La protagonista de esta historia envuelve desde el comienzo y hasta el final multiplicando voces y buscando formas. Ella va a encontrar la manera de contar la verdad y de hallar justicia, o al menos un poco. Algo de luz entre tanto ensombrecimiento. Un poco de esperanza entre tanto terreno seco. Falta mucho para la noche es una obra de teatro que no busca la lágrima fácil. Es un proyecto amoroso que cuenta desde la fuerza el mismo cuento que nos pasó a todas, pero que esta vez parece tener final feliz. Un unipersonal interpretado sin errores y con mucho poderío por Candela Casalla, de esos que hay que marcar en la agenda como “imperdibles”.
¿Cómo se sigue después de vivir en carne propia las atrocidades más feroces? ¿Qué hacer cuando el villano no es imaginario y respira tranquilo y bien cerca nuestro? Este espectáculo está basado en el primer libro de Belén López Peiró llamado “Por qué volvías cada verano”. En sus páginas, la autora profundiza sobre el abuso sexual que sufrió por parte de su tío siendo una niña. También acerca de su camino como escritora, donde primero tuvo que ser sobreviviente. Este es el punto de partida que toma la obra de teatro. Narrar el horror sin caer en amarillismos es un lugar difícil y el equipo de Falta mucho para la noche está a la altura del objetivo.
Suena la campana del ring. Cada opinión se retrata en un golpe. Cada obstáculo es una patada. La violencia demuestra una vez más su multiplicidad de formas. El escenario es un campo de batalla que muestra sin piedad cada laceración. Pero la intérprete prueba ser una contrincante valerosa y de cada caída se levanta con más fuerza. La elección de romper los estereotipos que encierran a las supervivientes en la victimización es un acierto. Esta obra no es el retrato simple del horror. Es una pieza teatral que no cae en lugares comunes. Las cuerdas son testigos silenciosos de una rival que está decidida a purgar su dolor.
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Boxear es la consigna. Tirar ganchos contra la injusticia con paciencia, pero también con rudeza. Demostrar que, a pesar del daño, todavía se puede dar pelea. La ruta legal que transita la protagonista es lenta y trabajosa. Cada tramo del recorrido es dibujado con talento y haciendo uso de variados recursos escenográficos. El público es testigo de una experiencia inmersiva que apunta y no falla en la trompada.
La interpretación y la biografía recorren calles paralelas. El arte es, una vez más, el escape que eligen tanto actriz como personaje. Contar lo que nos pasa a través de diferentes disciplinas artísticas es una herramienta que no solo cumple su función de vocera: también ayuda a tejer comunidad. Esta historia ya no se vive en solitario. El relato sale a la luz gracias a diversos personajes pintados con muchísimo talento actoral. La estrella de este unipersonal no se obnubila con su propia luz y logra un trabajo sublime sobre las tablas. Falta mucho para la noche es una traducción de la búsqueda de la justicia que nadie debe perderse.
Falta mucho para la noche puede verse los domingos de julio a las 20 horas en Savia - Espacio cultural (Jufré 127, CABA). Las entradas se consiguen por Alternativa Teatral o haciendo click acá.