Foto de portada: Victoria Eger
Susana tuvo a su único hijo a sus 39 a través de un tratamiento de fertilización in vitro. Al día de hoy, y habiendo pasado 18 años, no sabe con certeza si su menopausia precoz fue por el proceso de fecundación al que se estaba sometiendo o por el estrés que estaba padeciendo por ser víctima de violencia de género. En aquel entonces, el que era su marido le decía que se había "secado" por la maldad. “Fue muy duro el posparto con menopausia, eso alteró todo mi sistema hormonal, se me caía el pelo, pesaba 54 kilos y de repente empecé a engordar. Se me formó una panza que no sabía bien de qué era”, relata.
Jimena tiene 44 años y desde hace un tiempo "siente" que está llegando a la menopausia, pero su médica sostiene que no, que todavía no llegó, tomando como parámetro las edades promedio del inicio de su ciclo. Sin embargo, en el último tiempo Jimena identifica irritabilidad en sus días previos a menstruar. También percibe más deseo sexual en ese momento que en el resto del mes y, a su vez, reconoce que su cuerpo está cambiando.
Por su parte, Virginia, de 42 años, comenta que a finales del 2020 empezó a experimentar "calores". “Creo que el estrés de lo vivido en la pandemia me aceleró el proceso. Los primeros indicios fueron los cambios en el período, mi ciclo se acortó a 15 días, luego cada 20-25 días máximo. Llevo registro en una aplicación. Ahora ya estoy con los sudores nocturnos que no me dejan dormir de corrido, cambios de humor, nerviosismo, taquicardia”, cuenta y aclara: "No vivo el proceso como problemático, es complejo porque los síntomas pueden ser muy molestos, pero yo siempre aviso para que sepan qué pasa. En mi trabajo saben, y mi familia también”.
¿Cuál es el hilo conductor que entrevera todos estos relatos? En algún punto de sus vidas estas mujeres comenzaron a menstruar y en otro momento dejaron de hacerlo. La fecha de la última menstruación se conoce como menopausia. Todos los síntomas que comienzan a manifestarse antes e, inclusive, después de este momento reciben el nombre de climaterio y se caracterizan por una abrupta caída de la producción de estrógenos. Pero esta no es una información que circule con tanta vehemencia y visibilidad.
De a poco, la coyuntura social y cultural instala la importancia de hablar de la menstruación como un factor de desigualdad. Sin embargo, ¿por qué no pasa lo mismo con la menopausia? ¿Por qué ni siquiera está desarrollada en la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral? ¿Cuál es la información que detentamos las personas con vulva antes de que irrumpa en nuestras vidas? ¿Cuál es el costo de no menstruar? ¿Cómo impacta en la esfera individual y social de una persona menstruante? ¿Qué se puede hacer frente a la desinformación?
Pedagogías menstruales políticamente urgentes
Miriam De Paoli es periodista, innovadora social y co-fundadora de No Pausa, una organización que tiene por objetivo visibilizar el climaterio y la menopausia. Para ella, no se habla de salud sexual no reproductiva, ni se discute el concepto que hoy toca a un tercio de la vida de las mujeres, porque socialmente se cree que las personas, a partir de una determinada edad, dejan de ser seres sexuales. "Envejecer como mujer, envejecer deseante, siendo que la sociedad te dice que no sos deseada es muy fuerte y cambia mucho el paradigma”, sostiene y continúa: “Nosotres crecemos en una sociedad donde confundimos ser deseantes con ser físicamente deseables. Mi generación es la primera en decir: no tengo 50 como mi mamá y mi abuela, tengo otro rol en la sociedad y entiendo mi goce y mi placer desde otro lugar. Y si no es así, por lo menos, algo me hace ruido y lo voy a empezar a cambiar”.
Resignificar el dolor a través de "No Pausa"
A sus 46 años, Miriam De Paoli comenzó a tener lagunas mentales, dificultad para concentrarse y una anemia muy fuerte. Después de haber recorrido distintos profesionales de la salud —con un diagnóstico en puerta de estrés que no parecía darle una respuesta adecuada a sus síntomas— y a punto de realizarse una pet scan para descartar demencia, le pidió a su ginecóloga un examen hormonal. Finalmente se encontró con un “diagnóstico” —porque en realidad no se trata de una enfermedad— de perimenopausia y, al leerlo, pensó que se trataba de una enfermedad de la menopausia.
