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El Maitén: un ex pastor evangélico condenado por abuso sigue en libertad

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Un ex pastor evangélico condenado a 14 años de cárcel por abuso sexual en la localidad chubutense de El Maitén continúa en libertad, lo que pone en el centro de la escena al Poder Judicial en medio del debate por la incorporación de la paridad de género en el Superior Tribunal de Justicia (STJ) de Chubut, del cual depende la revisión y efectiva aplicación de la condena. Para la diputada provincial Mónica Saso, la paridad representa una “reparación histórica” en la provincia donde nunca una mujer ocupó una banca en el STJ.

Una niña con miedo. Una mujer con miedo. Una madre con miedo de cruzar al violador en la plaza de un pueblo chico, en el que todos y todas se conocen. En El Maitén, un pastor evangélico abusa sexualmente de su hijastra y de la prima de ella en nombre de Dios, y es condenado 20 años después. ¿Qué lugar ocupa el Poder Judicial en este entramado de violencias? ¿Qué significa este pedir justicia?

Esta historia podría comenzar con una presentación judicial allá por el 2017, en la que una de las mujeres sobrevivientes denunció por abuso sexual a Samuel Josué Figueroa, el pastor de una reconocida y muy concurrida iglesia evangélica de El Maitén.

En agosto de este año, el Tribunal Colegiado lo encontró culpable y fue condenado a 14 años de prisión por el delito de “abuso sexual con acceso carnal agravado” por haberse aprovechado la convivencia con una de sus víctimas: hay más denunciantes cuyas causas prescribieron y no lograron avanzar, aunque fueron recuperadas como testigos fundamentales para el veredicto. En el fallo, el mismo tribunal también le dio 10 días para que acomode “aspectos de su vida personal” antes de ser detenido.  

Pese a la condena, el agresor continúa libre debido a un artículo del Código Procesal Penal de Chubut que determina que toda pena mayor a 10 años “el tribunal que la hubiera fijado elevará los autos al Superior Tribunal de Justicia”. Es decir, que para que sea efectiva debe ser revisada por el STJ.

Esta situación movilizó a las agrupaciones feministas, pero también a otros y otras integrantes de la comunidad, que realizaron dos marchas bajo la consigna “Basta de violadores libres. Cárcel ya a Samuel Figueroa”.

“Hubo manifestaciones públicas autoconvocadas por los vecinos y vecinas de la comunidad, que expresaron su repudio a que esta persona permanezca más tiempo en nuestra localidad”, cuenta Aymará, integrante de la colectiva Ni Una Menos de El Maitén, quien además destaca la gran participación de jóvenes en las marchas.

Desde la organización denuncian que ahora, luego de las movilizaciones, Samuel Figueroa viajó a Rawson y sigue circulando por la provincia “apañado por determinados poderes o personajes con poder”.

Una reparación histórica

El Superior Tribunal de Justicia chubutense, el organismo que debe revisar la condena que pesa sobre Samuel Figueroa, ha demostrado sendos avances en materia de género con capacitaciones permanentes sobre el tema, aunque mantiene una enorme deuda con la democracia: nunca una mujer en la historia de la provincia integró este tribunal.

La diputada provincial por el Frente de Todos, Mónica Saso, presentó un proyecto de ley para establecer la paridad de género en el STJ con la colaboración de la senadora nacional, Nancy González, de la Asociación de Mujeres Juezas de la Argentina y organizaciones sociales, que espera un pronto tratamiento en la Legislatura.  

“En toda la historia institucional de nuestra provincia, ninguna mujer ha formado parte del STJ. Tenemos claramente allí una situación de discriminación para con las mujeres y esta sería una reparación histórica a la exclusión de la mujer en los máximos cargos”, reclama la diputada en diálogo con este medio.

Este proyecto, además, cuenta con una cláusula extraordinaria para que las próximas tres candidatas a ocupar cargos en el STJ sean mujeres, dado que, de los seis lugares que integran el organismo, sólo dos miembros se encuentran activos.

La espiral de violencias que el patriarcado ejerce sobre las mujeres se da en todas las esferas de la vida social y van, algunas más visibles que otras, entretejiendo la red del poder patriarcal.

El Poder Judicial no está exento de esta situación y así lo expresa el informe elaborado por Oficina de Mujeres del Superior Tribunal. Según este estudio, el 58 por ciento de las personas que componen los poderes judiciales en Argentina son mujeres, pero al analizar la participación femenina en altos cargos (juezas, camaristas o ministras), el porcentaje desciende al 43 por ciento.  

“Los números en la justicia son alarmantes. Hay mayoritariamente mujeres en los cargos más bajos y a medida que subimos a cargos más relevantes hay en su mayoría varones. Estamos frente a un desafío que es incorporar un número mayor de mujeres en los puestos de decisión”, señala Mónica Saso.

La justicia en encrucijada

El Poder Judicial es uno de los lugares donde las lógicas patriarcales continúan enquistadas, aunque poco a poco el movimiento feminista ha logrado incorporar pequeños cambios que van hacia una transformación más grande.

Al respecto, la autora del proyecto por la paridad de género en el STJ reflexiona: “Vivimos en una sociedad patriarcal y ese patriarcado tiene distintas expresiones. Obviamente, una de las más trágicas para nuestras sociedades, son las que se ven a través de los poderes del Estado. Se ha avanzado muchísimo con leyes de paridad en las listas de candidatos y candidatas a cargos selectivos, pero en el Poder Judicial se llega por concurso y se trata de cargos vitalicios. Es el poder que está menos democratizado de los tres que componen la República. Es, por lo tanto, uno de los más patriarcales en cuanto a su composición”.

Por eso, resalta que “es fundamental que las decisiones judiciales incorporen la perspectiva de género, de manera que los derechos de igualdad se hagan efectivos en los diversos ámbitos de la vida de las personas”.

Para Aymará, la búsqueda de Justicia a través del Poder Judicial es una “posibilidad de fortalecerse y reivindicar la voz: poder contar la historia de una”. Aunque sea difícil ya que, “tiene un lenguaje que es muy encriptado y de relaciones de poder que son clasistas, patriarcales y raciales”, lo que vuelve “muy complejo acceder a la justicia a través del Poder Judicial”.

La construcción del camino hacia una justicia con perspectiva de género, que traiga algo de alivio a las víctimas de la violencia patriarcal, continúa en forma de lucha colectiva. “Las propias personas que han pasado por eso, hablan de los procesos a transitar como caminos de lucha”, analiza la integrante de Ni Una Menos.

– Este artículo fue producido en el marco del Taller de Periodismo Feminista de Feminacida –


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