La vida extraordinaria y Las cautivas son dos obras escritas y dirigidas por Mariano Tenconi Blanco. Ambas tienen actrices bestiales en escena y música en vivo compuesta por Ian Shifres. También comparten iluminador, Matias Sendón, y vestuarista, Magda Banach. Y encima, ambas dejan la sensación de plenitud al terminar. Dos obrones.
En esta oportunidad, es interesante pensar cómo dialogan las dos producciones. Si bien cuentan historias muy distintas a nivel rítmico y dramatúrgico, en decisiones muy precisas se asemejan. Ambas rompen la cuarta pared, hay versos en rima por momentos, la mayoría del tiempo las actrices tienen monólogos al público y muestran la punta de un iceberg que se lleva completo en el pecho.
La vida extraordinaria está interpretada por Lorena Vega y Valeria Lois. Son tan desfachatadas como precisas. Es hermoso verlas actuar, son inspiradoras y dan esa sensación de no querer parar de verlas nunca, hipnóticas.
En este caso la historia es de dos amigas donde vamos descubriendo a Blanca y Aurora a lo largo de 120 minutos. La vida extraordinaria logra un equilibrio perfecto entre la veracidad de los personajes y lo incierto, lo desconcertante de la vida. Las interpretaciones están tan vivas que no se pueden predecir, el guión va desenvolviendo las historias de manera tal que podemos ver lo crudo y la belleza de madurar, de continuar una amistad a lo largo de los años y ser testigo de esa otra historia. El valor de la amistad a lo largo de los años, el valor de la amistad en la diferencia. Aurora y Blanca son muy distintas y se aman así, sin juzgar a la otra.
"La vida es un milagro. La vida extraordinaria pretende contar eso. Dos vidas normales. Sin grandes premios, historias trágicas, aventuras inolvidables. Aurora y Blanca son amigas toda la vida. Ambas son de Ushuaia. Aurora es docente, se muda a Buenos Aires, se casa, tiene un hijo, un amante, un marido. Y escribe poesía. Blanca es modista, vive con su madre, su madre se muere, tiene un novio, luego otro, luego otro, siempre sufre. Y también escribe poesía. Dos vidas ordinarias. La amistad y la literatura como la aparición de lo extraordinario. Quizás un milagro. Como la vida", reza la sinopsis de la obra.
A mediados del siglo XIX, un malón irrumpe en una boda y secuestra a la novia, una joven mujer francesa llamada Celine. Ya entre la tribu, en pleno festín, Celine será salvada por un inesperado protector: una india llamada Rosalila. Las dos mujeres se fugarán juntas a través de la monótona geografía de la pampa. Atravesarán soles, lluvias, hambre, peleas, un tigre, un mono, dos soldados, una niña enferma, varios ríos.
Las cautivas está interpretada por Lorena Vega y Laura Paredes, muy generosas en la interpretación y sumamente diferentes. Laura tintinea y Lorena vibra el piso, funciona muy bien la dupla. Con el correr del espectáculo vamos a descubrir que Laura también vibra el piso tanto como Lorena logra tintinear.
La obra rebosa de sexualidad. Desde la mirada de Celine, el personaje de Laura, el relato cuenta un aparente descubrir que por momentos hace guiños de saber de qué habla. Desde la mirada de Rosalila, el personaje de Lorena tiene sorpresas y calma a la vez, con una actitud de comprensión sin exabruptos.
Celine sería la voz más “civilizada” y ansiosa, por momentos, y Rosalila traerá la calma, lo ancestral, la sabiduría. Lo novedoso es que ambas voces son femeninas y que mientras avanza la obra podemos ver cómo se van tiñendo una de la otra. Cómo al dejarse afectar tanto la una por la otra salen fortalecidas.
La versatilidad del trabajo de Lorena Vega en el escenario es destacable. Profunda y potente, Lorena es una actriz imperdible. Las imágenes de los textos son bellísimas, en ambas obras hay un diálogo entre la materia y el universo que resulta transformador.
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Si la idea es ver teatro inspirador, La vida extraordinaria (martes, 20 horas, Teatro Picadero) y Las cautivas (sábados y domingos, 17 horas, Teatro Metropolitan) son las mejores opciones.