Mi Carrito

Mujeres que corren con los lobos

Compartí esta nota en redes

"La loba, la vieja, la que sabe, está dentro de nosotras. Florece en la más profunda psique del alma de las mujeres, la antigua y vital Mujer Salvaje. Ella describe su hogar como ese lugar en el tiempo donde el espíritu de las mujeres y el espíritu de los lobos hacen contacto. Es el punto donde el Yo y el Tú se besan, el lugar donde las mujeres corren con los lobos". 

Esta es una de las frases más icónicas de la obra Mujeres que corren con lobos de Clarissa Pinkola, el libro publicado en 1993 que hizo merecedora a del premio de Honor Abby y el premio Gradiva de la "National Association for the Advancement of Psychoanalysis".

Esta obra esboza un concepto y significado de las identidades feminizadas en el transcurrir del tiempo. Hace mención especial a la relación entre las mujeres y la naturaleza. Como bien dice el título, específicamente con los lobos, esas figuras simbólicas que hacen referencia a la mezcla entre lo feroz y el poder de la domesticación, lo humano y lo animal.

Con este texto, la autora demuestra su dominio en la narración, logra dar una perspectiva especial pero contundente. Entonces, a pesar de tener un enfoque de género bien marcado, no se convierte en un libro más que ahonda sobre un tema que usualmente está en la palestra. 

Se podría decir que guarda un lugar importante en el repertorio de textos obligatorios para hablar con propiedad del feminismo que busca deliberadamente la reivindicación de las mujeres y su papel en la sociedad, dando a entender qué somos y de dónde venimos. Básicamente porque no existe solo una forma de ser mujer, hay tantas como maneras de vivir, pero conservar ese peculiaridad femenina se basa sobre una idea única y vinculante: “No hay que matar a la mujer salvaje que yace dormida esperando aullar”.

Por último, hay cinco frases del libro que sin duda causan eco en nuestra mente e invitan a una introspección. Las mujeres que corren con los lobos regala las claves para saber reconocer, rescatar del olvido, y muchas veces del desconocimiento, lo que la autora describe como un instinto femenino primitivo que nos invita a ser libres. 

*

“Para amar a una mujer, el hombre tiene que amar también su naturaleza indómita”.

*

“Es peor quedarse donde uno no pertenece en absoluto, que vagar perdido por un tiempo y buscar el parentesco psíquico y espiritual que uno requiere. Nunca es un error buscar lo que uno requiere. Nunca”.

*

“Ser fuerte no significa hacer brotar músculos y flexión. Significa encontrarse con lo numinoso de uno sin huir, viviendo activamente con la naturaleza salvaje de una manera propia”.

*

“No podemos controlar quién nos trae al mundo. No podemos influir en la fluidez con que nos educan. No podemos obligar a la cultura a volverse instantáneamente hospitalaria. Pero las buenas noticias son que, aún después de ser heridos, aún en un estado fetal, aún incluso en un estado hasta el momento de captura, podemos recuperar nuestras vidas”.

“La diferencia entre vivir desde el alma y vivir sólo desde el ego radica en tres cosas: la habilidad de percibir y aprender nuevas maneras, la tenacidad de atravesar senderos turbulentos y la paciencia de aprender el amor profundo con el tiempo”.

Acerca de la autora:

Clarissa Pinkola es una escritora y doctora en análisis de Jung post trauma nacida en Estados Unidos. Se hizo conocida mundialmente por su libro Mujeres que corren con los lobos, texto que comenzó a escribir en 1971 y al que dedicó más de veinte años de vida para poder culminarlo. 

Pinkola tiene una trayectoria profesional bastante interesante. Comenzó a trabajar en la psicología postraumática en un hospital de veteranos de guerra en Illinois en 1960, asistiendo a sobrevivientes de la guerra de Vietnam con lesiones físicas y psicológicas relevantes.

Luego, en 1970, se estrenó como instructora cuando dictó talleres de escritura para convictes en la penitenciaría; hombres de Colorado y la prisión federal para mujeres de California.

La escritora también ha apoyado a mujeres que perdieron a sus hijos, personas sobrevivientes de desastres naturales, crímenes familiares, así como también le tendió una mano a familiares y sobrevivientes de la masacre de Colorado de 1999.

Hoy en día sigue atendiendo a algunas personas que resultaron afectadas por el ataque terrorista efectuado en Nueva York en 2001. 

– Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Feminista de Feminacida –


Compartí esta nota en redes