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Djamila Ribeiro: "¿Qué estás haciendo para combatir el racismo?"

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Este mes se llevó a cabo una nueva edición de la Feria de Editores en el Complejo Art Media de Chacarita. El evento, con entrada libre al público, reunió a más de 300 editoriales de España, América Latina y nacionales.  Una de sus principales invitadas fue la feminista y académica brasileña, Djamila Ribeiro, quien presentó su libro “Pequeño Manual Antirracista” de Tinta Limón y Mandacaru Editorial. En dicha actividad, compartió sus reflexiones con la audiencia y planteó estrategias desde una perspectiva antirracista. 

Por Carmen Fernández Villa y Magalí Ostrovsky


En la actualidad, lamentablemente no es fortuito hablar de racismo. Hechos tales como el reciente asesinato de la líder de la comunidad negra, María Bernadette Pacifico (72 años), dan cuenta de la imperiosa necesidad de debatir estas temáticas y generar políticas públicas en pos de erradicar esta violencia histórica y estructural.

Djamila Ribeiro hoy en día cuenta con un amplio reconocimiento: es considerada por la BBC como una de las 100 mujeres más influyentes del mundo. Sin embargo, en más de una ocasión relata haber sido confundida en algún viaje de trabajo por una empleada de servicio o prostituta. Si bien la autora no pretende deslegitimar dichas ocupaciones, busca llamar a la reflexión sobre estos estereotipos hacia las personas negras, los cuales se ven manifiestos en distintos niveles de violencias, tales como las mencionadas “confusiones”, chistes de mal gusto, personajes televisivos ridiculizados, discriminación y, en una máxima expresión, crímenes de odio racial.

La activista brasileña, al ser consultada acerca de su toma de conciencia política como militante antirracista, evoca una frase de la investigadora Joice Berth que resume la realidad de miles de personas negras en el mundo: “No me descubrí negra, me acusaron de serlo”. Asimismo, expone su experiencia personal, ese primer contacto con el mundo exterior a través de la escuela, los apodos despectivos: “Ser la  diferente pasó a ser un defecto”.


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Ribeiro también alerta sobre la condescendencia presente en las actitudes de algunas personas blancas, quienes realmente están convencidas de no ser racistas, para lo que recurre a su experiencia universitaria y cuenta que un antiguo compañero se sorprendió muchísimo al ver que había sacado una mejor nota que él y que, incluso en otra ocasión, le propuso darle la parte más fácil de un trabajo “para ayudarla”.

Ahora bien, tras este breve recuento casi anecdótico de Djamila Ribeiro y sus coincidencias con las de otras personas afrodescendientes: ¿Cuáles son las propuestas que encontramos sobre esta temática en su amplio trabajo bibliográfico?



La activista plantea la importancia de comprender que el abordaje de este tema merece un debate estructural con perspectiva histórica, tomando la relación entre esclavitud y racismo, afirmando que “debe pensarse cómo este sistema viene beneficiando económicamente a  lo largo de la historia a la población blanca, mientras que la población negra, tratada como mercancía no tuvo acceso a derechos básicos ni distribución de la riqueza”. Subraya así que el racismo  perpetúa privilegios y que, para evitar naturalizar estas desigualdades, es necesario luchar por políticas públicas que promuevan una sociedad más equitativa.

En esta línea, una de las consecuencias actuales es, sin dudas, el hecho de que una persona negra no cuente con las mismas  oportunidades que una blanca para acceder a puestos laborales y educación de calidad. En este aspecto, Ribeiro es enfática al destacar que  la educación no se trata de capacidad, sino de oportunidad. Desde una perspectiva meritocrática, es crucial entender que las desigualdades no son simplemente una cuestión de esfuerzo individual, sino que están arraigadas en estructuras sociales y sistémicas.


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Este escenario está lejos de ser considerado una realidad inexorable para la autora, puesto que propone aprender del feminismo negro, poniendo en palabras las opresiones, afirmando que “no podemos luchar contra lo que no tiene nombre”. Además, destaca una distinción entre sufrimiento y opresión, la cual es crucial para comprender estos conceptos políticos y abordar de manera efectiva los problemas relacionados con la discriminación racial.

La autora nos convoca  a salir de nuestra individualidad, al complaciente “dedo señalador” que indica quién o qué actitudes son racistas e insta a combatir el mito de la democracia racial, el cual sostiene que en Brasil hubo una armonización entre los conflictos de blancos y negros, postulado que romantiza las violencias y anula la lucha de las comunidades negras. Nos invita a asumir una postura autocrítica, con la responsabilidad de transformar la sociedad  y preguntarnos: "¿Qué estás haciendo para combatir el racismo?"

Djamila Ribeiro nos propone cambiar el foco, planteando la lucha antirracista como una labor colectiva y, en ese sentido, su pequeño manual es más que elocuente. Podemos implementarlo cuestionándonos la cultura que consumimos, aprendiendo de autoras y autores negros que nos lleven a la reflexión sobre los privilegios de la blanquitud.


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