Tras anunciar la re-grabación de El Amor después del Amor, Fito Páez cerró el 2022 con una gira por el 30° aniversario del disco. Pero el conjunto de shows que lo acompañó hasta este mismo mes no vino solo: también llegó la serie que lleva su nombre. Se trata de una biopic de Netflix y Mandarina Contenidos que atraviesa las primeras tres décadas de vida de Páez, contemplando los aciertos, las sorpresas y los dolores atravesados en el camino del músico hacia convertirse en un artista de renombre.
Es abril, pero de 1993, y hay que salir a escena. Fito entra en trance y se guarda unos minutos en su camarín antes de pisar el escenario. Pensativo, zambullido en un estado de emoción y cuasi meditación. Así comienza la serie de ocho capítulos que retratan su paso a convertirse en el músico con uno de los discos más vendidos del rock nacional.
La narrativa encuentra a su personaje principal atravesado por la introspección, los flashbacks a su niñez y la influencia de un hogar colmado de música. Su mamá fallece a los pocos meses de vida, pero nunca deja de estar presente a través de las voces que la recuerdan y del carácter que forja su hijo a medida que crece. En sus comienzos se ve a un Fito que no se priva de la autocrítica de sus aptitudes musicales, con un perfeccionismo que se trasladará a la grabación de su primer disco.
Cuenta por completo con la compañía de su padre: un hombre recto, posado en las instituciones y temeroso del contexto político -como lo podía ser cualquier padre de adolescente argentino en los 70- pero sin dejar de mostrarse preocupado y comprensivo con los anhelos de su hijo, pese a diferencias como “¿profesión o hobby?”.
Más que musas, madres y compañeras
Las mujeres tienen una presencia fuerte en la vida de Páez y su producción audiovisual lo retrata fielmente. Mientras su mamá vive en el recuerdo como el origen del amor al piano y la vocación, su abuela y su tía son el brazo materno que da apoyo en el día a día.
En cuanto a sus amores, la relación con Fabiana Cantilo tiene unos primeros chispazos adolescentes que se entrecruzan con sus aspiraciones profesionales: bloqueos artísticos, reproches por ausencias, ganas de hacer más. A pesar de ciertos vaivenes, la conexión entre ambos se mantiene intacta a lo largo de todo el relato desde el apoyo, el compañerismo y el cuidado mutuo. En tanto, con Cecilia Roth se cruzará en un estadío de su vida mejor posicionado, siendo ambos figuras con peso en sus respectivos mundos artísticos.
Históricamente, preguntarse por la presencia femenina en el rock en parte ha estado asociado al lugar adjudicado a las mujeres como “inspiración” para las voces masculinas (consideradas) oficiales y autorizadas. La musa inspiradora es un elemento pasivo, casi despojado de materialidad, incluso tratándose de activas participantes de la cultura rock -como es el caso de Cantilo.
Sin quitarle a cada personaje el lugar que ocupa en el relato, se abordan sus inquietudes y caminos conservando su humanidad. Si bien el período de tiempo abarcado en la ficción es limitado -lo que le da más presencia a algunos personajes por sobre otros, como es más el caso de Cantilo que el Roth- se puede afirmar que ambas, más que musas, son mujeres profesionales retratadas desde una fortaleza que nutre sin caer en maternizar.
Un triple femicidio y el después
La serie aborda el asesinato de sus abuelas, patas fundamentales de cuidado del niño, con planos claros de los hechos, sin caer en morbosidades, y la cuestión corrupta del asesino que se vuelve policía al poco tiempo del crimen. También fue asesinada la joven que hacía las tareas del hogar: tenía 33 años y estaba embarazada. Este delito sería un golpe bisagra en la vida del protagonista, que deriva en largas agonías, problemas para dormir y consumo de pastillas para amortiguar el trauma. Se ve a un Fito acompañado pero vulnerable, que lo obliga a repensarse a través de las inconsistencias de la vida.
¿Cómo se juega la vida profesional con la íntima? Esta es una pregunta que cabe en el guión de esta producción, donde se ven confrontados las presiones discográficas y de contratos para seguir produciendo hits, con la necesidad de atravesar momentos difíciles, como previamente había sucedido con la muerte de su padre.
Con una musicalización que logra hacer honor al rock nacional y caracterizaciones enormes, la pieza refleja a Fito como un camaleón de experiencias difíciles que sale a flote de forma musical y humanamente impecable.