El Dr. Alberto Cormillot, el famoso médico nutricionista, fue invitado ayer al programa La puta ama y, una vez más, despilfarró su gordoodio y misoginia en vivo. Además de hablar sobre lo que para él es una alimentación saludable y la “vida sana”, agregó: “Si sos una chica que pesa 120 o 130 kilos en la oficina, muy posiblemente tus compañeros, si te ponen la mano encima, te la ponen como un buen compañero. Ahora si vos bajás 30 o 40 kilos ya dejan de ponerte la mano encima como un buen compañero y te ponen la mano encima con otra intención, ¿no?”
Y a modo de cierre, remató: “Eso puede parecer una discriminación, pero es así”. En esta frase todo está mal: además de los mensajes de odio hacia los cuerpos diversos, está naturalizando el acoso por parte de los varones. De yapa, es un varón que habla y valida el deseo de una mujer. Y aún peor fue el silencio que se generó en todo el programa: absolutamente ningún panelista dijo nada.
¿Cómo nos afectan estos discursos? ¿Por qué los medios son responsables? ¿Qué implica la cultura de la delgadez en Argentina, siendo el segundo país con más trastornos de alimentación en el mundo? Este médico del mal arruinó varias generaciones, donde muches de nosotres pasamos por ALCO, su grupo para adelgazar, en dónde nos la pasábamos contando calorías, tomando gaseosa dietética para llenar nuestros estómagos y sintiendo culpa por el cuerpo que teníamos en ese momento.
Cormillot fue una de las primeras personas que instaló en la TV el concepto de “fuerza de voluntad” y de “sacrificio” a la hora de hablar de adelgazar como única forma posible de tener una vida plena y digna. No le alcanzó con salir al aire de vez en cuando, sino que también creó Cuestión de peso, un reality show dónde además de ridiculizar a las corporalidades gordas, fomentaba los estereotipos y estigmas discriminatorios: “Luisito se robó una milanesa”. ¿Se acuerdan? El Dr. Cormi no hizo más que hacer un espectáculo a través de la humillación de los cuerpos gordos. Y mientras tanto, su bolsillo crecía y crecía.
La cultura de la dieta
No nos queda mucho invierno y ya empezamos a ver en las redes consignas del estilo: “cómo llegar al verano”. Un sin fin de dietas mágicas y de publicidades mostrando cuerpos “antes y después” de consumir polvos mágicos que, en teoría, de un momento al otro haría que nuestro cuerpo cambie.
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Históricamente se ha socializado un tipo de cuerpo, el hegemónico, ligado a la extrema delgadez, en dónde no solamente es la mera existencia del mismo sino todos los beneficios que trae portar ese cuerpo: éxito laboral, de pareja, el deseo. Es decir, la pertenencia a un grupo en donde, a priori, tendríamos la vida solucionada y perfecta.
Entonces, si somos personas gordas o con cuerpos disidentes, cuanto más lejos estemos de ese ideal, la vamos a pasar un poco mal. Pero ¿por qué? Las publicidades no son las únicas formas de consumir información. Si nos ponemos a pensar en los distintos ámbitos visibles (la tele, las series, las redes sociales), lo que más vamos a consumir es al cuerpo hegemónico.
¿Y las disidencias dónde estamos? ¿Acaso no podemos disfrutar y ser felices con este cuerpo? ¿Por qué debemos cambiarlo? ¿Cómo hacemos para tener una vida digna hoy? Estas son varias de las preguntas que nos hacemos desde la militancia gorda: como sobrevivir con nuestra grasa corporal en una sociedad que nos humilla, nos excluye y nos invalida el deseo. Y en dónde se le da micrófono a las personas que históricamente nos violentaron, lo siguen haciendo y todos son cómplices con sus silencios.
Y estoy muy segura que nos duele más que “nadie diga nada” y que siempre seamos les mismes de siempre reclamando por nuestros derechos a tener una vida digna con nuestros cuerpos como están hoy. No queremos contar más calorías, ni perdernos días de pileta con amigues, ni proyectar “qué ropa usaría si tuviera otro cuerpo”. Queremos ser deseo y desear con nuestra carne ahora mismo y dejar de hipotecar nuestras vidas como hicimos muches de nosotres por existencias nefastas como la del Sr. Cormi.
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A Cormillot nunca le importó nuestra salud mental ni social. Para él siempre seremos sus clientes. Siempre utilizó toda la violencia sistemática hacia las diversidades corporales para alimentar su bolsillo con ALCO y todas las empresas que tiene. Él bien nutrida tiene su billetera y nosotres estamos, aun, haciendo terapia para aprender a ser más compasives con nosotres mismes y visitando nutris del bien que realmente nos enseñen a comer y disfrutar, a no sentir culpa y torturar nuestros cuerpos.
Y como dice la activista y cantautora Tati D: “No hay dieta místico mágica que te saque esa idea gordofóbica, reforzada en la idea hegemónica, donde siempre tenés que bajar más más más. Nunca vamos a llegar a ese peso ideal en donde nadie va de tu cuerpo hablar”.
Cormi, gordo tenés el bolsillo. Gracias a humillarnos durante años, al menos ahora, no nos callamos más y te estamos vigilando.