Por Proyecto Marea Roja
¿Si pudieses narrar tu vida mediante un género, cuál elegirías? ¿Qué forma adoptarían los personajes que te rodean? ¿Qué paleta de colores usarías? En El golpe de la cucaracha, Cecilia “Gato” Fernández imprime su sello de ilustradora y tiñe su vida de realismo mágico para nombrar los abusos sufridos durante su infancia. Un libro que, en palabras de la autora: “hizo de zanahoria para salir adelante”.
“Es muy fuerte y a la vez muy empoderante tener esa etapa de víctima entre dos tapas” dice Gato Fernández, en diálogo directo con Proyecto Marea Roja.
Lo primero que se encuentra al introducirse en la lectura de esta novela gráfica es la explicación del título. Le coup de cafard es una expresión de procedencia francesa que significa tener una depresión profunda. Su traducción literal es “el golpe de la cucaracha”.
“La depresión forma parte de mi vida y además de esto, las cucarachas son mi fobia, y en una psicología bastante básica, las fobias son la representación del padre” expresa la historietista, y agrega: “Este es un libro que pensé hace 10 años y que me llevó 3 años poder concretarlo, pasó por mil formas, pero de alguna manera cuando hice la denuncia penal, todas las ideas cayeron muy ordenadas”.
Cómo narrar la violencia intrafamiliar
Esta es la historia de Lucía, una niña de unos 4 años de edad, que vive en un departamento de Buenos Aires, junto a su hermano 4 años mayor -Fede-, su madre, su abuela y su progenitor. De buenas a primeras, Lucía se nos presenta como una niña alegre con mucha imaginación, pero al mismo tiempo nos advierte, que en la casa hay fantasmas que solo ella puede ver, pero nunca puede atrapar, aunque no descarta hacerlo algún día.
La historia será narrada desde la perspectiva de Lucía. “Quería plasmarlo de la manera más intimista posible” señala Gato. Ella habilitará la entrada a su mundo de fantasías y juegos. El libro pone de manifiesto pasajes muy luminosos de la niñez, y cómo sus pensamientos se materializan en distintos personajes que adquieren un rol clave en su desarrollo. Asimismo, muestra cómo sus miedos se encarnan en cucarachas y demonios que rodean a su progenitor.
Es muy valioso destacar cómo su obra nos invita a añorar una infancia atravesada por juegos y lejos de las nuevas tecnologías, en contrapunto con un contexto de violencia intrafamiliar naturalizado por les niñes de la casa. Lo más importante para Gato fue no caer en el lado morboso y explícito, sino ir por el lado del realismo mágico y explotar el recurso de la metáfora. “Dar a conocer las señales del abuso en una nena, los juegos, el rechazo al abrazo, el miedo terrible al progenitor, la niña adulta. Dar todas esas señales, en las que les lectores empiecen a pensar: acá hay cosas que no cierran y claramente tienen que ver con el padre”.
Este es el primer libro de cuatro. A mitad de este año, la autora empezará con el segundo y ya adelanta que Lucía va a crecer, así como también muchas cosas que suceden en el primero, van a seguir en el segundo, en el tercero y el cuarto.
“El momento del abuso es terrible, pero una vez que sobrevivís, te convertís en sobreviviente. Lucía es una nena y tiene pocas herramientas para defenderse, una de ellas es la imaginación. Aparecen esos juegos con su hermano en los que ella es una guerrera y matan demonios juntos, esa fantasía es una manera de lucha, de resistencia”, explica Fernández.
La historietista sostiene que, además, su lucha será llevar el libro a las escuelas, como una herramienta que permita trabajar la ESI en las aulas, como un sostén para aquellas infancias que pasan o pasaron por una situación similar.
“A mí el libro me hubiese ayudado mucho y creo que podría ayudar a otres chiques. De hecho, es una lectura muy adecuada para secundaria y estoy viendo cómo llevar adelante ese camino para que eso suceda”. En ese sentido, según un estudio del Ministerio Público Tutelar (MPT) de la ciudad de Buenos Aires, ocho de cada diez niñxs víctimas de violencia, maltrato o abusos tienen como victimarios a sus propios familiares o conocidos de ellxs.
Gato remarca: “Los casos de abuso intrafamiliar son los que más se descartan, los que más se encajonan, los que más se tratan de tapar. De hecho, yo hice mi denuncia penal y enseguida se sobreseyó”. No obstante, es sumamente meritorio y sanador haber podido echar luz sobre una etapa tan dolorosa y convertirla en una obra que no pretenda cerrar una herida, sino más bien visibilizarla. “Puedo decir que el libro es una denuncia también. Es una denuncia, que ninguna fiscalía puede cerrar y nadie podrá decirme ‘esto no fue así’. Siento que hice todo lo que une adulte tendría que haber hecho por mí. Siento que tengo la responsabilidad como autora de contar mi verdad y darla a conocer”, señala Fernández.
El golpe de la cucaracha se consagró como la obra ganadora del premio regional del Fondo Nacional de las Artes en el año 2020, en la reciente categoría novela gráfica, impulsada desde el año pasado por la nueva directora Mariana Enríquez. El libro también va a publicarse en Francia, Italia y España y va a poder adquirirse en Argentina a partir de las primeras semanas de marzo e irá acompañado de un fanzine denominado: Sobreviviente.
Sobre la autora
Cecilia Gato Fernández es militante transfeminista, y ha colaborado en revistas como la Fierro o Clítoris. Este año continuará trabajando en la segunda entrega de El golpe de la cucaracha y en una nueva novela gráfica llamada Las leyes de la termodinámica para alivianar el estrés que conlleva la primer historia.