En 2012 se sancionó la Ley de Identidad de Género y en 2021 la Ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal Para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero conocida como el cupo laboral trans. Sin embargo, las demandas que el colectivo travesti trans reclama no están cumplidas. En el marco del Día Internacional de la Visibilidad Transgénero es necesario repasar el pedido histórico que ya tiene precedente en Uruguay: una Ley Integral Trans que abarque todos los aspectos de la vida desde la infancia hasta la tercera edad.
La Ley de Identidad de Género abrió muchas puertas en el 2012. Permitió que cada persona trans pudiera tener en el DNI su nombre autopercibido e inició el camino de la inclusión por medio de derechos conquistados. En 2021 la sanción de un cupo laboral travesti trans respondió a una necesidad impostergable: el acceso al trabajo. Sin embargo, la vida no se limita solamente a esas dos aristas. Hay muchos aspectos centrales que no son abarcados en ninguna ley. Esta invisibilización profundiza la violencia y la expulsión de un colectivo que ya sufre constantes vulneraciones de derechos.
“Hay que resaltar la diferencia entre la igualdad y la equidad”, enfatizó Lissanddro Cottone, referente de la Secretaría de niñeces y adolescencias trans diversas y sus familias de la Federación Argentina LGBT. “Mientras que la primera implica que todas las personas tengan lo mismo, la segunda busca que si hay personas en situación de vulneración se les pueda brindar más herramientas para que estén al mismo nivel que las otras personas”, explicó.
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La infancia y la adolescencia de las identidades trans no están contemplados en las leyes sancionadas. Tampoco la tercera edad. ¿Y qué pasa con las personas en edad laboral que no pueden acceder a un trabajo porque sus "condiciones físicas" se lo impiden? “El trabajo solo cubre el ámbito público, pero también hay otras cosas, por ejemplo todas esas personas trans que superan los 40 años y tuvieron una niñez o adolescencia en la dictadura militar, que vivieron persecuciones y la expulsión del hogar”, reflexionó Cottone.
Según la Red Latinoamericana y del Caribe de Personas Trans (RedLacTrans) del 44 al 70 por ciento de las mujeres son expulsadas de sus hogares entre los 13 y los 17 años. Además, hay un gran porcentaje del colectivo que se ve destinado a la prostitución ante la falta de acceso al empleo formal. “Cuando hablás de personas trans estás hablando de muchas realidades diferentes sobre cómo cada persona transiciona, como lleva su vida y las diferentes condiciones sociales que tiene”, mencionó, en una entrevista con Feminacida, Jonás Matos, varón trans.
Para responder a estas necesidades, diversos colectivos vienen impulsando una Ley Integral Trans que abarque todos los aspectos de la vida de una persona. En este sentido, Lissandro Cottone mencionó: “La ley integral contempla a las personas que no llegan a la edad de jubilación pero que tampoco pueden trabajar y que tienen marcas en su cuerpo de todos esos años de violencia y discriminación que ha ejercido el estado sobre ellas”.
¿Qué pasa con la infancia?
La Secretaría de Niñeces y Adolescencias Trans y Familias en la que trabaja Lissandro Cottone surgió de la mamá de un chico trans que buscaba un espacio para acompañar a su hijo y que al no encontrarlo decidió crearlo ella misma a través de la Federación Argentina LGBT. El trabajo con la niñez y la adolescencia implica darle importancia a identidades que a veces no son visibles. “Recién en el siglo XXI se empezaron a trabajar los derechos de lxs niñxs, la idea de que no son una propiedad de lxs padres y madres y que, de hecho, son una población vulnerable porque necesitan del apoyo económico y emocional de lxs adultxs”, explicó Cottone .
La lucha por la diversidad sexual siempre fue con personas adultas. Lxs niñxs y adolescentes no eran consideradxs sujetos que pudieran reclamar por sus derechos. Ahora, las familias comenzaron a ser un lugar de acompañamiento que está presente en las marchas. En este sentido, Cottone destacó su importancia: “Nosotrxs atendemos presencialmente en Casa Trans y tenemos una compañera de cuarenta años que una vez vio entrar a una nena trans de la mano de su mamá y pensó ‘qué pena no haber podido tener una infancia así’. Si eso sucedió fue también por la lucha de lxs compañerxs”.
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La infancia trans es muy difícil de estudiar. Casi no hay datos estadísticos sobre lxs niñxs que están atravesando una transición y muchas veces ellxs mismxs no son conscientes por más que tengan la vivencia trans. “La ley integral propone también campañas de sensibilización y capacitación y que en la ESI se hable de la temática trans. Si no está la información, lxs niñxs pueden tener la vivencia pero no la entienden y se sienten muy solxs, como nos ha pasado a lxs que no tuvimos ESI. Nosotrxs nos sentimos bichos raros y un día descubrimos que no somos lxs únicxs. Pero lo descubrimos después de muchos años de sufrimiento, soledad y angustia”, profundizó Cottone .
