Mi Carrito

Feminismo popular contra la casta financiera

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Nuestro feminismo popular viene reivindicando hace años que las trabajadoras somos todas, que no alcanza con la agenda del trabajo formal para dar cuenta de las múltiples realidades laborales y que la diferencia entre trabajo pago y no pago es la base de las desigualdades de género. Ahora bien, aquí hay otra cuestión: a estas desigualdades laborales se le suma la condición de tener que endeudarnos para vivir y para sostener gastos asociados a la reproducción de la vida. 

Las prácticas de organización feminista han desordenado los binarismos clásicos que estructuran el imaginario económico. Así, se ha cuestionado la oposición entre lo productivo y lo doméstico y la división entre lo que cuenta como “público” y lo que cuenta como “privado”.  Esto ha implicado también ubicar la vida cotidiana, el espacio doméstico y el trabajo comunitario como lugares estratégicos donde hay explotación pero también resistencia. En este proceso de redefinición de categorías económicas —y por ende políticas—, el análisis del proceso de financiarización de la vida cotidiana no ha quedado exento.

Al contrario de quienes caricaturizan a los feminismos como meras discusiones identitarias, nos hemos metido con cuestiones estructurales que hoy nos ponen de frente a los planes del empresario Marcos Galperín: explotarnos financieramente para seguir concentrando riqueza. 

A costa nuestra

La semana pasada, entre varias calamidades a las que el presidente y sus corporaciones amigas nos someten una y otra vez, nos enteramos de que los y las beneficiarias de la Asignación Universal por Hijo, Asignaciones Familiares y por Embarazo, Progresar y Programa Hogar podrán optar por cobrar a través de la plataforma Mercado Pago. 

Se trata del último de los regalos —y tal vez el más importante— que le hace el Gobierno y el Estado argentino a su “emprendedor” preferido, Marcos Galperín. El niño mimado recibe exenciones de más de 100 millones de dólares, y es  beneficiado por el estado argentino de varias maneras, por lo menos desde hace veinte años. 

Este nuevo negocio de Galperín nos lleva a discutir cómo gran parte del negocio financiero hoy se hace sobre los sectores de menos ingresos. Y sobre todo deja en evidencia que —al contrario de lo que dice el Gobierno señalando como improductivos a los sectores de la economía popular, a las mujeres que trabajan en sus casas— sobre ellas se disputa la ampliación del negocio financiero.

Se hizo evidente también que la falsa discusión de los "intermediarios" (dado que todo los programas nombrados se cobraban directamente en bancos), solo ha servido para legitimar a las empresas de FINTECH como verdaderas punteras de la política social financiarizada. Esta decisión las beneficia de múltiples maneras, pasemos a nombrar algunas. 

Desde la pandemia, las empresas FINTECH se consolidaron y se expandieron como medios de pago y, sobre todo, como fuentes de endeudamiento. En un contexto de caída  de los ingresos y donde muchos emprendimientos de la economía popular se gestionan a través de plataformas, esta medida multiplicará la posibilidad de tomar deudas, a tasas más usurarias que las de los bancos y con mayor vulnerabilidad a estafas dada la menor regulación que existe sobre ellas. Estamos en un contexto en cuál las mujeres, y sobre todo las que cuidan y/o hacen trabajo comunitario, están haciendo triple jornada. 

Vivir en Argentina siendo mujer, lesbiana o trans es trabajar en el comedor (donde no llegan alimentos), buscar changas, cuidar, y gestionar los pocos ingresos y deudas a través de plataformas. Endeudarse para vivir, para resolver la necesidad diaria y destinar parte del día a una permanente gestión de las deudas se ha vuelto una condición extendida en nuestro país. 

Con la desregulación de la economía vigente, particularmente focalizada en los efectos del Decreto 70/2023 del mes de diciembre, hay un salto en los precios de los principales bienes y servicios para el sostenimiento de la economía doméstica, que se suma a un proceso inflacionario que se agravó a partir de la devaluación, pero que ya era una inflación muy alta, que está disparando los niveles de sobreendeudamiento y cruzando nuevos umbrales de violencia económica en las economías domésticas.

Volviendo a los regalos de Galperín, el “emprendedor” se verá beneficiado además, y principalmente, con la posibilidad de especular con el dinero depositado de las prestaciones sociales. Sumado a que será propietario de uno de los activos más importantes de este capitalismo del algoritmo financierizado: los miles —y tal vez millones— de datos personales y laborales de todas las personas beneficiarias.

Para completar la escena, el Javier Milei cerraba su semana en el hotel Llao LLao  haciendo un homenaje a los “empresarios heroicos” que fugan el dinero escapando de “las garras del estado opresor”, entre los que se encontraba Marco Galperín.  Así,  el presidente personificaba la utopía del capital de moverse sin regulaciones en un mundo adaptado a zonas de sacrificio. Una movilidad que deja a su paso territorios arrasados. 

Esta utopía  se completa con el modelo del “empresario heroico” y  expresa así la figura de esta época: riqueza concentrada de forma obscena en pocos varones blancos y heterosexuales que necesitan negar las contribuciones del Estado al crecimiento de sus empresas, y, al mismo tiempo, acusar de improductivas a quienes sostenemos este país una vez que ellos se fugan con el capital. 

Los feminismos populares seguimos insistiendo en las calles y diciendo que quienes cuidan y hacen trabajo comunitario son las verdaderas heroínas en este contexto de ajuste brutal. No en el sentido de romantizar su trabajo para no remunerarlo como se hizo en la pandemia con las trabajadoras de la economía popular, sino para mostrar que quienes cuidan y trabajan en las casas y en los barrios lo hacen sin gozar de exenciones tributarias, pagando IVA sobre los alimentos, sin remuneración en la mayoría de los casos y teniendo que gestionar las deudas a tasas de interés altísimas. Todo para que los empresarios heroicos descansen en Uruguay. 


Esta nota forma parte del dossier "Cuidadoras: el trabajo que mueve al mundo".
Hacé click acá para verlo completo.


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