la fiscalía o comisaría para que esa mujer no viva a fuerza de estar escondida, sino que se le ayuda a luchar por su libertad.
“Nos entramamos cotidianamente, nos apoyamos unes a otres y buscamos armar nuevos modos de vida más vivibles para todes. Nos encontramos semanalmente en espacios de acceso a derechos, en talleres de artes y oficios, en proyectos productivos transfeministas desde los que creamos formas colectivas e igualitarias de trabajo autogestivo con organizaciones de aquí y de otros países”, continúa Daniela Camozzi.
Bajo todas las capas de invisibilización y estigmatización que recaen sobre las personas sin techo, quedan relegades a la inexistencia social. Bajo todas esas capas de abandono, hay mujeres y disidencias luchando por su vida y las de sus hijes, capacitándose, estudiando, realizando talleres, denunciando. Muchas de ellas están organizadas, juntas. Resisten en redes transfeministas y se ayudan entre sí. Son una suerte de Estado paralelo, una comunidad que intenta suplir las consecuencias irremediables la ausencia.
Si estás en situación de vulneración social o ves a personas en situación de calle, llamá al 108, línea gratuita de la Ciudad de Buenos Aires. O comunicate con @saludtekopora o con @notandistintes_ también a través del correo contacto@notandistintas.org.