Mi Carrito

La vejez que imaginamos

Compartí esta nota en redes

Por Delfina Tremouilleres y Victoria Eger

“¿Y qué va a pasar cuando seamos viejas?”, le pregunta Marina a Candela mientras intercambian un mate en el Centro Cívico de Bariloche. Lo que parece una conversación íntima y, tal vez, específica aparece casi inevitablemente a cierta edad. ¿Cómo va a ser nuestra vejez? La imagen que devuelve el presente repele: las personas mayores son ubicadas en un lugar de descarte e inactividad. 

Sin embargo, lo que se plantea en el taller de Vejeces del 36° Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Travestis, Trans, Bisexuales, Intersexuales y No Binaries es todo lo contrario: “Estamos en la búsqueda de una identidad que responda a deseos y energías que todavía tenemos porque la vida se alargó y la sociedad no lo notó”.

Planificar la propia vejez

Muma tiene 50 años y es parte de la Comisión Organizadora de este Encuentro. Es la primera vez que asiste y oficia como facilitadora en el taller N° 41, espacio donde se propuso abordar el rol social de las personas mayores, el cuestionamiento al sistema de cuidados, la marginación a la que son empujadas y el placer que aparenta ser tabú a esa edad.

“Estoy convencidísima de que la manera de envejecer es haciendo el bien común, si no te quedás cada vez más sola y es horrible. Y no te quedas sola de un día para el otro, es algo que va pasando”, asegura a Feminacida.

La soledad fue uno de los temas que acaparó la conversación entre las asistentes del taller. ¿Qué se le teme? ¿Es posible hablar de una soledad deseada? ¿Qué sucede con quienes no la eligen y tienen que atravesarla? ¿Podemos optar cómo construir nuestra vejez?

Silvina tiene 39 años, es comunicadora y licenciada en Educación. Hace un año participa de Ancestras, un grupo de investigación, acción territorial y educación en géneros y sexualidades con personas mayores. En las jornadas que las reúnen cada mes, se abordan tópicos como la construcción de vejeces dignas y libres hasta la gestión del propio placer a esa edad.

“Me encontré con mujeres con mucha energía, muy deseosas de hablar de su sexualidad y de poner en agenda el placer de las personas adultas mayores. Mujeres que empezaron a juntarse en torno a las violencias de género que habían sufrido”, cuenta Silvina.

¿La vejez y la soledad, entonces, van de la mano? Para Muma, no. Hace dos años que planifica irse a vivir con un grupo de amigues a un terreno donde cada une pueda tener su casa. Un quincho en el centro del complejo será el corazón donde se fortalezca esa vida en comunidad. 

Cultivar amistades, fortalecer desde temprano redes de cuidado y gestionar una organización comunitaria de la vejez parecen calmar esa ansiedad que abruma a las generaciones más jóvenes.


También podés leer: Viviendas colaborativas: la revolución de las viejas continúa

Las barreras existen

De los 112 talleres del 36° Encuentro, el de Vejeces es uno de los pocos que necesita sillas para llevarse a cabo: no todas las participantes pueden sentarse cómodas en el suelo. Lo que parece un detalle es una de las tantas dificultades de la cotidianeidad que casi nadie registra y que excluye a personas de la tercera edad. 

“Caminar por una calle que no está preparada para nosotras y nosotros es peligroso. Tenemos que visibilizar qué nos pasa y qué nos falta”, dice Nancy, una de las oradoras de la jornada. A Beta, por ejemplo, le costó subir las escaleras para trasladarse entre los dos espacios en los que se dio el taller. 

Obstáculos que parecen nimiedades, pero que se arrastran en diferentes ámbitos y se replican a nivel estatal. Trámites que se realizan de manera digital –a pesar de que muchas personas mayores no manejan con facilidad la tecnología– y actividades que no tienen en cuenta cuestiones de accesibilidad demuestran que la sociedad no contempla estas necesidades a la hora de gestionar.

Aunque existen legislaciones con jerarquía constitucional que deberían garantizar el acceso a sus derechos, no todes conocen –ni hacen cumplir– la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores. Este acuerdo establece pautas para promover, proteger y asegurar el pleno goce y ejercicio de sus libertades.

Muma tiene en claro cómo planificar su vejez y, justamente por eso, sabe que habrá inconvenientes. A ella y a sus amigues les gustaría mudarse a La Comarca, cerca de Epuyén, donde hay menos gente. Pero se dieron cuenta de que será un problema: hay también menos servicios de salud para atenderse y la accesibilidad se complejiza. 

¿Cómo pensarnos en el futuro? ¿Qué barreras van a aparecer y cómo derribarlas? Silvina esboza una posible respuesta: “Planificar nuestra vejez implica saber qué políticas públicas faltan hoy para luchar por esas modificaciones, porque en un futuro van a ser nuestras”. La llave será dejarse interpelar por estas problemáticas para pensar la vejez de manera intergeneracional.


Compartí esta nota en redes

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *