Somos un montón y estamos organizadas
El miedo va cambiando
cuando andamos en manada
Va cambiando de bando
ya no bancamos giladas
Se caen las caretas si sos macho
anda a otra plaza
La poesía y fantasía del murgón
Le dicen al Estado que son puro cuento,
Que serán recordados como lo peor
Y la alegría siempre del pueblo
La voz disidente ya no callará
Mejor incomodate y mata a tu macho
Cachengue y Sudor hoy viene a criticar
Contra la injusticia del gobierno de fachos
oooooooh nuestros sueños quieren reprimir
ooooooooh murga para resistir
(...)
La rabia no se oculta,
en la calle estamos juntas.
La rabia no se oculta
explota en cada rumba
Extracto Crítica 2019 Cachengue y Sudor. Murga de Arpillera
Tiembla la tierra cada vez que llega febrero. La sien de lxs pobres late en un grito ensordecedor de alegría y de historia. El carnaval es una patada del pueblo al empedrado en el regocijo de la propia rabia. Tres saltos adentro de los barrios contra la miseria planificada. Los bombos suenan sobre los hombros gastados de los trabajadores y las trabajadoras que, con las manos aún sangradas, toman el maso como defendiendo la trinchera. Los pibes y las pibas transpiran con la fuerza del tercer cordón. La calle arde como las venas, como arde la denuncia que hoy baila aunque les duela la mandíbula de apretar los dientes. El carnaval es del pueblo, es lucha rebelde y la alegría popular. Aquí no habrá contradicción.
Las banderas del goce
Si hablamos de lo popular, hablamos de las pibas disputando los espacios relegados. Toman las bombas, las banderas del goce y asumen el protagonismo que las convoca en manada. Gritan que el carnaval es libre de violencias. Ellas son, como fueron siempre, parte fundamental del pueblo y la resistencia. Son marea y fuerza histórica. Patean por las que no están, las obligadas a parir, las desaparecidas por el Estado, las violentadas, las pobres, les trans, travestis y todes les disidentes. Bailan contra la opresión que es de género y clase. Ahí están todos nuestros nombres.
Las pibas amasan feminismos con los talones de los pies. Marcan el paso con cada golpe al parche. Le gritan al poder que acá están y que son identidad política. Le hablan al macho progre y también al aliado de las propias filas. Denuncian que el carnaval no está a la venta, que a las pibas se las respeta y no se las violenta. La revolución del deseo se abre paso en ellas.
La orga murguera
Las murgueras se organizan y escupen glitter con palabras. Toman los instrumentos como armas para la batalla. No se callan más. Se acompañan. El 8 paran y toman la calle con otras y otres. Cada noche que se escucha el sonido del platillo, se erizan algunas almas al grito seguido de: "Murgueras, feministas, organizadas".
Ellas denuncian y discuten las formas y los discursos hegemónicos que son parte invisible, pero palpable también de la cultura y los espacios progresistas. Abren paso a la deconstruccion de los lugares inamovibles. Hace algunos años, las pibas que tocaban los bombos eran muy pocas porque no en todos los espacios, incluso los autoproclamados horizontales, la voz de las compañeras valía lo mismo que la de los compañeros, históricos referentes.
Lo tienen que entender. Ya no cabe ser discutidor del proyecto económico del neoliberalismo y reivindicar a lxs desaparecidxs o putear a la yuta, si en la cotidianidad destratan a una compañera, la silencian, o no comprenden que No significa no. El cuerpo de cada cual es territorio ajeno y nadie tiene derecho sobre él.
Las pibas saben de pensamiento colectivo y de tejer redes. También que la revolución que reivindicamos hace tantos años será feminista o no será.
Los banderines y las luces hoy se imprimen entrelazados con el verde y el violeta. No hay vuelta atrás. La libertad del carnaval es y será bandera feminista.
"Besar un mundo donde quepan muchos mundos, repetiremos. Para que resuene en la memoria de la fiesta popular".
Fotos: Paula Gisela Perez