Por otro lado, Jonás Matos vivió su transición en la edad adulta, por más que tuviera la vivencia desde la niñez. “No tengo recuerdos de haber querido ser una nena, pero no entendía lo que me pasaba. Lo que quería respecto a mí y mi cuerpo quedaba en mi imaginación”, contó sobre sus primeras memorias. “Al no tener referentes, más allá de personajes de anime que se veían andróginos, me cohibí durante muchos años y decidí sostener mis estudios para conseguir una estabilidad que me permitiera vivir la vida que yo quería después. Sin embargo, hay un momento en que no podés sostener una mentira que te carcome y te consume tanto”, agregó.
La tercera edad y una reparación histórica
La ley integral no sólo contempla a la niñez y adolescencia sino a la población que supera los 40 años, que es muy poca. “Nuestra esperanza de vida es de 35 años y sólo el 1 por ciento llega a los 60”, informó a Feminacida Alma Fernández, militante travesti. “Hay un abandono y empobrecimiento histórico a las compañeras adultas del colectivo, que son las más olvidadas”, enfatizó.
El cupo laboral trans era una demanda necesaria y urgente pero deja afuera a gran parte de la población. Las personas trans que superan la expectativa de vida muchas veces no están en condiciones de salud que les permita trabajar. “En este sentido, la ley integral contempla un subsidio para personas mayores de 40 años como una reparación histórica”, explicó Lissandro Cottone.
Muchas veces lxs compañerxs que llevan años luchando por el reconocimiento de derechos y la creación de leyes no llegan a ver el fruto de su trabajo. “El 18 de marzo se conmemoró el fallecimiento de Claudia Pía Baudracco, que luchó toda su vida por derogar los fueros contravencionales que criminalizaban a las personas trans y encabezó el reclamo por la Ley de Identidad de Género. Lamentablemente ella falleció meses antes de que se aprobara la ley y eso sucede mucho en la lucha de la comunidad trans. Muchas no llegan a ver el resultado”, resaltó Lissandro.
Una ley para la equidad
Para comprender la necesidad de una ley que abarque todas las etapas de la vida es necesario recapitular en las violencias a las que el Estado somete a las personas trans. La expulsión temprana del hogar, la deserción escolar, la prositución como única vía de supervivencia y los tratamientos clandestinos para transicionar son algunas de las huellas de la vulneración.
La Ley Integral Trans incluye incentivos al sector privado para que contraten personas trans, busca generar un servicio de asistencia a las personas trans que ejercen la prostitución por emergencia económica, garantiza que haya al menos un hospital por provincia que trabaje con la transición por hormonas o cirugía, profundiza la inclusión educativa, incluye la reparación histórica a personas de más de 40 años, propone campañas de concienciación y exige que la ESI trate la temática trans. “Esto no es imposible. En Uruguay hay una Ley Integral Trans aprobada y se aplica. Es un precedente”, detalló Cottone.
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Para Alma hay una falta de capacitación de parte de los organismos estatales que quieren emplear a personas trans. “Tienen predisposición, pero sigue habiendo un impedimento. Hay que profundizar en la instrucción de los que contratan y quieren hacer efectivo el cupo”, mencionó. En ese mismo sentido, Jonás explicó: “Así como se sanciona el cupo en el Estado es necesario que se capacite a los organismos porque si no generás un entorno seguro para que una persona trans se desarrolle laboralmente lo más probable es que abandone. Se necesita una sensibilización de todos los actores que forman parte del cupo laboral y sobre todo incentivar al sector privado”.
“El cupo laboral trans me parece algo muy troncal. La salida al mercado laboral es lo que condiciona gran parte de la vida de una persona”, agregó Jonás. Garantizar el trabajo para personas trans no es sólo la respuesta a una necesidad del presente sino también una apuesta por el futuro: “Que las generaciones más jóvenes puedan ver que hay otra realidad, que se puede acceder a un trabajo formal cambia el paradigma de la persona y su entorno”, agregó.
Sin embargo, uno de los desafíos de cara a las leyes sancionadas y por sancionar es que se cumplan efectivamente. Según Alma, las personas travestis y trans tienen que pedir contrastantemente el cumplimiento de las leyes: “Cuando una trava se interna en un hospital, si no hizo el cambio registral en el documento, automáticamente la quieren ubicar en una sala de hombres. Y vos tenés que ir y explicarle al médico que el artículo 1 de la Ley de Identidad de Género habla de la percepción de género y que no importa lo que diga el documento sino cómo se autoperciba la persona. Cuando una trava presenta el CV no la contratan porque aparece contaminada con la noche, las violencias, la prostitución y no tiene estudios completos. Y vos tenés que ir explicarle al empleador que el artículo 6 de la Ley de Identidad de Género habla de la terminalidad educativa. Otra vez explicar. Eso nos desgasta y al mismo tiempo nos expulsa, porque muchas de nosotras lo intentamos y cuando falla no lo volvemos a intentar. Y así se sigue profundizando la baja expectativa de vida”.