A días de las medidas anunciadas por el nuevo ministro de Economía, Luis Caputo, y del decreto de “desregulación de economía” anunciado por Javier Milei, ya se ven algunos efectos en los comedores y merenderos populares.
¿Qué va a pasar ahora que se estima entre un 20 y un 40 por ciento de inflación mensual y cuánto va a afectar a esa cantidad de personas que no alcanza con su salario a cubrir las cuatro comidas diarias? ¿Cómo hacen las trabajadoras de estos comedores para sostener estos lugares que dan de comer a tanta gente diariamente?
El Registro Nacional de Comedores y Merenderos Comunitarios (ReNaCoM) reconoce la existencia de 34.782 comedores populares en todo el país. La organización La Poderosa cuenta con un Observatorio Villero que les permitió calcular cuántos platos de comida elaboran a diario a partir del relevamiento de porciones que producen los comedores de su organización desplegadas en todo el país. Estiman que son más de 10 millones por día. Asimismo, quienes trabajan para estos comedores son mujeres y disidencias: 134.449 personas.
En esta columna de Feminacida para Mujeres… ¡de acá! hablamos con dos compañeras que están a cargo de dos espacios de asistencia en José León Suarez, al norte del partido de General San Martín.
Sandra es parte del merendero y comedor Los Alegres Pichoncitos de Carcova que asiste a alrededor de 240 personas. Se dedica a esta labor hace 22 años. Sobre la cotidianeidad en este momento de transición, sostiene: “No damos a basto, no llegamos. La posta es que está difícil la cosa ahora. No vamos ni una semana y se puso re difícil. Pero estamos tratando de llevarlo adelante como se pueda. Hay una demanda muy grande nuevamente en el barrio y se trata de hacer lo que se puede”.
En todo el país, desde hace 40 años que vecinos y vecinas de los diferentes barrios populares que existen, en su mayoría mujeres y disidencias sexuales, dedican entre ocho y diez horas diarias para alimentar a los vecinos y vecinas. “Las compañeras estamos de lunes a viernes tanto en el comedor como en el merendero. También tenemos una cancha donde asisten niños, niñas y adolescentes a ese espacio recreativo. Tanto el comedor, como el merendero y la cancha están en construcción gracias a un proyecto que se presentó hace un año. Ahora sucede que no sabemos si la obra va a continuar, si se va a cortar. Las medidas de Milei avisan que va a haber recortes por todos lados así que no sabemos qué puede pasar”, agrega Sandra
Mujeres e identidades disidentes son siempre quienes están al frente en los tiempos más complejos de nuestro país, quienes garantizan una merienda, un plato de comida calentita en invierno. La Poderosa había presentado en marzo de este año un proyecto de ley de reconocimiento salarial a todas las cocineras comunitarias que sostienen ollas populares, comedores y merenderos de Argentina y que destinan hasta ocho horas diarias a cocinar para millones de personas. La iniciativa contemplaba un ingreso que tuviera como piso el Salario Mínimo, Vital y Móvil, vacaciones, jubilación y seguridad social.
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Paola es responsable de la Red de Comedores y Merenderos de San Martín y dio detalles sobre el comedor del barrio Curita, también de José León Suárez, llamado Tiempo Libre, aunque más bien lo conocen como El Comedor de la Abuela y pertenece al Movimiento Evita. “No tenemos noticias sobre la mercadería que ya venía en reducción. Las compañeras hacen lo que pueden. Vamos a sostener hasta donde podamos y siempre todas juntas para el mismo lado”, cuenta Paola y menciona que una de las estrategias que tienen pensado implementar, en caso de que la mercadería no alcance como temen, es sostener el plato al menos una o dos veces por semana.
Ella y sus compañeras asisten al área de Reconquista, uno de los barrios más humildes donde familias enteras, algunas de hasta 10 o 12 integrantes, asisten a buscar alimentos. Cada uno de los comedores de esta zona brinda comida a cerca de 300 personas cada uno. Las cocineras, a su vez, junto con las otras organizaciones sociales y con las entidades religiosas, brindan acompañamiento con apoyo escolar, talleres de arte y también preparan bolsones de comida para que las familias lleven a sus hogares.
Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), una familia tipo necesitó en el mes de noviembre de 2023 $390.456,32 para no ser considerada pobre. Para no caer en la indigencia se precisaron $194.632. La variación con respecto a octubre fue del 13,1 por ciento y, a nivel interanual, aumentó 167,5 por ciento. Por otro lado, se estima que 5 millones de personas viven en barrios populares, según el último informe realizado por el Registro Nacional de Barrios Populares (ReNaBaP) que identificó a 6.467 asentamientos en toda la Argentina.
De acuerdo al decreto 358/17, los barrios populares son aquellos a los que comúnmente se denomina como villas, asentamientos y urbanizaciones informales que se constituyeron mediante distintas estrategias de ocupación del suelo, que presentan diferentes grados de precariedad y hacinamiento, un déficit en el acceso formal a los servicios básicos y una situación dominial irregular en la tenencia del suelo, con un mínimo de ocho familias agrupadas o contiguas, en donde más de la mitad de sus habitantes no cuenta con título de propiedad del suelo, ni acceso formal a al menos dos de los servicios básicos.
En el 99 por ciento de estos barrios, la mayoría de sus habitantes no accede a la red de gas natural y muchos dependen de garrafas para cocinar. Este es el caso, además, de la mayoría de los comedores que funcionan en los barrios. Asimismo, el 92 por ciento de ellos no accede formalmente a la red de agua corriente, mientras que el 66 por ciento no accede a la red de energía eléctrica. A todo esto, el 97 por ciento de los barrios carece de un saneamiento adecuado y un servicio formal de red cloacal además de que son lugares donde suele haber basurales a cielo abierto.