“Una persona formada en distintas áreas profesionales se encuentra con que no sabe absolutamente nada de lo que se le venía y va a buscar información a Google que es lo que haría el 90 por ciento de las personas y se encuentra con que la información sobre este tema está muy polarizada. Tenés un área muy médica desde salud, en donde probablemente ahí encuentres que ya no hay vuelta atrás. Y si no, un lugar mucho más vivencial de la mano de la plenipausia, que no congeniaba con su forma de ver las cosas”, refiere Milagros Kirpach, periodista y co-fundadora de la Asociación No Pausa en la cual se desempeña en la Dirección de Operaciones y Comunicación.
En relación a la experiencia de dolor que estaba viviendo Miriam durante la menopausia, Kirpach reflexiona: “Si yo menstruo voy a dejar de menstruar en algún momento de mi vida y no quiero entrar como vos lo estás haciendo". Ese fue el motor que las impulsó a crear hace cinco años la organización No Pausa. En principio, se gestó como una red informativa que buscaba echar luz sobre un tema poco allanado: “Habíamos llegado a la conclusión que lo que faltaba era información sobre una etapa vital de nuestra biografía hormonal, de la cual nadie sabe nada. Inclusive hay muchas personas que probablemente no sepan que hay un estadío previo, que es la perimenopausia y que arranca mucho antes de lo que nos imaginamos”.
A medida que se involucraban más en el tema, Kirpach y De Paoli pudieron identificar varios factores de invisibilidad. “Hay una cuestión puramente contextual. Hace 70 años atrás No Pausa nunca hubiese tenido lugar. La llegada de la menopausia como última menstruación se daba a los 57, es decir, apenas vivíamos dos años después de nuestra última menstruación. En esa época, la menopausia realmente llegaba casi el final de la vida y es ahí encontramos un camino más potente para confirmar por qué lo asociamos a la finitud. Porque lo asociamos a la vejez, a que algo se termina. Pero ahora, estamos en el siglo XXI, la expectativa de vida es de 82 años a nivel global, dependiendo de las particularidades de cada país", explican.
Hoy vivimos al menos un tercio de nuestra vida después de la fecha de la última menstruación. "Es mucho tiempo para seguir en silencio. Ese es un factor de análisis del porque esto ha sido reducido a la nada misma. Después empezamos a cruzarlo con otros potenciales análisis y uno que no podemos obviar es que, queramos o no, es el fin de nuestra vida reproductiva y nuestro rol sociocultural históricamente ha sido el de 'maternar'. Entonces, dejamos de tener esa potencialidad con la llegada de la menopausia: 'No servimos más, quedamos afuera'”, observa Kirpach.
Algo similar había dicho Gabriela Cerruti en sus redes sociales a raíz de una nota con alto contenido de violencia machista y mediática publicada en un reconocido diario y firmada por un varón. En el artículo, la menopausia era usada como un descalificativo para desautorizar la conducta de la portavoz del presidente durante un viaje a Brasil:
“Hay un síntoma del cual nadie habla en la menopausia y es que te volves invisible, absolutamente invisible. Vas a las reuniones de trabajo y cuando pasas vos, pasas de largo, no te preguntan nada, porque ya saben que no van a tomar a una mina de 50 y pico, subís al colectivo y no te mira nadie. Está bueno porque no te acosan más, pero al mismo tiempo subís al colectivo y no te mira nadie. Estás en esa edad en la que todavía no te dan el asiento porque sos abuela o anciana. En tu casa ya no existís porque los chicos ya están en una edad en la cual se fueron, volvieron o lo que fuera. Seguramente en el medio te divorciaste, los tipos ya están mirando a las chicas de 20 o 30 porque la sociedad les permite eso y a vos no. Menopausia es: ahora no sos más mujer, ahora no sos nada. Es un tabú del cual no hablamos, nadie te cuenta lo que va a pasar después de la menopausia porque es un secreto hasta entre amigas”.
