Diálogos Desobedientes es el newsletter de la Mónica Macha en Feminacida. Cada mes, la diputada conversa con diferentes especialistas y referentes de las luchas feministas. El newsletter es abierto y podes recibirlo simplemente dejando tu nombre y tu mail acá: https://bit.ly/3FU9dU8.
Foto de portada: Victoria Eger
Hace unos días sufrimos una brutal represión al pueblo mapuche y siete mujeres fueron detenidas. Ellas siguen presas y en plena huelga de hambre. Para hablar de este conflicto y reconocer que somos un territorio habitado por múltiples naciones indígenas, hablamos con la compañera Verónica Azpiroz Cleñan.
De origen mapuche, feminista, politóloga, miembro de la comunidad Epu Lafken (en Los Toldos), Vero es una referenta fuertísima, de convicciones claras y un trabajo incansable por los derechos colectivos. Es miembro del querido Tejido de Profesionales Indígenas en Argentina.
Hablamos de nacionalidades, de cuerpos, de ciudadanías y de cosmovisiones. Todo eso que necesitamos para vivir en igualdad y libertad.
Verónica: A mí me parece importante poder contextualizar en términos teóricos por qué nosotras hablamos del feminismo del arco iris o de un feminismo que se desacopla de las banderas tradicionales del feminismo hegemónico blanco. El feminismo apareció muy blanqueado y de a poco las voces de las mujeres de pueblos originarios fueron posicionándose. En el principio quizás cuestionando conceptos y después construyendo desde nuestras propias cosmovisiones: las categorías que podían explicar cómo se podría abordar, por ejemplo, la violencia de género o cómo se deberían diseñar políticas públicas para mujeres que venimos de matrices culturales preexistentes al Estado Argentino.
Si anclamos esta visión al conflicto que hay en Lafken Wigkul Mapu, cerca de Bariloche, podemos decir que es un conflicto colectivo: es el derecho territorial el que está vulnerado. Pero también hay derechos específicos de los pueblos originarios: a un juicio justo en su propia lengua (algunas son hablantes del mapuzungun), donde se reconozca como autoridad espiritual a la Machi (médica tradicional mapuche); permitirle tomar su propia medicina mientras está encarcelada; permitir hacer sus ceremonias dentro de la cárcel; tener su propia vestimenta. A las lamngen que trasladaron a Ezeiza les sacaron toda la platería, o sea, las despojaron de su propia identidad como mujeres mapuches. Y después se encuentran los derechos específicos de una mujer que estaba por parir, que es que dejaran entrar a una pvñeñelchefe (partera empírica mapuche) para que sea su “acompañante” cuando fue trasladada al hospital.
Mónica: A esto que vos decís, Vero, le agregaría el enfoque de derechos humanos occidental, que también implica que las compañeras fueron trasladadas a Ezeiza sin saber a donde estaban yendo, con lo cual todo ese proceso fue un padecimiento de terror y sin saber de qué las acusaban. Hay un quiebre en el tratamiento que reciben las compañeras en donde de algún modo vuelve a ponerse en cuestión ese contrato social que implica la democracia de 1983. Además las filmaron y las desnudaron. Cuando escuchamos a la derecha, a Milei, la situación es bien compleja, porque como la población mapuche no se considera Argentina entonces para la derecha ni siquiera entra en discusión, ni siquiera desde lo humano. Hay que exigir un posicionamiento político y claro de los distintos espacios porque creo que es un tema totalmente clave en nuestra historia, en nuestra cultura, en nuestra construcción política.
Verónica: Sí, tal cual. Además, en relación a lo que decís, nosotras hablamos de cuatro cuerpos: cuerpo físico, mental, emocional y el cuerpo ancestral. En términos de cuerpo, la derecha elige configurar el cuerpo mapuche como un cuerpo inexistente. Lo configuran negándolo. No se atreven a dar una discusión seria respecto a los derechos de cualquier ciudadano o ciudadana porque la nacionalidad Mapuche convive con la ciudadanía argentina. Son dos ejercicios de derecho, y uno es el derecho a la identidad nacional mapuche. A la nación mapuche la constituye el tener una lengua propia que es el mapuzungun, una religión que es el gijañmawün, usos y costumbres propios y además un territorio histórico: pwelmapu y gulumapu. Todo eso constituye una nación. Lo que hace el Estado argentino al anexar ese territorio saqueado del pueblo mapuche es constituir ciudadanía respecto al Estado. No hay por qué llevarse mal entre ciudadanía argentina y nacionalidad mapuche. Eso hay que ponerlo en el centro para correr a la derecha.
Mónica: ¿Podés contarnos de las experiencias de Ecuador y Bolivia en ese sentido?
Verónica: En Ecuador y en Bolivia están reconocidos dentro de las dos constituciones los derechos políticos a reconocerse parte de una nación preexistente al Estado Nacional. Eso se llamó neoconstitucionalismo latinoamericano. O sea, las constituciones fueron construidas en base al pensamiento colonial de Europa en América Latina. Eso se quiebra cuando Ecuador empieza a hablar de las nacionalidades indígenas y obviamente Linera y Evo lo toman con más fuerza política y lo ponen en discusión dentro de la sociedad boliviana y genera un proceso de participación en la reforma constitucional. Lo intentó Chile, pero no pudo. Pareciera que es teórica la discusión entre nacionalidad y ciudadanía, obviamente es un tema de ciencia política. Pero pudiéramos instalar ese debate y salirnos de si los mapuches son o no son argentinos, daríamos en el centro del debate, porque como ciudadanos somos todos argentinos y argentinas, lo que pasa es que tenemos una particularidad propia como ciudadanos argentinos/as , que es que tenemos derechos específicos: son los derechos colectivos.
Mónica: Todo esto que traes, Vero, es claramente una perspectiva transversal para todas las políticas públicas y creo que la convivencia de cosmovisiones que necesitamos es fundante de un nuevo tiempo. Te escuchaba y pensaba en “El malestar en la cultura” de Freud. Malestar de una cultura occidental y de hombres blancos, ¿no? Todo esto que siempre decimos en relación a nuestros análisis sobre el feminismo y el transfeminismo. Una cosmovisión distinta tiene un atravesamiento distinto a la hora de poder pensar nuestras identidades. La identidad es un concepto que siempre se está re discutiendo; en nuestra vida más singular y subjetiva todo el tiempo estamos repensando nuestra identidad. A veces con más conciencia, a veces menos pero siempre está en proceso de transformación. Y cuando esta construcción de identidad requiere de ese encuentro de saberes para poder poner en una misma sintonía, en una misma jerarquía las cosmovisiones distintas me parece que eso es previo inclusive a otros procesos identitarios. Es bien amplio el planteo de Vero, bien revolucionario y transformador. Y sumamente necesario para poder construir ese Estado Plurinacional desde todos los sentidos.
Aclaración: el grafemario con el cual se escribió este artículo es la lengua propia del pueblo mapuche: mapuzugun es el Ragileo Modificado.