Desde el inicio del Mundial en Qatar, se abrió una nueva ventana de acoso digital. Durante los últimos días, las víctimas fueron diferentes influencers, periodistas y artistas que fueron sometidas a una escalada de hostigamiento que parecía no tener fin. Se volvió necesario insistir en que el mundo virtual existe y no está disociado del “real”. Lo que allí sucede también afecta a quienes los transitan. Porque, después de todo y detrás de las pantallas, quienes hacen uso de las plataformas digitales también son personas.
Ángela Lerena, Tini Stoessel, Nati Jota, Matías Martin y Chapu Martínez. Ningún rubro está exento, aunque sí hay algún sesgo cuando se trata de varones o mujeres.
Ángela Lerena tiene más de 20 años de carrera en el periodismo deportivo. Siempre cuenta el tiempo que le llevó y los obstáculos que tuvo que atravesar en un ambiente tan masculinizado. La semana pasada, su compañera Lola del Carril se convirtió en la primera mujer en relatar un partido de fútbol en un Mundial. Los discursos de odio y los insultos no tardaron en llegar.
Las descalificaciones fueron en torno a su género, como si esto definiera capacidades o conocimientos en torno al fútbol. Algunos usaron el ya clásico: “No es porque sea mujer pero…”. Un odio generalizado que continuamente busca menospreciar el talento de profesionales que se interesan y buscan participar en este ámbito. Sucede con las periodistas y sucede con las futbolistas también.
Otro aspecto a resaltar es la cosificación que sufrieron otras colegas de Ángela, como Luciana Rubinska y Morena Beltrán. Dos profesionales que, en plena cobertura del Mundial, subieron una foto juntas a sus redes. Enseguida, algunos medios de comunicación levantaron la publicación haciendo comentarios sobre sus cuerpos y... ¡piedra libre para la sexualización! Es claro que periodistas talentosas sobran, pero espacios enteramente manejados por varones no suelen dar lugar al trabajo de mujeres por más profesionales y capaces que sean.
La “mufa” como estereotipo
Por diferentes razones poco académicas, los hostigamientos también los sufrieron Tini Stoessel y Chapu Martínez. A ambos los tildaron de “mufa” y eso bastó para que las redes sociales estallaran de haters. Luego de la derrota de Argentina ante Arabia Saudita, recibieron la escalada de violencia.
Chapu compartió un video donde contó el mal momento que estaba atravesando y varias personalidades de espectáculo, como La China Suárez, quien también ha sufrido violencia digital, lo repudiaron e hicieron un llamado a la reflexión. “Estoy sobrepasadísimo, tengo a mi familia muy angustiada y lejos”, dijo en un descargo en sus redes sociales. Tini, por su parte, no habló al respecto, pero ha contado en otras ocasiones sobre las críticas y comentarios que recibe constantemente sobre su aspecto físico.
“Mi viejo me mando un video de diez minutos leyendo una carta que me hizo, un primo un audio llorando. Amenazaron con matar a mi hijo, a mi familia”, insistió el influencer.
Ciudadanía digital, una asignatura pendiente
"La violencia digital existe y recrudece cada vez más. La proliferación de acciones concertadas y de cuentas mecanizadas –a través de bots y trolls– generan una experiencia hostil, lo que se potencia ante las insuficientes medidas adoptadas por la plataforma Twitter para moderar los casos de violencia de género online y la falta de regulación por parte del Estado", concluyó un estudio llevado a cabo por Amnistía Internacional.
¿Es Twitter un escenario que habilita a destilar odio y discriminación por no optar por medias de moderación? Tal vez ésta sea una oportunidad para insistir en una educación que contemple la ciudadanía digital: ¿Escribimos en redes ciertas cosas que no nos animamos a decir en persona? ¿No "ver" las emociones de la persona afectada anula la posibilidad de reaccionar? ¿Dimensionamos los efectos del acoso virtual? ¿Cómo desalentamos estas prácticas?