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Más allá de Pedro Brieger: ¿cómo hackear el silencio? 

Más allá de Pedro Brieger
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La difusión de los testimonios de cinco mujeres que acusaron al periodista Pedro Brieger por acoso sexual entre 1994 y 2019 fue el puntapié para que otras colegas denunciaran públicamente situaciones similares. “Somos la punta del iceberg”, dijeron ellas y la pregunta por cómo se trabaja en el ambiente mediático no tardó en llegar. Ayer, en el Senado, el colectivo Periodistas Argentinas presentó Cultura del acoso. Punto y aparte, un informe que abarca los múltiples actos de violencia cometidos por el reconocido comunicador. 

"El caso en cuestión tiene nombre y apellido hoy, pero se puede ver reflejado en un montón de otras historias”, reveló Nancy Pazos al inicio de la conferencia y Agustina Kämpfer continuó: “Es la primera vez que contamos con la atención que nos prestan. Nadie quiso escucharnos antes por más que sin levantar mucho la voz lo avisamos, se lo contamos a jefes, a compañeros y lo dijimos por televisión”. Fueron 19 los testimonios recabados y una propuesta para reparar y legislar el acoso en espacios laborales y académicos.

El silencio empezó a quebrarse el 23 de junio por redes sociales. El abuso de poder que paralizaba solo podía contrarrestarse con un marco seguro que habilitara a hablar. Y cuando el señalado intentó perpetuar ese privilegio negando los hechos y advirtiendo posibles demandas legales por daños y perjuicios, una trama que ya estaba firme respondía: “Sería mejor que el periodista no inicie causa contra ninguna. Somos muchas”. 

“Me da pánico pensar cómo el miedo, la vergüenza, la manipulación, entre otras cosas, nos paralizaron tanto tiempo, pero acá estamos", tuiteó Leticia Martínez, una de las mujeres que decidió salir del anonimato tras ver que eran tantas las que confirmaban lo que el periodista Alejandro Alfie había investigado en el último tiempo. Aquello que movilizó el pedido de reserva de su identidad pronto se transformaría en la certeza de no ser la única. Ni loca, ni exagerada, ni mentirosa. Y tal vez nunca alcancen las palabras para pintar ese mismísimo instante de efervescencia, eso que late en las ideas hace mucho tiempo y que por fin rompe en hervor. 

Enseguida, Julia Kolodny decidió hacer lo mismo: “Yo también soy uno de los casos que cuenta Alfie y puedo identificarme cada una de las palabras de Leti”. Ayer, fue una de las que integró la mesa de Periodistas Argentinas y leyó una parte del comunicado. “Pudimos ponerle palabras después de muchos años silenciadas. Muchas hemos tratado de hablar en su momento en nuestros lugares de trabajo y no fuimos escuchadas de esta manera”, cuenta Julia a Feminacida una vez terminada la conferencia.

Como saltar a una pileta llena de agua. Esta vez sí. Quebrar ese patrón común presente en todos los relatos: esa maquinaria que avala la impunidad de los violentos en espacios de poder, eso que las periodistas nombran como la cultura del acoso. “Lo colectivo tiene un valor histórico. Lo fui charlando con una compañera hace unos años. Ella lo habló con otra y nos fue juntando. Así nos fuimos encontrando”, recompone la periodista, quien fue columnista de género en Demoliendo Fronteras, programa que Brieger conducía en Radio 10 hace unos años. 

“Había sido mi primer trabajo de periodista, con una figura pública con la que coincidía políticamente con sus intervenciones. Era muy importante ese trabajo para mí y me costó mucho dejarlo y correrme. Sentía que estaba desaprovechando una oportunidad por no poder bancármela, porque era muy prestigioso el lugar. Generalmente, el mote de prestigio se le pone mucho más a los hombres y eso es muy difícil de derribar en soledad. Sobre todo cuando una está intentando crecer”, relata Julia. Todavía no sabe con qué intenciones guardó esas capturas de pantalla que comprometían a Brieger, pero sí quería que sus compañeros estén al tanto de las razones por las que renunciaba a ese espacio que tan deseado. 

Ser trabajadora de televisión

Daniela tiene 31 años, es periodista y productora. Trabajó en un reconocido canal de noticias hasta que no aguantó más la hostilidad de la diaria y dejó ese puesto que tanto había anhelado. La olla que se destapó alrededor del acoso laboral y el abuso de poder en los medios la hizo remover eso que padeció mientras entregaba afectos, vida social y descanso por un ítem que ella consideraba muy valioso en su currículum. Porque producir en televisión es eso: no hay fines de semana, no hay feriados, no hay corte a las 18 horas, ni a las 19, ni a las 22. “Pedro Brieger es un elemento más dentro de un sistema que avala esas prácticas, que empieza en la cúpula y se ramifica en los pasillos”, aporta la trabajadora ―a quien cambiamos su nombre para reservar identidad― sobre las múltiples violencias que coexisten en el ambiente.  

