La Justicia condenó a un masajista por abuso sexual reiterado con acceso carnal y usurpación de títulos. “Esto no debería ser la excepción, debería ser la regla”, apuntó Melisa García, titular de Abofem Argentina y abogada querellante de las cuatro deportistas denunciantes.
“Una de las cosas más difíciles es aceptar que fui víctima de manipulación, y que mi cuerpo fue maltratado. Verte en ese lugar no es fácil, aceptarlo mucho menos. Pero esta vez ganamos nosotras porque fuimos fuertes. Nos abrazamos y nos sostuvimos hasta el final”. Las palabras pertenecen a Ayelén Goldberg, una de las cuatro jugadoras de cestoball de Vélez Sarsfield que denunciaron a Ángel Martín Barattini Delgado por hacerse pasar por kinesiólogo y abusar sexualmente de ellas.
En diálogo con Feminacida, la abogada representante de las denunciantes y presidenta de Abofem Argentina, Melisa García, señaló este caso de “lucha y perseverancia” como un “caso modelo” para la Justicia, donde los derechos de las víctimas fueron respetados en todas las instancias.
Según datos de Amnistía Internacional publicados en 2022, solo el 15,5% de denuncias por delitos contra la integridad sexual llega a sentencias condenatorias en Argentina. Las deportistas realizaron la denuncia en 2022 ante la Unidad Fiscal Especializada en Violencia contra las Mujeres (UFEM) y este 15 de marzo lograron la sentencia a Delgado por abuso sexual reiterado con acceso carnal y usurpación de títulos, dictada por el Tribunal Oral en lo Criminal Correccional N°9 de la Capital Federal.
Al igual que Goldberg, Candela Thim, Ailén Dobarro y Morena Tojo sufrieron prácticas abusivas con la excusa de poder masajear los abductores o alguna zona específica del cuerpo, dado a que las deportistas tenían dolores corporales frecuentes por su actividad. La Justicia pudo comprobar que estos hechos ocurrieron entre noviembre de 2017 y diciembre de 2018, cuando las víctimas tenían entre 16 y 27 años de edad.
Según relató la abogada, las denunciantes llegaron al falso kinesiólogo por recomendación de “gente del club”, ya que a él asistían deportistas también de handball o fútbol. Si bien el hombre “tenía un curso de masajista”, en algunas oportunidades se presentaba también como kinesiólogo, a pesar de no tener título o acreditación que lo comprobara.
Delgado optaba, a veces, por no cobrarles, “hacerse el amigo” y generar así un vínculo de confianza que le permitiera luego “perpetrar los abusos”. Incluso, estos hechos no siempre sucedían de manera permanente según cuenta la presidenta de Abofem: “Él oscilaba en sus actos, en algunos momentos lo hacía y en otros no, generando un gran grado de confusión y manipulación con ellas”.
Denunciar el abuso
Tras la pública denuncia de la actriz Thelma Fardín al actor Juan Darthés por abuso sexual en el 2018, las denuncias por este delito y otros tipos de violencia de género aumentaron un 1240%. Este “efecto Fardín” que promueve la comunicación de este tipo de vivencias violentas por parte de las víctimas se dio también en este caso.
“La denuncia la radicamos con dos de ellas en agosto de 2022. Luego, las demás fueron citadas como testigos por ser parte del mismo grupo y, al escuchar el relato de sus compañeras, se dieron cuenta algunas de que ellas también habían sido abusadas y se convirtieron también en denunciantes”, contó la letrada.
La importancia de sentirse acompañada y escuchada parece ser un componente clave para que las víctimas de este tipo de delito decidan hablar. “Sentí que no estaba sola”, contó, por su parte, Candela Thim. Y agregó: “Puedo ver que todo el agotamiento que me generó exponerme a semejante proceso judicial valió la pena. Casi sin poder creerlo, la justicia falló a favor de las mujeres, y este hecho es importantísimo para todas”.
También Dobarro expuso estar “profundamente agradecida” por formar parte de “un bloque fuerte de cuatro mujeres que se acompaña desde el minuto cero”, aunque “sean muchas más”.
Es que la empatía para cuidarse unas a otras fue otro motivo para radicar la denuncia. Al respecto, Melisa García mencionó que ellas decidieron hacer la denuncia porque tenían “un temor terrible de que otras chicas vivieran lo mismo que ellas, dado a que todo el plantel de cestoball y otras disciplinas iban a hacerse masajes y atenderse con este supuesto kinesiólogo”. Por eso “ellas decidieron alzar su voz para que ninguna otra mujer viviera algo similar”.