Podés leer más en: La revolución de las viejas, una generación que necesita ser nombrada
Según el relato de De Paoli, cuando empezó No Pausa, la gran mayoría de las personas nunca había ni escuchado el concepto de climaterio. "Nos dimos cuenta del gran avance que significa nombrarlo. Sabemos que aun la información gira en círculos específicos, por eso la idea es generar este efecto de cascada. No es que la gente no quería hablar, ni quería informarse. No había ni dónde ni cómo, y al ser un proceso tan solitario, es difícil”, agrega.
La menopausia irrumpe, en promedio, a los 50 años. "Casi siempre cuando la mujer está en un lugar interesante de su carrera", desliza una de las fundadoras de No Pausa. Tal es así que, si es líder en su hogar, puede estar lidiando con alguna etapa clave como el fin de la infancia, la entrada en la adolescencia o el síndrome del nido vacío: “Es un tema que va mucho más allá de la salud sexual no reproductiva".
El relato de Nancy va en sintonía: "A mí los 40 me agarraron antes de la pandemia. Creo que la crisis vino después del 2020. Tal vez sea una etapa de la vida donde una se percibe diferente, con ganas de hacer cosas que hasta el momento no se animó: dedicarse más tiempo a una misma, repensar vínculos en general".
Hacer hincapié en la "entrada" y el "impacto"
Desde No Pausa reafirman que una posible puerta de entrada para adentrarse en el tema es comenzar a manejar el concepto de etapa y entender que es un período de cambios que necesitan soluciones específicas para diferentes problemáticas. La gran mayoría de las personas empiezan a manifestar síntomas y es muy difícil que no tengan un impacto en la vida y en el entorno de esa persona. De hecho, hay un estudio de origen chileno en el que están trabajando donde vincula la sintomatología de la menopausia en el área sexual con el aumento exponencial de la violencia intrafamiliar. Esto tiene sentido, dado que la libido en esta etapa desciende, la resequedad vulvaginal aumenta y el dolor en las relaciones con penetración también.
De Paoli y Kirpach no dudan en dejar en claro que no sostienen una mirada romántica, pero tampoco trágica, sino más bien propositiva. Otro de los aspectos que resaltan y por el que hacen fuertemente mella es el económico: no hay cifras estadísticas oficiales que evalúen cual es el costo que tiene dejar de menstruar. “El 75 por ciento de las mujeres en esta etapa tienen resequedad vaginal. ¿Cuánto nos sale eso? ¿Qué pasa con los sectores más vulnerados? ¿Cuánto sale un hidratante vulvovaginal?”, indaga una de las entrevistadas.
También podés leer: “Diálogos desobedientes”: Un mundo donde la menstruación no sea tabú
En la actualidad No Pausa se transformó en un canal habilitado, no solo de información, sino también de intercambio entre pares. A la fecha son una comunidad formado por de más de 170 mil mujeres cis y hay un 1 por ciento de varones trans. Lo único que tienen en común es que están atravesando una misma etapa, el resto está cruzado por muchísimas interseccionalidades. Hay mujeres cis que están atravesando esta etapa solas, casadas —en segundas, terceras, o cuartas nupcias—, en pareja, dejando la heterosexualidad para probar relaciones homoafectivas, o viniendo de ellas. Sin embargo, en líneas generales, todes están desinformades: no encuentran apoyo en el sistema de salud, les profesionales no están capacitades para acompañarles, hay pocos productos y servicios, y lo que muchas veces está no es accesible. Además, falta información generada por el sistema público y privado.
Uno de los ejes de No Pausa es trabajar con mujeres en situación de vulnerabilidad. Y cuentan también con una red multiplataforma de contenidos para combatir la desinformación “Todo lo que hemos logrado fue porque le respondemos a la gente desde un lugar un poco único, que es el de dar información para que puedan decidir. Hay muchas opciones sobre cómo transitar esta etapa y que afecte menos tu vida. Ahora, cómo se hace, es cien por ciento personal”, concluye De Paoli.