A dos años del femicidio de Lucía, ayer, volvimos a marchar. Porque la mataron de nuevo, porque ni siquiera hoy puede descansar en paz. Dos años esperamos para que los jueces Facundo Gómez Urso, Aldo Carnevale y Pablo Viñas absuelvan a Farías, Offidani y Maciel, y tengan el descaro de darles sentencia a los primeros, únicamente por delito de “tenencia y comercialización de estupefacientes”, dejando libre al tercero. Ni Lucía, ni nosotras descansamos. ¿Cómo hacerlo sabiendo que cada 32 horas el patriarcado se lleva a una compañera?
“La terminaron de violar los jueces con la condena que dieron”, repudió Marta Montero, la madre de Lucía, en un emotivo discurso que encabezó el cierre de la marcha. De sus palabras surgió un llanto colectivo, plagado de rabia e impotencia; la rabia que produce sabernos carnada de un malón de dinosaurios sin empatía que sostienen este sistema perverso protector de femicidas, violentos y abusadores. “¿Quiénes se creen que son?”, gritó Marta, que junto a Matías, su otro hijo, vino a Buenos Aires a ponerle el cuerpo al Paro Nacional de Mujeres por Lucía y por todas. Luego se sumaron Nora Cortiñas y Gustavo, padre de Natalia Melmann, a expresar su apoyo a la lucha contra la violencia de género y la impunidad. En Mar Del Plata, Guillermo Pérez, el padre de Lucía, encabezó la marcha y declaró: “Hoy estoy solo, ya saben, Marta se fue a Buenos Aires a buscar la justicia que evidentemente acá no tenemos”.
La jornada se llevó a cabo en un un clima de jovialidad, organización y sol primaveral. La fuerza de miles de mujeres convencidas de que si no se cae, lo tiramos, copó la plaza de Tribunales y avanzó sobre Diagonal Norte y Avenida de Mayo para fundirse en un grito heterogéneo, multicolor y feminista, que a su paso fue inundando las calles del centro porteño con intervenciones artísticas cargadas de sentido.
Una de las performances más impactantes fue la que protagonizó el grupo acrobático Expresión Mole, quienes se colgaron, envueltas en bolsas de plástico semidesnudas e inmóviles en pleno Diagonal Norte y Florida. Pintadas con stencils, carteles, pancartas y remeras levantaron la bandera de #NiUnaMenos para exigir la justicia que el sistema judicial nos arrebata día a día: “O sos Nahir, o sos Lucía”, “A la violencia machista, memoria feminista”, “Lo digo porque Lucía no puede”, fueron algunas de las consignas que la marcha de ayer nos regaló.
Lo que Lucía nos dejó
Mucho hemos transitado desde aquel 19 de octubre de 2016 que inauguró el primer Paro Nacional de Mujeres. Decenas de marchas contra la violencia machista, una creciente batalla en las calles por el aborto legal, seguro y gratuito, e instancias de organización e intercambio cada vez más masivas han acompañado a la cuarta ola feminista durante estos dos años. A pesar de ello, no olvidamos, ni nos reconciliamos con la indiferencia del Estado frente a un colectivo que vio morir a 251 compañeras en 2017 y al menos 225 en lo que va del 2018. No cabe duda de que más tarde que temprano, el patriarcado se va a derrumbar, porque en un acto de alquimia sorora convertimos la furia en lucha, la injusticia en bandera, la congoja en organización.
Fotos: Marina Carniglia
Nota: Sofìa Mazzarella