El silencio de los hombres es el documental de la directora Lucía Lubarsky, un proyecto que ha variado en sus posibles guiones y protagonistas, hasta que ella y su equipo de productoras hallaron el rumbo y comenzaron a cuestionarse sobre el rol de los varones en la sociedad, sus placeres, vivencias y sentires en este contexto donde el feminismo nos permitió organizarnos, juntarnos y realizarnos un montón de preguntas.
¿Ellos tienen espacios para dialogar sin temor a lo que otres piensen? ¿Cómo son sus vínculos con otros varones? ¿Y con las mujeres? ¿Se avergüenzan si no encajan en el estereotipo de masculinidad hegemónica? ¿Hay comportamientos que les interesa revisar? ¿A quiénes recurren? ¿Cuáles son sus placeres?
Esta película, que contiene miles de películas, recorre lo enseñado en diferentes ámbitos de su vida y lo aprehendido por los protagonistas, replanteando los juegos, los mandatos, sus vínculos con su cuerpo y con les otres, tanto sexoafectivamente como con sus amistades y familiares.
“Queremos contar historias de personas que estén atravesadas por la identidad masculina en constante construcción y que fueran sus pequeños relatos. No queríamos hacer una película para hablar con aliades o que se quede en la teorización de la temática sino que queremos que la vean nuestros tíos, padres y hermanos que quizás nunca se habían cuestionado sus prácticas. Observamos que la película funciona como una caja de resonancia porque reverbera en cuanto comentamos de que se trata”, dice la directora.
Lucía Lubarsky plantea interrogantes con su voz en off a los protagonistas, que van desde los juegos de la infancia o los rituales y recorridos de sus adolescencias hasta sus miedos, vulnerabilidades y frustraciones. Todo planteado desde una mirada reflexiva, alejada del punitivismo y el prejuicio, a través de una escucha abierta y activa que permite generar un entorno seguro y cuidado para los entrevistados.
“Es una invitación escorpiana”, concuerdan Gabriela González Fuentes, productora general de Motoneta Cine que acompaña el proyecto desde sus inicios, y Silvina Morvillo, productora periodística, con quien recolectaron cantidades exorbitantes de material en torno a la temática.
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“Había algo revulsivo en las preguntas que llegaban a un lugar de cierto hueso, donde nos preguntábamos cuándo apagar la cámara o extender un abrazo, si el entrevistado lo necesitaba. Habla de una intimidad y un proceso construido con compromiso, respeto y escucha profunda. Pero el camino es doloroso e implica un duelo con eso que fueron, para replantearse quienes quieren ser hoy”, cuenta Lucía, quien decidió sumergirse en su propia historia familiar e invita a participar a su hermano Valentín y su padre, Marcelo que han llegado a tener diálogos que nunca se hubieran imaginado concretar sin los interrogantes que plantea como directora, pero también desde su rol de hermana e hija.
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La introspección y búsqueda creativa para el documental le permitieron descubrir ciertos mecanismos de la dinámica familiar, dónde las responsabilidades y las mochilas resultaban diferentes para su hermana, para ella y para su hermano y que permanecían implícitas hasta este momento.
Realizaron dos jornadas de entrevistas a más de veinte varones de 8 a 70 años, de distintos orígenes, estratos socioculturales y recorridos. Gabriela recuerda que los varones convocados mostraron complicidad y deseo de participar dispuestos a mostrar sus emociones y “bajar la guardia”, aunque no todos comprendían el por qué de las preguntas o las consignas. “Es una invitación a las vulnerabilidades que permiten construir puentes desde la mirada amorosa de Lucía”, expresa Gabriela.
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Cabe destacar que este proceso comenzó hace más de tres años junto con la productora Motoneta Cine. En octubre de 2020 fue seleccionada por el INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Visuales). Luego, Lucía realizó un taller de Género en la DAC (Directores Argentinos Cinematográficos) y, a partir de allí , decidió agregar el componente más personal y familiar.
Otra de las reflexiones que surgen a partir del armado del documental es cómo combatir ese silencio opresivo que enfrentan los varones, que genera soledad e incertidumbre. ¿Con qué referentes cuentan para apoyarse ante una duda sobre su identidad masculina? ¿Se contienen con otres amigues? Lucía considera que las identidades feminizadas, aunque tengamos que atravesar otras soledades y opresiones, tenemos más habilitada la palabra y podemos encontrarnos con otras mujeres, en otros espacios y charlar de lo que nos pasa: “Si estamos rotas, podemos decir 'vení que yo estoy tan rota como vos', y contenernos desde otro lado. En cambio, se observa que dicho encuentro entre varones sigue manifestando una cierta dificultad a la hora de realizar con sus pares preguntas o pedir contención”.
Con tenacidad amorosa, capacidad poética, archivos de videos cargados de historia y agudeza en el registro fotográfico, las palabras brotan, los silencios ensordecen y las emociones confluyen en esta pieza artística que esperamos ver pronto en salas de cine y plataformas digitales.