En su presentación oficial de su disco R-CHOP, la artista neuquina sedujo a su público en Buenos Aires con un show que mixtura la performance y la sutileza del R&B y el pop lo-fi en una noche a puro goce y redención.
Valentina Soria, alias La Valenti, se presentó en Niceto Club en un formato mixto entre su banda más numerosa y su versión acústica para dar inicio a la Misa Apócrifa en homenaje a su disco "R CHOP" que se estrenó en noviembre del 2022. El show contó con la participación especial de la cantante y compositora española Paula Cendejas en una apertura que nos voló la mente (en referencia a "Cosquillas", tema que canta junto a Danny Ocean y que forma parte de su nuevo álbum FOMO) y nos dejó con ganas de más.
Los telones volvieron a abrirse a las 22 con una santa vestida de rojo y negro con todo el glamour y la estética del santuario popular que denota cierta influencia de la moda de mediados de los 2000 en sus guantes media manga y las capas de su vestido, como así también del español en la morfología de los bordados propios de los vestidos flamencos de encajes voluminosos. Petrificada frente al micrófono a la espera del primer pulso del bombo legüero del folclore nacional, La Valenti alucina con la profundidad y la sutileza de su voz en las primeras estrofas de "La Rapla", dejándonos embriagar por completo por la mixtura característica de la propuesta artística de quienes conforman este proyecto. Despliegan una obra de tal envergadura que evidencia una performance que lo tiene todo: una actriz que interpreta el dolor y el amor, un vestuario rojo como la sangre, una banda de seis miembros que acompañan la resurrección de la artista, y una marea que suspira, corea, grita y ovaciona.
"R CHOP" es entregado al público, quienes lo resignifican y hacen carne cada una de las piezas que conforman este álbum que lleva el nombre del tratamiento de quimioterapia al que Valentina tuvo que someterse hace dos años tras ser diagnosticada de cáncer en su sistema linfático. Ya dada de alta en Neuquén, ciudad donde se crió, y con un libro escrito en el que relata el proceso de su tratamiento, la artista se reencuentra con su banda y empiezan a trabajar en la producción de "R CHOP" grabando en las sierras cordobesas donde la joven artista nació.
La influencia de lo local se refleja en cada metáfora que hace referencia al agua, en especial a la corriente del río que desemboca en el mar y que no se puede frenar: ya no puede mirar hacia atrás, tiene que seguir. “Tengo la fuerza del mar/ la llevo acá adentro”, canta La Valenti quitándose una de las capas del vestido de tul negro y rojo para ser arrojado sobre el escenario y dar lugar a la nueva versión de su personaje que mira hacia delante y nos da la bienvenida al ritual del año.
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Te canto y te rezo
¿Cuánto puede costar un tratamiento de cáncer? Valentina lo sabe bien: tiene en su mano un suero con líquido rojo que bebe y observa con desdén antes de que "Medusa" comience a sonar. “Me patine todo el oro por vos”, le canta a ese suero que tantas veces debe haber visto durante su periodo de tratamiento. "Medusa" es coreada por una multitud que no le quita los ojos de encima a una artista en la que se refleja esa valentía y fuerza que, como bien explica en uno de los cortes del documental de su disco “DOCUCHOP”, la representan y potencian para seguir adelante. Minutos antes de que irrumpa la batería, se deshace de ese suero con la vista clavada en la marea que le reza: “Tengo el magnetismo de la locura/ a veces me siento arruinada pero el mar me cura”.
Pero, así como bebe sangre, también nos dice que no toma vino: “Vino no vino conmigo/ y yo no tomo vino/ no vino conmigo, no”. La melodía del teclado al ritmo de la guitarra y la percusión suave de la batería nos seduce con la voz de Valentina que resignifica el amor y el dolor en "Vino no", además de iluminar a cada una de las personas que fueron y son parte del proyecto como bien explica en “DOCUCHOP”, su documental dirigido, editado y grabado por Agostina Raffa.
La versión banda se corre de escena para dar lugar al despliegue de una performance acústica en la que participan la corista Anita, el guitarrista Kastiello, y el violinista Chuke. Comenzando con un tema a capella, seguido del cover "Soledad y el Mar" de Natalia Lafourcade, hasta concluir con "Chaca" en una versión que incluye la banda completa y el público coreando “Ay de mí, de mi pena”. La Valenti se abraza a sus compañrxs sin dejar de soltar el ramo de flores que Anita le regala apenas sube al escenario. La artista nos hace suspirar con la dulzura del momento a través de estas tres canciones en las que descubrimos una faceta folclórica con guiños al bolero que aún no habíamos explorado en su totalidad hasta ese momento.
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"Subte línea B", "24/7" y "Mejor me voy" también forman parte del repertorio, con una marea que salta, baila y se acalora al ritmo electro-pop de esta neuquina “electrika lokita”. Además de ser impecables con sus instrumentos, los músicos también bailan: "Mejor me voy" queda sonando de fondo y con ella la banda se acomoda de cara al público para hacer una coreo digna de un challenge que desafíe el algoritmo del mundo de la hiperconexión. Aun así, la noche recién empieza y eso su gente ya lo sabe. Algunxs ya lo advierten desde la marea de la adoración: las primeras estrofas de "Santa Apócrifa" son suficientes para alocarles. “Ser una santa apócrifa no me saca lo lady/ porque en mi mente siempre ando wavy”.
La fiesta llega a su fin y La Valenti empieza a despedirse. Entona las últimas estrofas de "Todo Rosa" con ímpetu, desplegándose sobre el escenario con unos lentes de sol estilo 2000 que forman parte del look del video "24/7" (estrenado el 6 de abril) y un público que se prepara para el mejor cierre de la Misa. La batería marca el compás y el splash de los platillos hace estallar a la marea que salta, se empujan y corean “que no hay cosa más linda que esta rima para vos”. Para La Valenti, por supuesto.