María Pía Gómez nació en San Rafael, ciudad de Mendoza. Juega al fútbol desde que tiene memoria, durante 10 años fue parte del plantel de campo de un River con el que conquistó todo y hoy es estrella de futsal a nivel mundial.
Del playón del patio de la escuela y las calles del barrio a los potreros con Las Aviadoras, de esas canchas de tierra con algunos lamparones de césped pasó a cumplir su sueño: ser parte del club de sus amores, River Plate.
A fuerza, garra y corazón fue conquistando desafíos en un mundo donde las mujeres son miradas de reojo. Se abrió camino con su magia y este año firmó contrato con el club italiano de futsal Pelletterie en la que es una de las ligas más importantes a nivel mundial. Además, es profesora de educación física y directora técnica de fútbol de campo.
Jugaste siempre al fútbol, pasaste de los potreros en San Rafael a cumplir tu sueño, ser parte de River. ¿Qué cosas tuviste que enfrentar en ese momento en el que el fútbol femenino no era bien visto?
Con el tiempo me fui dando cuenta de todo lo que tuve que pasar, entendí el por qué existía y sigue existiendo –aunque no en la misma dimensión– el estigma de ser mujer y querer jugar al fútbol. Viví en un pueblo donde siempre estuvo a flor de piel este prejuicio de que la mujer no puede jugar al fútbol. Una mujer deportista siempre fue algo mal visto, sobre todo en los deportes que se consideraban masculinos. A través de los años, me fui dando cuenta de lo que tuve que pasar, de lo que tuve que vivir, de todas las barreras que fui superando día a día. Esa mirada negativa del otro me afectó cuando era chica, no lo puedo negar. Siempre jugué al fútbol, pero cuando empecé el secundario fue que puse en duda la continuidad de esa pasión. Fue parte de ese cambio tan grande que tiene una cuando empieza a vivir la adolescencia y se junta con gente más grande. Siempre me dolió sentirme apodada “machona” o “marimacho”, todas las cosas que una tiene que sufrir por hacer un deporte. Mirá lo ridículo que es todo.
¿Observás que eso pasa hoy?
Con 35 años y la suerte de vivir otra realidad gracias al deporte veo mi vida de hace dos décadas atrás y siento que ha evolucionado tanto todo. Las chicas que hoy juegan al fútbol no tienen que padecer todas las cosas que pasamos las jugadoras de otras generaciones. Yo tuve que luchar para demostrar que la mujer podía jugar al fútbol. Cuando empecé a estudiar la carrera de profesora de educación física, mis compañeros me desafiaban y yo tenía que probarles cómo jugaba para ganarme el respeto que merecía.
Jugar en River era tu sueño, en ese momento cumplirlo era una locura, pero lo lograste.
Sí, la verdad que mi primer sueño cumplido fue ese. Lo pienso y me acuerdo de la prueba como si hubiese sido ayer; el día que me dijeron que querían que volviera y todo el sacrificio que hizo mi familia por apoyarme incondicionalmente para que lo lograra. Ellxs son el motor más grande para que yo pueda seguir esta pasión. Más allá de mi fanatismo por River y el sueño, lograr un reconocimiento en el club, haber tenido un paso tan importante y determinante para los colores que una tanto ama, tiene una magnitud que fui dando cuenta con los años. Hace tanto tiempo que no estoy ahí, que hoy me acuerdo con mucha nostalgia todo eso. Soy una privilegiada de haber podido vivir algo tan lindo en el club que tanto quiero. River es mi formación como futbolista y como persona, estoy muy agradecida de haber tenido esa escuela.
¿Sos consciente de que formás parte de una generación de chicas que allanó el camino para que hoy otras mujeres puedan jugar al fútbol sin tantos prejuicios?
Sí, totalmente, antes de nosotras también hubo muchas jugadoras que hoy son grandes. Es producto del trabajo de muchísimos años. Formo parte de una camada que siempre intentó buscar la igualdad que nunca tuvimos. Las generaciones de ahora pueden vivir con la tranquilidad que nosotras no pudimos y las posibilidades que tienen son mucho mejores y son muchas más. Es uno de los grandes cambios que de a poco se van viendo. Aparecen ejemplos de modelos a seguir, de jugadoras referentes que en mi época no existían porque no había posibilidad de ser visibles. Las redes sociales han facilitado esa posibilidad de mostrar y de involucrarse para generar cambios. Hoy es mucho más fácil visibilizar.
¿Qué cosas fundamentales creés que cambiaron desde que vos llegaste a River?
La visibilidad es fundamental. Los clubes han hecho más visible el fútbol femenino y se ha logrado ese paso importante que es empezar un camino hacia la profesionalización. Sabemos que hoy el fútbol femenino no es profesional, por eso ese primer paso grande a que lo sea es vital. Que los clubes le den importancia al fútbol femenino es muy significativo. Igualmente creo que el cambio más radical es que existen categorías formativas, en divisiones femeninas, de campo y en futsal. La formación es el futuro y es lo que hace que el deporte crezca cada día más. Hay clubes que en futsal están formando a niñas de cinco a ocho años en adelante.
