A lo largo de la historia la relación la mujer y la bicicleta fue escandalosa. Este vehículo alejaba a las amas de casa de la esfera doméstica, les daba autonomía y las igualaba a los hombres. Por eso, con toda clase de artilugios, se las intentó alejar de la actividad. Lejos de cumplirse aquel objetivo, en la actualidad, las mujeres se organizan para fomentar entre ellas el uso de ese medio de transporte.
En el siglo XIX, un grupo de médicos llamó "cara de bicicleta" a la dolencia que sufrían las mujeres cuando circulaban sobre las dos ruedas. Decían que, como consecuencia del andar, podrían afectarse los músculos faciales y sus caras adquirirían una expresión de ansia y agobio por el resto de sus vidas. Era común el desaconsejo. Las asustaban con problemas de salud como la infertilidad, la tuberculosis y hasta un aumento desmedido del deseo sexual.
Otro tema eran las vestimentas femeninas de la época, en las que predominaban los corsés y las polleras. Aquel atuendo las incomodaba, por lo que comenzaron a usar menos ropa y los llamados "bloomers": pantalones con apariencia de pollera, que permitían un andar más agradable. Las mujeres se vestían casi igual que los hombres y eso generó un gran repudio. Se llegó a denunciar públicamente que de ese modo se perdía la esencia femenina.
Bicicletas y feminismo
Para Pibas En Bici, una organización que surgió en Santa Fe, existe una doble violencia que afecta a las mujeres ciclistas en las calles. "Primero por el paradigma de movilidad hegemónico centrado en los automóviles, que monopoliza el uso de las calles y hace que las y los ciclistas tengamos que evitar la violencia vial. Segundo porque siendo mujeres en una sociedad patriarcal que sostiene la creencia de que los varones pueden decirnos o hacernos lo que quieran. Nos expone a la violencia machista, el acoso, la desigualdad y la opresión en las calles", coinciden Valentina, Cecilia y Paula, integrantes de la agrupación, al hablar con Feminacida.
Con frecuencia, planean encuentros en espacios verdes y paseos en conjunto por la ciudad. También participan e invitan a otras mujeres a talleres de ciclomecánica para que aprendan, de manera económica y sencilla, a ajustar los frenos o el asiento y a emparchar. Destacan que circular en este vehículo promueve grandes beneficios para las mujeres: no depender de otrx, elegir el trayecto por donde una quiere ir, calcular con la precisión el tiempo de demora y que el dinero no condicione a la hora de moverse. La experiencia busca expandirse.
Hoy la bici es una herramienta de la lucha feminista porque da libertad a la hora de elegir y permite tomar decisiones en los movimientos. "Es un medio de empoderamiento, de manifestación y de resistencia en el espacio público. Es la forma que elegimos de movernos, una que no ejerce violencia, ni representa un peligro sobre ninguna de las formas de vida de la ciudad", concluyen.