“Yo siento cierta tranquilidad de que esto haya terminado no solo para nosotras, sino que nadie tenga que vivir lo que nosotras vivimos con él”, aportó, por su lado, Morena Barboza, al tiempo que aclaró: “Esto no impide que estas cosas sigan sucediendo porque en la sociedad en la que vivimos, lamentablemente, nos encontramos en situaciones de vulnerabilidad de las que algunos varones se aprovechan”.
Por su parte, Ailén Dobarro comentó: “Esto lo hice también con el fin de que nadie más sufra la manipulación y el abuso de esta persona. Para ayudar a todas las que, como yo, se vieron enredadas en sus manos. Sé que su condena no va a borrar o sanar lo vivido, pero sí me da la calma de saber que desde ahí ya no puede hacerle nada a nadie”.
Asimismo, las denunciantes hicieron hincapié en la necesidad de “concientizar” y de utilizar el dolor para sanar en comunidad.
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Un proceso justo
En sumatoria a la baja tasa de condena a los delitos que atentan contra la integridad física y sexual, los procesos judiciales tienden a ser cuesta arriba para sus denunciantes, lo cual desalienta que mujeres y diversidades denuncien.
Las denunciantes y su representante legal coinciden en que, en este caso, el proceso judicial fue justo y respetuoso con ellas, aunque se lamentan que deban destacar este aspecto ya que “esto no debería ser la excepción, sino la regla”.
La UFEM investigó el caso a través de allanamientos, audiencias y toma de testimonios, mientras que el entonces imputado mantenía prisión preventiva no sólo para que no pudiera entorpecer el período de producción de prueba, sino para resguardar la seguridad de las mujeres, dado a que el consultorio del hombre se encontraba frente al club.
“Yo las acompañé desde que nos instauramos como querellantes en la causa y debo decir que el proceso judicial fue muy respetuoso. Desde el inicio, las chicas fueron muy cuidadas: tuvieron botón antipánico, no se cruzaron con su agresor y se hizo un monitoreo sobre todo el proceso para que ellas estuvieran seguras”, detalló García.
La abogada resaltó también el rol de la fiscalía y tribunal intervinientes por no haber revictimizado a las denunciantes, permitirles libertad de expresión y haber contemplado “como algo significativo” que algunas de las jóvenes se hayan reconocido también como víctimas de Delgado durante el transcurso de este proceso penal.
Sin perder de vista que una de las víctimas era menor de edad, este caso visibiliza las violencias sexuales hacia las mujeres deportistas que, incluso siendo mayores de edad, pueden caer en redes de manipulación y agresiones por motivos de género.
Cultura de la violación
El fallo judicial del mencionado tribunal señaló al respecto que es prioritario considerar las circunstancias en las que se produce el abuso, por ejemplo, “la construcción de autoridad desde el prestigio que otorgan ciertas vinculaciones deportivas”; “la seducción desde un lugar adulto, rodeando a las adolescentes y jóvenes mujeres de un espacio de confianza en el que muchas de ellas lo señalaron ‘como un padre’”.
Esta sentencia con perspectiva de género destacó también que los abusos se dan enmarcados en “la promesa de un entrenamiento de excelencia que las prepare para competir” y la “expectativa de éxito o alabanza deportiva”, además de la “permanente exposición de conocimientos supuestos que convence a las damnificadas de que requieren tratamientos o prácticas específicas”, entre otros artilugios de manipulación.
“Las mujeres somos víctimas de la socio-cultura en la que crecemos; siempre sintiéndonos culpables ‘porque nos miran’, ‘porque nos manosean’, ‘porque nos acosan’… ‘¿Habré sido yo la que lo provocó? ¿Habré sido yo la que le dio a entender que sí cuando decía que no?’. Pero juntas fuimos para adelante y supimos bancar cada traba que se presentó”, reflexionó Goldberg. Mientras que su compañera, Candela Thim, completó: “Más allá de que nada ni nadie va a borrar de mí todas las consecuencias emocionales, físicas y psicológicas, hoy puedo respirar un poco más de paz, de liberación”.
Si sos víctima de violencia de género, llamá a la línea 145 para asesoramiento o denuncia, de manera anónima y gratuita, todos los días.