“El silencio es muy difícil de quebrar cuando hay pocas oportunidades para las mujeres. Llegar a la conducción de un programa o integrar un panel sigue siendo muy difícil”, asegura Daniela. De acuerdo con la última encuesta publicada por el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), la presencia de mujeres y disidencias aumenta en lugares donde hay mayor precariedad y escasea en aquellos medios donde las condiciones laborales son mejores. En prensa televisada representan apenas el 30%. Los datos lo confirman: a la tele, ese lugar donde levantás una piedra y sale un varón, cuesta llegar. 

La periodista entrevistada observa que, aun en la actualidad, persiste una dinámica “muy Sofovich” en los canales de televisión. “El control es un ambiente predominantemente masculino. Ser la única productora mujer implica estar expuesta a gritos e insultos de la gerencia, y a chistes muy machistas. Es moneda corriente que hagan comentarios de tu cuerpo y ni hablar de las barbaridades que me he tenido que bancar de panelistas e invitados”, detalla y aclara que entre compañeras se exacerba la complicidad y la escucha frente a un contexto tan adverso.

La violencia de género física y verbal ya había sido advertida por el Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) en 2018, tras la publicación de una investigación sobre la labor femenina en los medios de comunicación: el 63% de las trabajadoras jóvenes aseguró haber sufrido algún tipo de acoso. Unos años más tarde, en 2022, sería noticia la denuncia que el colectivo Periodistas Argentinas presentó ante el INADI sobre el maltrato laboral que padecieron varias trabajadoras de América TV por parte de Antonio Laje. 

Mediante un dictamen a favor de las denunciantes, la Dirección de Asistencia a la Víctima del organismo ratificó la existencia de la violencia de género en el canal e instó a cumplir una serie de recomendaciones para prevenir y reparar esas acciones. “Se sugiere que el medio apruebe y ponga en práctica, de un modo conjunto con los representantes sindicales, un protocolo para prevenir y sancionar la violencia de género, de acuerdo a lo establecido en por el Convenio 190 de la OIT, y que se cree un área de género para prevenir este tipo de conductas”, concluyó la resolución. Desde 2021, todas las empresas deben arbitrar mecanismos para abordar el acoso laboral. 

Hay protocolo, hay institucionalidad 

Micaela Polak es trabajadora de Radio Nacional y secretaria de Mujeres y Géneros del Sipreba. Allí se configuró un protocolo de actuación ante casos de violencia de género. Cuando las organizaciones no ofrecen dispositivos para contener y asistir las distintas situaciones de violencia que puedan presentarse, este documento hoy funciona como llave y como espalda: intervenir y amparar. “Fue una gran herramienta para nuestras compañeras y compañeros. Desde su implementación se ha puesto en discusión el tema de la violencia machista en el ámbito laboral y en el ámbito digital”, sostiene la dirigente sindical en diálogo con Feminacida

Sobre la posibilidad de construir un registro a partir de la puesta en marcha del protocolo, Polak explica que siempre prima la confidencialidad de quien denuncia en cada comisión interna y por eso la mayoría de los casos no se hacen públicos. Y ahí radica el valor del instructivo. “Le da institucionalidad a un tema que antes no la tenía”, apunta. 

En un oficio que muchas veces apela a la individualidad, continúa Polak, “discutimos en conjunto cuáles son las herramientas que disponemos para revertir este entramado que tanto mal nos hace. Frente a la perversidad hay una organización que apoya”. 

¿Cómo se sigue?

La Universidad de Buenos Aires inició una investigación interna, Brieger se desempeñaba como docente en la Facultad de Ciencias Sociales. Por su parte, y según informó Alejandro Alfie, el Grupo Indalo decidió poner en suspenso sus participaciones. Eduardo Aliverti también lo apartó de su programa Marca de Radio: “El repudio es insoslayable. Acompañando a quienes más tarde y más temprano decidieron y pudieron hablar, se ha decidido que Pedro no siga hasta que todas las cosas queden debida y definitivamente establecidas”. 

En Nodal, medio sobre América Latina y el Caribe conducido por Brieger, asumió la dirección Paula Giménez. El jueves pasado, junto a sus compañeras de streaming, leyó un comunicado con la decisión tomada: “Como mujeres, como militantes políticas son debates que abren heridas. Estamos buscando condiciones para construir un periodismo feminista que permita problematizar espacios de poder y promover lógicas de cuidado. Hemos activado los protocolos con el asesoramiento de expertas y nos solidarizamos con las colegas y compañeras reafirmando nuestra posición para colaborar con la resolución de la situación”.

La reparación que esperan las denunciantes se ancla en los espacios donde la violencia se perpetró. Un punto y aparte, un límite y un deseo: de ahora en más, no más. “En aquellos medios de comunicación públicos y privados donde se produjeron estos hechos, pedimos campañas de prevención del acoso. En instituciones académicas, jornadas y campañas dedicadas a la prevención de estos hechos. En todos estos ámbitos, espacios con personas capacitadas para realizar estas denuncias garantizando la no-revictimización y la confidencialidad que requieren estos casos. Que Pedro Brieger pida disculpas públicas a todas las afectadas”, expresaron las denunciantes en el comunicado leído en el Salón Frondizi del Senado y concluyeron: “Nuestro compromiso es abrazarnos hasta lograrlo”.


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