Pasaste de jugar fútbol de campo y ser una jugadora muy reconocida a una disciplina que es totalmente distinta, el futsal, deporte en el que también te destacás. Este año ganaste el premio a la mejor jugadora argentina en el extranjero de 2019. ¿Qué sentís al haber sido elegida por tus colegas y no por un grupo de dirigentes que no entienden el esfuerzo que implica para una mujer llegar a donde has llegado?
El cambio de disciplina me costó. Son deportes muy diferentes y fue bastante difícil adaptarme, pero soy consciente de que he tenido la suerte de que me haya ido muy bien en los dos. En fútbol de campo tuve la fortuna de ganar muchas cosas importantes, de haber sido muy reconocida dentro del deporte y haber repetido esas cosas también en el futsal me hace sentir muy feliz. Recibir el premio este año votada por mis colegas es una gratificación muy grande porque una hace un esfuerzo enorme para seguir en esta competencia que es el máximo nivel. El torneo italiano es extremadamente competitivo y en Europa somos varias las argentinas que estamos jugando. Que me hayan premiado este año y a la edad que tengo la verdad que ha sido un muy importante para mi carrera y mi trayectoria, fue una sorpresa que disfruté mucho. Sobre todo esto de que el voto fue entre nosotras, que conocemos lo que vivimos, donde estamos y lo que cuesta. El premio más grande se lo debo a eso. Cuando a una la reconocen sus pares es mucho más lindo todavía.
Con la oleada de reconocimientos también llegó la capitanía en el club en el que jugabas hasta hace unos días y con el que conseguiste el ascenso a la serie A. ¿Cómo te sentís? Es otro país, otra cultura y te dieron la cinta a vos.
Este año me tocó por primera vez en Italia ser capitana, realmente agradecí muchísimo al entrenador por haberme elegido a mí, la experiencia que tengo quizás marcó la diferencia con el resto de las chicas que son todas más jóvenes que yo. En lo personal es una experiencia hermosa, lástima que no pude terminar el campeonato como capitana por todo el tema del covid. El torneo se suspendió cuando faltaban siete fechas todavía. Es una experiencia única por ser en Italia donde el idioma es diferente. Si bien tengo que confesar que en algunos momentos me costó ese tema, cuando por ahí me quiero expresar es mucho más fácil hacerlo en mi lengua natural. Mis compañeras trataban de entenderme cuando uso algunos términos muy argentinos. Un lindo premio que siempre voy a recordar.
Hace un tiempo leí en una entrevista que uno de tus entrenadores en la selección de futsal, la primera vez que formaste parte, no creía que las mujeres pudieran ser buenas jugando al fútbol. ¿Cómo fue convivir con eso?
Sí, la realidad es que el entrenador que tuve en mi primera experiencia en la selección de futsal, que es una persona mayor, no creía que nosotras podíamos en ese momento lograr grandes cosas. El sentía que nos faltaban las bases fundamentales para poder competir a nivel de selección, fue una lucha constante. Con el tiempo cambió esa forma de vernos, gracias a una victoria muy grande que logramos en el torneo sudamericano en el 2011 en Venezuela y salimos subcampeonas. Eso nos dio la posibilidad de jugar el mundial de Brasil en el 2011, siempre por invitación, le hizo cambiar su mentalidad. Lo vivió desde un lado humano y se dio cuenta de que nosotras merecíamos el respeto que quizás en un primer momento no tuvimos de su parte. Considero que hoy en día este tipo de cosas, sobre todo si formás parte de una selección y estás representando a tu país, no pueden pasar. Por suerte, este técnico, que es una persona muy reconocida, tuvo un cambio muy drástico con nosotras y sobre todo con la actividad, después de eso empezó a darle mucha prioridad al crecimiento del futsal femenino.
Además de vivir este tipo de situaciones, ¿has vivido otro tipo de discriminación dentro del deporte por ser mujer?
No, personalmente no me ha pasado. Viviendo en este ámbito estamos todas del mismo lado, pero sí es cierto que existe cierto sector externo, vinculado al deporte, que es muy machista, que nos sigue tratando como una minoría. El periodismo, dirigentes y representantes tienen en su mayoría una mirada con recelo sobre nosotras. Es muy importante que esto cambie para un crecimiento masivo del deporte.
El año pasado estuviste entrenando con la selección y finalmente no pudiste viajar a disputar el torneo. ¿Qué pasó?
Fui convocada a jugar la copa América que se jugaba en diciembre en Paraguay. Mi club si me permitía viajar, el tema es que éramos tres las jugadoras argentinas del mismo equipo que estábamos citadas a la selección y éramos fundamentales para el plantel, entonces tomé la decisión de no viajar a jugar con la selección porque eso implicaba dejar al equipo sin jugar cuatro fechas, lo cual no me parecía correcto. Además de ser la capitana, sabía que era fundamental no dejar al grupo, a mis compañeras jugando cuatro partidos que eran muy importantes para nosotras, así que opté por renunciar. Fue un dolor súper grande, me costó mucho no tomar la decisión en sí, sino aceptarla y asumirla. Sufrí mucho esa renuncia sabiendo que quizás era la última vez que vestía la camiseta de la selección, por una cuestión de edad. Si bien considero que estoy para jugar en la selección argentina, se está haciendo un proceso de recambio generacional, están citando a gente más joven, lo cual me parece perfecto.
¿Hay diferencias entre los derechos laborales que tienen las jugadoras en Italia con las que practican el deporte en Argentina?
La verdad acá tampoco hay muchas garantías, creo que la principal diferencia que hay es el factor económico, lo que hace que el campeonato sea más competitivo. El tema es el siguiente: acá, las jugadoras que tienen más beneficios y son las mejores pagas, generalmente (no siempre) son las extranjeras. Entonces, pueden lograr una diferencia económica más grande, lo que hace que las jugadoras italianas sufran esta desventaja económica. Acá nosotras tampoco estamos amparadas por nadie. Se firma un contrato y el único amparo que podemos llegar a tener -y que no todos los clubes lo tienen- es la posibilidad de llegar antes a un acuerdo económico capaz de determinar la cifra que vamos a ganar en toda la temporada. Si el club no cumple en pagarte esa cifra, ese acuerdo va a la federación italiana (un ente similar a Agremiados en Argentina). El problema es que no todos los clubes nos hacen firmar. Muchos nos hacen llegar a un acuerdo económico con una cifra que no es real y pagan el resto en negro. Todavía no hay garantías, no es un deporte que se acerque a lo profesional. Están muy lejos en Italia de llegar a eso porque rigen las reglas del amateurismo. Nosotras como jugadoras estamos bastantes precarizadas en lo laboral. Lo que buscamos es encontrar clubes que conocemos y sabemos que son gente seria, que paga, que se fija en la parte humana de las jugadoras, no como en otros donde son un número, nos pagan si ganamos y si perdemos no porque no hicimos bien tu trabajo. Es muy similar a la realidad de la Argentina.
¿Cuál crees que es la mayor deuda que tiene el deporte con las mujeres?
El reconocimiento y la profesionalización, una cosa va de la mano con la otra. Empezar a profesionalizar te da reconocimiento y viceversa. Las dos cosas son muy importantes y faltan. Creo que vamos por buen camino, que se han logrado cosas importantes, pero todavía falta muchísimo. Hace varios años que juego futsal y estoy queriendo cambiar esta realidad, luchando para eso. El futsal todavía no es olímpico, no existen mundiales a nivel FIFA, es un deporte que no nació a nivel femenino. Estamos en la dura lucha de cambiar estas cosas y de a poco vamos a lograrlo.
¿Qué te lleva a continuar jugando, a seguir luchando por cambiar las cosas?
Es una pasión muy grande que me lleva a seguir. Durante la cuarentena he estado comunicada vía zoom con equipos de Argentina que han querido hablar conmigo, hice entrevistas grupales con las chicas de los planteles y siempre digo lo mismo. Yo soy muy consciente de mi realidad, lo que he logrado y por qué me sigo moviendo en esto. Es una pasión muy grande. Hoy puedo pensar en que una niña pueda tener un futuro mejor jugando al fútbol, ojalá nosotras logremos ese cambio. Tengo la suerte de vivir del deporte, pero el sacrificio que hago en estar lejos, en dejar toda mi vida, en no poder compartir cosas muy importantes con mis seres queridos. En la balanza, lo que puedo llegar a tener en lo económico no tiene comparación. Nosotras no somos profesionales, no nos pagan tampoco altas cifras y soy consciente de que la lucha es por esta pasión que tengo y que el día que deje de jugar la seguiré teniendo desde el otro lado de la cancha. La pasión es el motor que me lleva a vivir el deporte como lo vivo.
¿Cómo ves tu futuro? ¿Qué tenés pensado hacer cuando termines de jugar?
Estoy en una etapa donde la planificación, a este nivel, es año a año. Voy a cumplir 36 años en octubre. Voy a seguir jugando en Italia, arreglé con un equipo de serie A para la próxima temporada. Este torneo es el más competitivo del mundo en futsal femenino. Yo planifico año a año, me siento bien todavía para jugar, creo que a este nivel si estoy bien físicamente puedo jugar dos o tres años más. El día que deje de hacerlo quiero ser entrenadora de futsal. No me veo fuera del deporte, seguiré mi carrera como directora técnica o siendo parte de algún cuerpo técnico.
¿Te gustaría volver a Argentina o quedarte en Europa?
Volver a Argentina me encantaría, es uno de mis objetivos. Hoy mi interrogante es si vuelvo a jugar. Yo creo que el día que regrese va a ser para dirigir. Tengo la necesidad de volver a mi país para poder dar lo que he aprendido estando afuera. Es una cuenta pendiente, quiero brindar y transmitir mi experiencia y aprendizajes.