Allá por 1967 en Harlem, New York, Crystal LaBeija, una mujer trans y afroamericana, denunció el racismo en los concursos de belleza drag queen. Y fue ella la que organizó el primer Ball exclusivo para personas negras y LGBTIQ+.
Batallas de danza y expresiones artísticas diversas, nuevos modos de afecto tejidos en comunidad: sus categorías y sus códigos. ¿Qué sabemos de esta cultura en creciente expansión en Argentina? Una columna de Feminacida para Mujeres… ¡de acá!, programa emitido por Radio Nacional.
La cultura ball es la expresión de una comunidad, pero también se desarrolla en eventos donde distintas identidades desfilan, bailan, realizan performances y compiten. La experiencia fue expandiéndose en todo el mundo, incluso en nuestro país. Podríamos situar su comienzo en 2017 o 2018. Va adaptándose de acuerdo a cada territorialidad. Cada lugar lo hace a su manera y con sus particularidades.
En esta cultura hay casas o “houses” con diferentes integrantes. ¿Qué significa? Así como suena: es un espacio de contención.
Brensi es integrante de la House of Raksha. Sobre esta experiencia cuenta que la cultura ballroom no es simplemente un show. Aunque se generen espacios lindos de ver es mucho más que una competencia para ganar un premio. Sin embargo, también celebran que la gente quiera ir a compartir y ver de qué se trata. “La experiencia puede ser diversa. Hay veces donde podés pasarla re mal, podés sufrir, te puede dar ansiedad y hay veces, como es un espacio de contención y celebración, capaz estás probando cosas o haciendo algo y sos celebrade, y es muy lindo, hermoso y diverso”, relata.
Brensi detalla, además, que en estas disciplinas importan mucho los roles y las categorías. Están los MC o maestre de ceremonia, quienes toman el rol de conducción del evento. Les chanters, o personas que “riman” junto a quienes compiten. Y un jurado calificado que evalúa el desempeño en cada categoría. “Como espectadore siempre se pide la situación de respeto, entender que en todas las categorías en las que se compite tienen técnica, entrenamiento, reglas. Eso es particular de cada escena y cómo se transita cada cosa”, completa Brensi.
Mucho más que una competencia queer
Liberación, empoderamiento, contención emocional, familia, lazos y resistencia. Tati o Tatianísima 007 es une integrante que participa del Ballroom sin una casa. También llevan este nombre quienes asisten recientemente a estos eventos. Insiste con que una cosa es la competencia, y otra muy distinta es lo que se genera entre quienes habitan los ballrooms. Es un espacio que abre las puertas a muchas identidades: a personas marronas, de barrios populares, a personas queer expulsadas de sus hogares.
Tati hace énfasis en lo que significa pertenecer a esta comunidad: “Hay una parte que estudiamos como técnicas. Por ejemplo, categorías bailadas como podrían ser los tres estilos del ball: all way, vox fem o new way. También categorías caminadas como face, runway. Pero más allá de esto están las personas. Creo que lo que compone al Ballroom son las personas y las vivencias de cada una de ellas”. Y agrega: “Hoy en dia hay un poco de todo, hay personas en silla de ruedas, hay, sobre todo, personas trans, incluso hay mujeres cis heterosexuales. Hay una gran diversidad y eso nos hace ser riques en debates, en diálogos, nos abre a repensar las cosas”.
La cultura ball se instaló con casas y personas referentes en Buenos Aires, pero se expandió a Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán, Santiago del Estero, y algunas provincias del sur.
Para conocer más sobre la cultura ballroom, el documental Paris is Burning es un buen punto de partida para saber cómo, dónde y cuándo surgió. También la película de Jennie Livingston de 1990, filmada durante varios años a fines de los ‘80, acompaña a una serie de personajes disidentes del underground neoyorkino: gays latinos y afromaericanos, personas de la comunidad trans, cuerpos disidentes y no binaerios.
Además, el Centro Cultural Haroldo Conti, desde 2021 en el marco del Día Mundial de Respuesta al VIH-SIDA, presenta el Kiki Ball «PositHIVo» 2.0, una jornada de ballroom y activismo sobre VIH con talleres y distintas presentaciones.